PDV Teresa
A mi alrededor, sonaban gemidos por todas partes, la gente se estaba
intercambiando entre sí sin ninguna clase de control, la orgia había empezado
hace unos 15 minutos más o menos quizás más, y en ese tiempo había escuchado
todo tipo de cosas, cosas que solo se escucharían en películas porno o
similares.
Mi única experiencia había sido con Tomas, pero eso fue con solo 2
personas, él y yo, solo nosotros 2 en privado, pero aquí estaban como 60 o 70
personas teniendo sexo en todas partes y cambiando de pareja, e incluso
había personas que hacían tríos o
cuartetos en los sofás de la sala.
Vi cosas que nunca había visto, debido a mi situación, siempre estuve muy
ocupada, por lo que podía contar con los dedos de 1 sola de mis manos la
cantidad de veces que había visto algún video erótico, estaba demasiado ocupada
debido al estudio y al trabajo y nunca tuve tiempo para eso, por lo que mi
única experiencia era con Tomas y quizás 1 o 2 videos que vi por pura
casualidad.
Nada de eso que hubiera visto o sentido me preparo para esto, pude ver como
dos mujeres le daban sexo oral a 1 hombre al mismo tiempo, también pude ver como
1 mujer le daba sexo oral a otro hombre mientras que otra le estaba dando el
“beso negro” por atrás, mientras que al mismo tiempo una tercera lo besaba
mientras otro hombre… le estaba “dando” por atrás en el trasero mientras se
besaba con el hombre anterior.
También pude ver como dos hombres… le daban por atrás y por delante a una
mujer al mismo tiempo mientras esta le daba sexo oral a un 3 hombre, y todo
mientras este último hombre se besaba con otra mujer que tenía a su lado… la
cual también estaba siendo embestida en su trasero por otro hombre atrás de
ella.
A donde sea que mirara, escenas como esta pasaban en todas partes, y todas
ellas de un modo en que no pude imaginarme jamás, todos los hacían con todos,
muchas mujeres tenían todos sus “agujeros” ocupados por hasta 3 hombres los
cuales mientras estaba en eso se besaban con otras mujeres, la cuales en
algunas ocasiones estaba recibiendo sexo oral no de un hombre… sino de una
mujer.
Esta escena estaba más allá de mi imaginación y mientras esto pasaba, los 2
chicos a mi lado se estaban impacientando por comenzar, pude notar como sus
miembros estaban erectos y eso me asusto un poco, quería irme de allí, pero
cuando tuve la intención de hacerlo, Daisy me retenía, y siempre me daba la misma
excusa.
—Calma Teresa, aquí nadie te obligara a hacer algo que tu no quieras, solo
observa y habla un poco, así podrías aprender mucho —me decía Daisy cada vez
que quería irme.
No me sentía cómoda, a donde sea que mirara había personas teniendo sexo de
a grupos de 4 o 5, no sabía ni dónde
mirar y mientras esto pasaba tenia a 2 chicos casi desnudos con erecciones a
ya que la persona que estaba allí, la conocía muy bien… era Tomas, el cual
parecía muy enojado… parecía estar furioso.
Nuestras miradas se encontraron, y pude notar como los ojos de Tomas me
miraban de forma como si quisiera matarme, eso me asusto y termine por dar un
par de pasos hacia atrás debido al susto que me dieron esos ojos, pero no pude
retroceder mucho ya que uno de los amigos de Daisy interrumpió mi retroceso.
Eso me sorprendió, y lo mire unos momentos antes de volver a girar mi
mirada hacia Tomas, el cual estaba caminando en dirección hacia mí.
Parecía estar aún más enojado que antes, quizás mi golpe con el amigo de
Daisy lo enojo aún más.
Tomas camino a paso muy rápido hacia mí, pasando por encima de todas las
personas que estaban teniendo sexo en el suelo, mientras más se acercaba más
nerviosa me sentía, y quería correr, pero no tuve fuerzas para hacerlo, y menos
cuando esos ojos me estaba mirando fijamente.
Gire mi mirada hacia Daisy, la cual tenía una sonrisa bastante grande a
pesar de la situación ¿Qué le resultaba tan gracioso a ella? ¿No veía que Tomas
está muy molesto en estos momentos?
Al final Tomas llego junto a mí, se paró justo enfrente de mí y me fulmino
con su mirada, sentía que quería matarme con los ojos, pero en su lugar solo me
tomo de la mano y me jalo hacia él con bastante brusquedad.
— ¡Te vienes conmigo Teresa! —me grito Tomas, mientras continuaba viéndome
con esos ojos asesinos.
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