Venganza Inmerecida romance Capítulo 3

Nicol no dejaba de llorar, las lágrimas corrían como cascadas por su rostro. Eso enfureció a Enzo, quien se giró hacia ella y tomó con violencia su mentón apretándola con fuerza, mientras la joven lo miraba con una expresión de miedo.

―¡Cállate de una vez! No soporto verte llorar, me irritas y me pones de mal humor.

—¿Por qué me haces esto? Yo… te amaba… soñaba contigo, con ser tu esposa, y ser… feliz a tu lado —dijo ella con voz entrecortada.

—Eso es para que veas que los sueños se convierten en pesadillas… y te voy a dar un consejo, espero que nunca te olvides, el amor te hace vulnerable y te destruye… no debiste haberte enamorado… siempre a quien terminas amando acaba convirtiéndose en tu verdugo, como lo fue tu padre de mi hermana cuando se burló de ella y la dejó embarazada, llevándola a la muerte y ahora yo seré el tuyo —dijo con crueldad.

—Mi papá, no pudo haberse burlado de tu hermana… él no es capaz de hacer eso… mi papá es un buen padre y esposo… muy familiar, jamás ha sido de malos sentimiento, además nunca nos engañaría a mi mamá y a mí… debe haber un error… por favor… —dijo en tono suplicante.

—Guarda tus súplicas para cuando sean necesarias. No hay peor ciego que el que no quiere ver… pero igual así no quieras aceptar la verdad, igual te tocará pagar las consecuencias.

Llegaron al hotel, él le soltó las esposas y salió del auto sin esperarla, ella debió hacerlo sin ayuda con mucha dificultad, cuando lo hizo vio apiladas sus valijas, a un lado del auto, su madre se la había organizado, para que no le hiciera falta nada en su viaje de luna de miel.

El botones iba a ayudarla a cargarlas y la voz severa de Enzo lo detuvo.

—Si la ayudas a cargar esas valijas, juro que vas a salir despedido de inmediato —señaló con una expresión tan fría como el ártico.

Ella vio que ante su amenaza el hombre se alejó y ella frunció el ceño con preocupación.

—Si él no me ayuda, ¿Quién lo hará? ¿Tú me ayudarás? —inquirió ella con un tono titubeante y una expresión de inocencia en su mirada.

—¿A cargar tantas valijas? ¡No seas estúpida! —dijo él con una sonrisa cruel y una mirada gélida—. O mejor sí, te ayudaré —respondió él.

Tomó las valijas y se las lanzó encima. Ella pegó un grito sorprendida, a punto de ponerse a llorar.

—¡¿Qué estás haciendo?!

—¡¿Acaso eres ciega?! Te estoy ayudando para que tú misma te encargues de subir tu equipaje a la suite del hotel, porque nadie te va a ayudar… esposa —dijo la última palabra con sarcasmo, mientras se alejaba de ella, dejándola con todo el equipaje.

El equipaje se cayó de sus manos, porque no tenía suficiente fuerza para sostener el peso, incluso una se abrió y todo su contenido rodó con el piso.

Ella enseguida comenzó a recoger los objetos que habían caído, lo hizo rápido tratando de que nadie la viera, pero era inevitable, los curiosos la observaron y muchos se burlaban, la joven bajó la vista con su rostro sonrojado por la vergüenza y en silencio recogió sus cosas.

Con un suspiró de resignación cargó las valijas, colocando una encima de la otra comenzó a empujarlas, pero cuando iba a subir en el ascensor la detuvieron.

—Lo siento, pero no puede subir por aquí, este es el ascensor exclusivo para los huéspedes del hotel —dijo la mujer mirándola con desdén.

—Yo… yo soy huésped —agregó la chica nerviosa, nunca había estado en esa situación, nunca había tenido que pedir nada, todo se lo habían dado sin pedirlo.

—¿En qué habitación se está hospedando? —preguntó la mujer y en la joven se dibujó un gesto de angustia.

—No lo sé —pronunció y la mujer la miró con desprecio.

—Entonces, no puede subir, ahora salga de aquí —ordenó y llamó a seguridad, quienes terminaron sacándole las maletas y se las tiraron afuera.

Se sentó en la acera, con su cabeza entre las manos, tomó su teléfono para marcar a sus padres, quizás ellos pudieran enviar por ella.

Estaba tan concentrada buscando una solución a su problema, que no se percató de la lluvia, hasta que sintió como sus zapatos se empapaban. Se levantó apresuradamente para buscar refugio, pero estaba tan despistada que no vio el charco, resbaló y cayó al suelo.

Se levantó con premura, Nicol estaba por completo empapada, no tenía paraguas y su equipaje también se estaba empapando. Miró a su alrededor y vio que no había nadie que la ayudara. Intentó llamar a sus padres, pero no respondían.

Capítulo 3. Atisbo de valentía 1

Capítulo 3. Atisbo de valentía 2

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