VENGANZA EQUIVOCADA (Saga Los Ferrari) romance Capítulo 16

Antonia estaba jugando tenis, con Alondra y Matteo en una de las canchas de la villa, mientras Nick y Sophía los observaban, cuando se dio cuenta de la llegada de Sebastián y uno de los gemelos, que estaban siendo acompañados por una persona de servicio hacia Nick y Sophía, donde se saludaron y se quedaron conversando; ella extendió su mirada hacia ellos y supo que el niño que lo acompañaba era Camillo, eso la sorprendió un poco, pero ya sabía que era Anabella y aunque no recordaba, esto era otro indicio de quien era realmente, ¿Por qué cómo se podía explicar que una desconocida supiera identificar a unos niños que son exactamente iguales físicamente? porque de carácter eran muy distintos, uno era más tranquilo, metódico un poco más conciliador, el otro era impulsivo, irreverente, combativo, aunque ambos eran inteligentes y muy amorosos, pero mientras uno demostraba su sensibilidad el otro la ocultaba tras una máscara de indiferencia cuando algo lo ofendía, que más demostración quería para saber que era Anabella, no tenía duda.

"Sólo quería conocer las razones que llevaron a Leónidas a mentir, y cómo era su relación con Sebastián, porque con sólo verlo le provocaba lanzársele encima, besarlo, su mirada la derretía y hacía sensible su piel, sentía como corrientes de fuego que corrían como lava por sus venas, ¡Por Dios! tenía que controlarse, así tuviera que pasar unos días más separados de los gemelos, debía conocer la verdad".

Aunque Sebastián se veía desbastado por ella, cuando los vio en casa de Nick, lloró junto con sus hijos y dijo que el dolor que sentía era muy grande, esa imagen le había impactado y la tenía grabada en su mente.

Sintió que Sebastián se acercaba a ella e interrumpió el juego, Matteo y Alondra vieron a sus padres salir del área de la cancha y fueron tras ello, de inmediato escuchó la voz de Sebastián cuando le dijo —¿Cómo está la mujer más bella del planeta? —preguntó con una sonrisa.

—No lo sé, pero puedo decirte que yo estoy bien—manifestó mientras él le tomaba el rostro y besaba cada una de sus mejillas y su frente de manera lenta y se quedó mirándola con esos hermosos ojos azules, atrapantes.

Fueron interrumpidos por Camillo, ella se inclinó inmediatamente hasta quedar a la altura del niño— ¿Cómo está el más pequeño de los gemelos más hermosos del mundo? —Le preguntó.

—¿Cómo sabes que soy el más pequeño de los gemelos? —interrogó el niño sorprendido.

Sebastián se quedó mirándola y le dijo—Yo también quiero una explicación, porque hasta yo tuve problemas los primeros días para identificarlos, y ¿quiero saber cómo tú, que sólo lo has visto dos veces puedes reconocerlo? —preguntó sin dejar de mirarla.

Ella se sentó en el suelo, mientras ellos la imitaban y no pudo seguir ocultándole lo que sabía—Es un conocimiento que tengo de ellos, pero no sé decirte de donde salió —Y luego de mirarlo un momento bajó la mirada.

Él la tomó por el mentón y le preguntó: —¿Lo recordaste? Sabes que eres ella, Anabella.

—Lamentablemente no tengo recuerdos aún, pero anoche tuve no sé si fue un sueño o un recuerdo que había tenido unos gemelos, de tez citrina y ojos azules, eras los niños más hermosos que puedas imaginarte y luego crecieron a la edad de tus hijos y uno de ellos era Taddeo, y me desperté cuando corría tras él para rescatarlo de un peligro —terminó angustiada.

—Tranquila, ya recordarás y sólo fue un sueño no le pasará nada a Taddeo—le dijo atrayéndola hasta él y abrazándola la besó en la frente.

—Antonia, ¿Entonces eres mi mamá? —preguntó esperanzado Camillo.

—Eso creo, no soy Antonia soy Anabella, todo indica que es así, pero no recuerdo nada—le expresó acariciándole los cabellos al niño y llenándolo de muchos besos, mientras lo abrazaba emocionada.

El niño muy contento respondió —Le avisaré a mi hermano ¡Va a estar feliz! —decía exaltado, se levantó y comenzó a brincar, hasta que recordó —. Taddeo no vino, pero les diré a Matteo y Alondra, ¡Estoy feliz! mi mami regresó—la abrazó y le dió muchos besos demasiado contento con la noticia mientras le decía—. Te amo mami, y no sabes cuanto te extrañé, mi hermano tenía razón, siempre dijo que regresarías —luego de abrazarla y besarla durante un buen rato salió corriendo dejándolos solos, quería compartir la felicidad de que su madre estaba de vuelta.

Sebastián se quedó viéndola con una mirada tierna y levantó sus manos y empezó a delinearle el rostro, después su nariz, los ojos, sus labios, sus mejillas, estaba hipnotizado con ella. Estaba gratamente conmovido, lágrimas de emoción recorrían su rostro, ella se las enjuagó con ambas manos, mientras se miraban intensamente, hasta que no pudieron aguantar más y empezaron a besarse desesperadamente con ansias, como pidiendo perdón, como si no hubiese un mañana, diciéndose con besos lo doloroso que fue esa separación, como queriendo recuperar el tiempo perdido y no volverse a separar jamás.

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