Sebastián llegó a la casa y subió con sus hijos, estaba molesto por la actitud de Taddeo, los mandó a su cuarto a que se bañaran y él hizo lo mismo. Al estar listo bajó y les dio de comer, los niños estaban silenciosos sobre todo Taddeo.
Al terminar de comer los mandó a cepillarse los dientes, y le dijo a Taddeo —Estoy decepcionado de tú actitud, de cómo trataste a Alondra, de tú ataque hacia mí, no demuestras ningún tipo de respeto por la autoridad, yo soy tu padre y no puedes hablarme así—le dijo muy enfadado.
—Pero padre... —empezó a decir el niño cuando Sebastián lo interrumpió.
—¡No quiero que hables! ¡Solo escúchame! Por Dios Taddeo, siempre estás a la defensiva, todo lo objetas, hijo no puedes andar así por la vida. Debes aprender a controlarte cuando algo te disgusta, no siempre debe uno salirse con la suya. No se las razones de tu actitud, y no voy a seguir tolerando tú falta de respeto. Vas a aprender a respetar o por las buenas o por las malas. Por eso pasado mañana me voy a Florencia con Camillo y tú vas a quedarte con tus abuelos, estás castigado sin ningún juego electrónico, ni computador, ni baños en piscina, ni ninguna actividad recreativa. Sólo podrás leer tus libros ¿Me has entendido?—preguntó con severidad Sebastián.
—Si entendí padre y me encanta lo justo que eres, me castigas sin escuchar de mi boca lo que pasó—pronunció herido el pequeño.
—No necesito escucharte porque oí cuando ofendías a la niña —dijo su padre.
—Esa no es una niña ¡Es una arpía! ¡Y tú un injusto! ¡Te odio con todas mis fuerzas!—gritó enfurecido y su padre molesto, levantó la mano e hizo amago de golpearlo pero se contuvo, mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente.
—Taddeo, por favor retírate —habló Sebastián en tono derrotado y conteniéndose.
—¿Quieres golpearme? ¡Hazlo padre! Descarga tú ira en mi, si eso te hace sentir mejor, porque para mí, el que no me escuches, me duele más que cualquier golpe que quieras darme—manifestó mientras sus ojos azules brillaban tratando de contener su enojo —Camillo, puedes dormir con padre, no te preocupes, no tengo problemas en dormir sólo. Que tengan buenas noches—expresó mientras se retiraba a su habitación.
—Padre, mi hermano no tuvo la culpa, Alondra no fue buena con él —habló Camillo entristecido, porque adoraba a su hermano y a su padre y no le gustaba que pelearan.
—No hay excusas Camillo, tu hermano tiene que aprender a respetar. Su actitud me agota —pronunció exasperado Sebastián.
—¿Acaso no amas a mi hermano padre? —preguntó el niño.
—Por supuesto que lo amo Camillo, ustedes son mi vida —respondió con ternura ante la preocupación de su hijo.
—¿Y por qué lo ibas a golpear?—indagó el pequeño con preocupación.
—No hijo, me enfadé mucho, pero yo jamás los golpearía. Quédate durmiendo aquí, mientras voy hablar un momento con tu abuelo —indicó mientras salía a conversar con su padre.
Sebastián se paró en la puerta de la habitación donde estaba Taddeo, quería entrar a conversar con él, pero se contuvo y bajó a buscar a su padre, lo encontró fumándose un cigarrillo.
—Hola Padre, ¿Cómo estás? Si te encuentra Alicia fumando te vas a meter en problemas.
—Tranquilo, ya está durmiendo. Y no te creo capaz de acusarme. Además es sólo uno ¿Cómo te fue dónde Nick? —preguntó su padre.
—Bien, conversamos de lo que pasó con su ex, y aclaramos las cosas. Conocí a su esposa, se llama Sophía muy bonita por cierto y sus dos hijos Matteo y Alondra. Te envió saludos.
—Apreciados. ¿Y qué más hiciste? —siguió interrogándolo Don Giovanni.
—Padre, ayer vi en el cafetín cerca del parque, a una mujer supuestamente llamada Antonia, era una copia exacta de Anabella, la busqué y no la conseguí, pero hoy la encontré donde Nick, según es la prometida de Leónidas Andrade ¿Sabes lo que significa eso? —indicó Sebastián en tono de ansiedad.
—¿Puede ser mi niña? —inquirió el hombre emocionado.
—No es que pueda, es que Antonia y Bella son la misma persona —pronunció convencido.
—¿Cómo estás tan seguro? —interrogó Giovanni tratando de ocultar su emoción.
— La besé padre, es el mismo sabor y olor de mi Bella, los reconocería así pasaran mil años. Además Nick me dijo que Antonia sólo recuerda los últimos dos años de su vida. ¿Sabes lo que significa?
—¡Dios mío! mi niña está viva —expresó con una radiante sonrisa.
—Si padre y ese desgraciado de Leónidas la secuestró y le hizo creer que es otra persona. Mañana después de la competencia o pasado mañana me voy con Camillo y la familia de Nickólas para Florencia, ella también va a ir. Tengo que estar cerca de ella, necesito conquistarla, que sepa que la hemos extrañado y que la amamos, y que lo que pasó lo hice por error, no quiero que me odie cuando recupere la memoria —dijo con angustia.
—¿Y no te vas a llevar a Taddeo? —preguntó su padre.
—No, lo castigué, lo encontré insultando a la hija de Nick y me faltó el respeto cuando le cuestioné su trato a la niña, me dijo que se imaginaba, yo era todo un ejemplo de hombre para tratar a las damas. No se que hacer padre, Taddeo me agota, cuestiona todo lo que hago, siempre pregunta el por qué de algo, y al responderle termina diciendo como puede hacerse mejor, nunca está contento conmigo, siempre ve es mis defectos y no tiene limitación en ventilármelos delante de quien sea, no respeta mi autoridad, mi hijo me odia porque asocia mi llegada con la desaparición de su madre ¿Por qué padre soy un incapaz para educar a mi hijo? No entiendo su actitud —expuso desesperado.
—Sebastián no es fácil crear a dos niños sólo, cuando están las dos figuras, uno equilibra al otro pero tú debes equilibrar todo en tí. Sabes que tu hijo tiene un coeficiente más alto, él no lo hace para cuestionarte porque se trata de tí, es su personalidad, debes hablarle no queriéndote imponer. Y no te odia, él te ama. Pero también conoce tus debilidades y se aprovecha para manipularte —indicó su padre sonriendo —. Y respecto a lo de la hija de Nick, sinceramente creo que algo debió decirle la niña, para haber generado esa reacción de Taddeo, él es un niño con una gran madurez y no insulta por capricho.
—Padre lo escuché ofendiendo a Alondra. Por eso lo castigué y voy a dejarlo con ustedes, le prohibí los juegos electrónicos, la computadora, baños en piscina, y cualquier actividad recreativa. Sólo podrá leer sus libros.
—No me gusta que castigues de esa manera a Taddeo, él es sensible, es quien ha sufrido más la ausencia de su madre, estaba muy apegado a ella y tú eres muy duro con él, cuando es exacto a ti, hasta el carácter te copió, no hagas que tu hijo se aleje de ti, no cometas ese error.
—Por eso no quiero que tenga las mismas actitudes erradas mías, que no sea un prepotente, queriendo saberlo todo, que no avasalle a los demás, que no se convierta en el cínico que fui. No entiendes que quiero que sea mejor persona que yo. Voy hablar con él padre. Gracias por estar siempre para mí —pronunció abrazándolo.
—Te amo hijo. Voy a despertar a Alicia para darle la noticia de Anabella —manifestó el hombre con felicidad.
—Aún no le digas padre, espera que yo confirme definitivamente, estás dos semanas en Florencia me servirán para conocer como paso todo. Te llamo desde allá.
—Está bien hijo. ¿Y Camillo faltará a clases por dos semanas?
—Mañana converso con la directora y la maestra del colegio para sacarle el permiso y que me den la programación de clases para yo en la noche instruirlo —respondió organizando todo para su partida.
—Está bien. Sebastián no te olvides de hablar con mío bambino per favore —le dijo su padre sin dejar de sentir preocupación por Taddeo.
—Va bene padre —respondió Sebastián.
Subió las escaleras y cuando iba abrir la puerta de la habitación de Taddeo, prefirió dejar para conversar con él al día siguiente.
Mientras tanto Taddeo en su cuarto había llorado desconsoladamente, cubriéndose el rostro con la almohada para evitar que sus sollozos se escucharan, añoraba tener a su madre con él, no sabía porque no había podido superar su ausencia, tenía la esperanza de que algún día apareciera, Dios, esa señora Antonia se parecía tanto a su mamá y la había abrazado y olía a Jazmín como su madre, no podía ser coincidencia. También pensaba en lo injusto que había sido su padre y todo por culpa de la horrible ojo de gato, bueno, realmente no era horrible, pero era venenosa, creída, berrinchuda y manipuladora, la propia mini arpía, no se quería imaginar cómo sería cuando fuese adolescente. Pensó haciendo una mueca. Decidió que iría temprano a su colegio.
Al día siguiente, Sebastián se levantó, se bañó y fue a buscar a Taddeo, pero no lo encontró en su habitación, al bajar su padre le informó que había decidido ir al colegio y lo había llevado temprano—.Qué raro, no entiendo, él no quería ir más al colegio, me pidió que contratara profesores privados, porque dijo que no le gustaba ir.
—Tú hijo no quiere verte, está dolido contigo—espetó su padre.
—Él se comporta mal y yo debo sentirme culpable—expresó enojado.
—Él me contó … —Su hijo lo interrumpió
—No padre no lo justifiques, levantaré a Camillo para desayunar e ir al colegio te veo después. ¿Vas a la competencia?
—No me la perdería por nada del mundo —expresó Don Giovanni.
—Camillo, él no va a sentirse sólo, estará con tus abuelos y Amine, ellos lo aman mucho, lo cuidarán y consentirán, quédate tranquilo. Ya va a despegar el avión.
Se sentó frente a su hijo y luego de haber despegado el avión, sacó su laptop y empezó a trabajar, luego de trascurrida hora y media respondiendo correos y terminando unos cálculos, le envió un mensaje a Taddeo:
"Hola hijo, siento mucho lo que pasó ayer, pero me enfadó como trataste a Alondra y adicional a ello, tu forma de dirigirte a mí, sé que no soy perfecto, pero estoy tratando de ser un buen padre, y mis intenciones nunca serán causarte daño alguno, y si sientes que cuestionó tus errores es porque quiero que seas mejor persona que yo. Eres importante para mí y procuraré estar pronto de vuelta. Te extraño. Tu padre quien te ama"
Lo envió y al enviarlo, recordó que le había quitado el uso de computadora y demás equipos electrónicos, se pasó la mano por sus cabellos y suspiró, ¿Estaría siendo justo con su hijo?, no podía equivocarse, no quería cometer los errores del pasado, estaba sumergido en sus pensamiento, cuando fue interrumpido por la aeromoza quien con una sonrisa un poco pícara, se le acercó.
—¿Desea algo señor? ¿Comida? Lo que usted quiera, estoy para complacerlo—. A él le pareció extraño sus palabras, pero luego se dijo, estás paranoico Sebastián y devolvió la sonrisa a la chica.
—Si por favor tráigame una gaseosa y un par de emparedados —No quería comer nada pesado— le preguntó a Camillo —Hijo ¿Qué quieres comer?
—Lo mismo que tú padre—respondió el niño.
—Tráigale un emparedado también a mi hijo y un jugo natural —pronunció con una sonrisa.
El niño escuchó y expresó —Padre no quiero jugo natural, quiero tomar lo mismo que vas a tomar tú.
—Está bien hijo, vamos a pedir lo mismo. Traiga por favor cuatro emparedados y dos jugos naturales de fresas.
Camillo se quedó mirándolo con incredulidad y Sebastián le respondió sonriendo—Dijiste que querías tomar lo mismo que yo, entonces tomaremos ambos jugo natural de fresas.
—¡Vaya! Pensé que habíamos dejado a Taddeo Renaldo—espetó el niño sorprendido.
—Ja ja ja —se rió Sebastián— Pero cumplí tú petición— le manifestó abrazando a su hijo — te amo Camillo Alonzo. Tú y Taddeo son mi mundo los amo profundamente.
—Yo también te amo Sebastián Renaldo —besando a su padre. Luego de comer, el niño le dijo que tenía sueño, lo acompañó al dormitorio, allí mientras su hijo dormía pensó en Antonia o mejor dicho en Anabella, porque estaba seguro que es ella, recordó el beso del día anterior, y su corazón se aceleró más, pensando en su dueña, mientras sonreía como bobo, cerró los ojos para evocar sus recuerdos y sin proponérselo también se quedó dormido.
Sintió unos toques en la puerta, se despertó un poco desorientado, hasta que recordó dónde estaba, se levantó, al abrir la puerta se encontró a la aeromoza que coqueta con una sonrisa seductora se había desabotonado los botones de su blusa, dejando a la vista el brasier transparente que se le marcaban los pezones y revelándole unos senos voluptuosos, la observó por un momento, mientras lo veía con un dedo introducido en la boca en pose sugerente, sintió repulsión, el hombre que fue antes no la hubiese rechazado, pero el Sebastián de ahora, ese era otro, la mujer se le encimó besándolo y tocándole su masculinidad, él de inmediato la apartó de si y le dijo: —¿Qué está haciendo? —preguntó irritado.
—Usted es un hombre encantador y como me sonrió seductoramente, pensé que estaba interesado en mi—expresó contorsionándose sugerentemente, mientras seguía hablando sensualmente —. Sé que no tienes esposa y que no estás saliendo con ninguna mujer, y yo estoy disponible para ti—continuó quitándose la blusa para él.
—¡Deténgase! —Exclamó, ella se detuvo en seco—. Primero te sonreí por cordialidad, segundo no me interesas como mujer, tercero no es tú problema si salgo o no y si me acuesto o dejo de acostarme con una mujer y por último, no respetas que estoy con mi hijo para venir a insinuarte ¿Tan necesitadas estás? —expresó con enojo.
—Discúlpeme, mal interpreté todo, no volverá a pasar. —habló la chica nerviosa muy arrepentida.
—Por supuesto que no volverá a pasar, porque si vuelves a hacerlo te despediré y no podrás conseguir más empleo en tu ramo, lo que has hecho es una falta de ética por tu parte. Y ahora, ten la bondad de retirarte de mi vista.
Luego de haberse retirado la muchacha, cerró la puerta con rabia, al hacerlo su hijo se movió, él se acercó y se sentó en la cama mientras se pasaba sus manos por la cabeza, y pensaba que sólo eso le faltaba, la aeromoza insinuándosele, las mujeres no podían dejarlo tranquilo, y todo éste tiempo ese había sido el pan de cada día, sus empleadas e incluso las esposas de algunos socios, se le insinuaban de manera descarada, y él las rechazaba porque desde el accidente de Anabella, cuando había descubierto que nunca le fue infiel, no había dejado de pensar en ella, en cuando estuvieron juntos, en como se había comportado como un patán con ella y ahora tenía la oportunidad de resarcir de cierta manera el daño que le había hecho y recuperarla, no pensaba perder ésta nueva oportunidad que le había dado la vida, de ser feliz con ella y sus gemelos.
Camillo se levantó, —Padre, ¿Aún no hemos llegado?—dijo adormitado.
—Hola campeón, ya vamos a llegar, en veinte minutos aterrizamos—pronunció viendo su reloj—Vamos a cepillarnos los dientes, para luego esperar el aterrizaje. Y así lo hicieron, su tiempo total de vuelo fueron tres horas con cuarenta y cinco minutos.
Los esperaba una limusina en el aeropuerto que los llevó a la villa propiedad de Nickólas Sebastini y su familia.
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