VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 71

NARRAS RAQUEL.

 

Nervios, alegría.

 

Y un sin fin de emociones más que, al momento, no supe descifrarlas, invadieron todo mi cuerpo.

 

Mi mente era todo un caos, no pensaba con claridad. Mis manos estaban sudorosas, toda yo lo estaba, y mi corazón con cada segundo que transcurría latía con más fuerza.

 

Frente a mí, Erick seguía de rodillas esperando por mi respuesta, quise dársela y lo intente, pero mis labios se movieron y las palabras salían cortadas y atropelladas.

 

Erick: Y entonces... — Dijo él ante mi silencio, y prosiguió;  — ¿Qué me dices? ¿Aceptas? — Una sonrisa tierna se plasmó en su rostro al preguntar.

 

— Erick... Yo... — Guarde silencio, frunciendo mis labios. Me giré, dándole la espalda y con mis dedos estrujé mis ojos los cuales empezaron a cristalizarse. — Oh Dios... — Murmuré, tomando una bocanada de aire.

 

Erick: ¿Eso es un...? — lo escuché decir a mis espaldas, dejando la pregunta en el aire.

 

— No... No sé qué decirte — Digo, finalmente.

 

Erick: Puedes decirme que sí, preferiblemente, sí eso quieres — Sugirió.

 

— Es que... qué...

 

Erick: ¿No quieres casarte conmigo? — Pregunto, con un tono triste en su voz.

 

— No... — Giré sobre mi propio eje para mirarlo, él ahora estaba de pie, mirándome con su ceño levemente hundido. — Digo, ¡Sí! Claro que quiero, es solo que... ¡Mierda, no me lo esperaba! — La comisura de mis labios se elevaron, formando una pequeña sonrisa.

 

Erick: La idea era justamente esa, tomarte por sorpresa. — Se encogió de hombros, suavizando su expresión sonrió de lado.

 

— Lo sé, lo sé, pero es que... — Suspiré, y menee la cabeza de un lado a otro. — Nada, olvídalo.

 

Erick: Bien — Asintió. Dió unos pasos hacia mí, y sacando el anillo del pequeño estuche, añadió; — Pero entonces, Raquel, ¿Aceptas casarte con este guapo y en ocasiones idiota servidor? — Preguntó una vez más, divertido, tomando mi mano derecha, sin romper el contacto visual.

 

— ¿En ocasiones? — Arqueé una ceja, incrédula.

 

Erick: Bueno, en ocasiones no, suelo serlo todo el tiempo — admitió. — Pero, ahora eso no importa. Lo que importa es que respondas a mi pregunta.

 

Una sonrisa de oreja a oreja se plasmó en mi rostro y una lágrima rebelde se escapó, bajando por mi mejilla.

 

— ¡Sí, joder, claro que acepto!

 

Su sonrisa se ancho al mismo tiempo que introdujo el anillo en mi dedo anular y, después de hacerlo, dejó un corto, pero tierno beso sobre la comisura de mis labios.

 

Erick: Te prometo que de ahora en adelante las cosas serán diferentes, que trataré de ser el mejor, por ti y por nuestro bebé — Al pronunciar aquellas últimas palabras sonrió mientras acariciaba mi vientre.

 

— No — Negué con la cabeza. — No quiero que me prometas nada, sólo asegúrate de no ser un completo imbécil otra vez Erick, porque no te daré otra oportunidad.

 

Erick: De acuerdo — Asintió.

 

— Bien — Asentí también, y para hablar de algo más, dije; — ¿Y cómo es que tú solo lograste hacer todo esto? — Giré sobre mi propio eje, y levanté mis brazos para referirme a la hermosa decoración frente a mí.

 

Erick: No lo hice solo — Confesó, posicionándose a mi lado derecho. — Recibí algo de ayuda. — Me miró, encogiéndose de hombros.

 

Al escuchar aquello, me atreví a preguntarle algo que, desde que ví el anillo, me estuve preguntando a mí misma; — ¿Joel te ayudo? — Desvíe mi mirada hacia él.

 

Erick asintió con la cabeza, y habló; — Con esto, y también a elegir el anillo.

 

— ¡Lo sabía! — Exclamé, sonriendo. — Oye...

 

Dejé la palabra en el aire gracias a que Erick quien, sin previo aviso, unió sus labios con los míos.

 

Y a diferencia del beso anterior, este no fue tierno, mucho menos lento. Al contrario, fue un beso apasionado, posesivo, rápido. Ninguno se comparaba con éste.

 

Erick bajó una de sus manos a mi espalda baja para así atraerme a su cuerpo, mientras que la otra permaneció sobre mi mejilla. Yo, por otra parte, lleve mis brazos alrededor de su cuello, y enredando su suave cabello en mis dedos profundice el beso.

 

Sin perder contacto el uno con el otro, Erick avanzó unos cuantos pasos hacia adelante hasta que la parte trasera de mis piernas chocó con el sofá y ambos caímos sobre éste; él encima de mí.

 

Erick se acomodo entre mis piernas, provocando que la falda del vestido se subiera más. Y con su mano derecha acarició mi muslo ahora descubierto mientras bajo sus besos hasta mi cuello.

 

Fue en ese momento qué coloqué mis manos contra su pecho y alejé su anatomía de mí, tumbandolo a un lado del sofá.

 

— Discúlpame... — Digo levantándome del sofá mientras acomodo la falda de mi vestido y trato de recuperar la normalidad en mi respiración. — No puedo hacerlo.

 

Erick: ¿Hice algo que te incómodo? — Confundido, pregunto, pasando su mano por su cabello, su pecho subía y bajaba inconstante.

 

Negué con la cabeza mirándolo.

 

Y aunque en cierta parte así era, mentía.

 

El sólo contacto de sus manos tocando mi cuerpo de esa manera sí me incomodaba pues, a pesar que fue hace casi dos meses ya, todavía sentía cierto trauma por lo ocurrido con él.

 

Y por más que me esforcé para olvidar aquello, en ese momento hizo que recordara todo, la forma tan abrupta en la que me tomo, las veces que le pedí que se detuviera, todo el dolor que sentí...

 

Erick: ¡Hey! — Dijo, sacándome de mis pensamientos. Y lo ví frente a mí, tomando mi rostro entre sus manos. — Tranquilízate, no llores.

 

Y fue en ese momento qué me fijé en que dos gruesas lágrimas caían por mis mejillas, y mis manos temblaban notoriamente.

 

Erick: Discúlpame — Dijo, mirándome a los ojos. A través de ellos ví preocupación, arrepentimiento. — No debí presionarte así. Pero no llores más, por favor, no pasará nada si tú no quieres — Me aseguró embolviendo mi delgado y pequeño cuerpo con sus brazos.

 

Solté un sollozó, y me aferré a su cuerpo mientras más lágrimas bajaban por mi rostro, mojando su camisa.

 

Erick: Perdóname — Murmuró, apoyando su barbilla de mi frente. — Nunca fue mi intención dañarte de esta manera — Dijo, con un tono de sinceridad en su voz.

 

***

 

Jimena: ¡Una boda doble! — Exclamó ella por lo alto, ganándose la mirada de una que otra persona a nuestro alrededor en el restaurante del resort.

 

— ¿De qué hablas? — La miré, arqueando una ceja.

 

Jimema: ¡De hacer una boda doble, de casarnos al mismo tiempo! — Propuso sonriente, con un tono de emoción en su voz.

 

Erick: No suena tan mal, podríamos hacerlo — Dijo él, de acuerdo con la morena.

 

Joel: Cariño, eso no podrá ser — Le dijo a su ahora prometida.  — Recuerda qué pronto debemos irnos a España y no volveremos dentro de algunos meses. — Le recordó.

 

Jimena: Oh, cierto — Hizo una mohín triste.

 

— ¿Se van? — Hundí mi entrecejo en un claro gesto de confusión, y un tono de tristeza en mi voz.

 

 

Erick: He pensado que podría ser en tu cumpleaños — Sugirió, sonriendo.

 

— ¿En mi cumpleaños? — Fruncí levemente mi entrecejo.

 

Erick: Sí — Asintió, mirándome. — Sé que para eso faltan todavía cinco meses, pero sería más especial para ti, supongo. — Se encogió de hombros, dudativo.

 

— Sí lo sería — Afirmé con una sonrisa. — Entonces nos casaremos ese día.

 

Y, justo en ese momento, recordé algo que por toda la emoción de la noche anterior olvide por completo.

 

Alondra.

 

Mi sonrisa se esfumó al instante, dándole paso a una expresión de preocupación en cuanto recordé nuestra última conversación.

 

Erick: ¿Qué sucede? — Detuvo el paso y consigo, yo también. Se quitó sus lentes de estilo aviador, y me miró frunciendo el entrecejo.

 

— Erick — Levante mi mirada hacia él, preocupada. — Nosotros no podemos casarnos.

 

Erick: ¿Por qué no? — Frunciendo más su entrecejo, pregunto.

 

— Alondra — Comenté. — Ella me ha amenazado en varias ocasiones, dándome a entender que me haría daño si estoy contigo.

 

Erick: ¿Qué? — Pregunto, sorprendido.

 

— No podemos casarnos — Repetí.

 

Erick: Hey — Tomó mi rostro entre sus manos, y me miró a los ojos. — Ella no te hará daño, no mientras esté yo para impedirlo.

 

— Tú no entiendes Erick — Puse mis manos sobre las suyas, y las quité de mi rostro. — También puede hacerle daño a nuestro bebé, ella me lo insinuó cuando estuvimos los tres almorzando. — De sólo mencionar que le haría daño a nuestro bebé, un escalofrío recorrió mi espalda, erizándome la piel.

 

Erick: ¿Por qué no me lo contaste? — Su expresión cambio a una sería, vacía.

 

— No sé, por estúpida, tal vez.

 

Erick: ¡Joder, tenías que contarme eso antes, Raquel! — Reprochó.

 

— ¡Pues perdóname, pero ya te lo he dicho! — Digo elevando mi voz.

 

Erick: Ya, ya — Suspiró, masajeándose la cien con sus dedos. — Haremos esto — Mencionó, y después agregó; — En cuanto volvamos hablaremos con la policía, le pondremos una orden de alejamiento si es necesario para que se aleje de nosotros, ¿De acuerdo?

 

— Pero si...

 

Erick: Ella no les hará daño — Me cortó, y tomó mi rostro entre sus manos una vez más. — Mírame — Me pidió, y eso hice. — No permitiré que eso suceda, ¿Okey?

 

Me limité a sentir sin romper el contacto visual con él, y dejó un corto beso sobre mis labios.

 

Confiaba en él, sabía que sería así.

 

Erick: ¿Quieres volver al resort o quedarte otro rato aquí? — Me preguntó.

 

— Volver al resort

 

Erick: Bien, vamos — Entrelazó su mano con la mía y así, caminamos devuelta a dónde Erick estacionó el automóvil que rentó.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: VENDIDA (COMPLETA)