Venganza Inmerecida romance Capítulo 4

—¿Quién demonios te crees para hablarme así? ¿Qué me estás diciendo? —gritó él casi en un ataque de furia incontrolable.

—Que me dejes en paz, que no me toques, que no me trates como si fuera una mujer que vende su cuerpo. Anda, ¡Ve a tu cuarto a cogerte a tus mujeres y déjame a mí en paz! Porque si en algún momento llegué a creerte un príncipe azul, ahora me doy cuenta, que solo eres una porquería de hombre —dijo con vehemencia mientras lo miraba con esos ojos azules tan agitados como las olas del mar.

Lo que no esperó Nicol, fue recibir la bofetada del hombre golpeándola en la boca, dejando por un momento a la chica aturdida y con el sabor metálico de la sangre, mientras expresaba con odio.

—¡A mí no me hables así! Porque esa bofetada es nada comparada con lo que te haré si vuelves a hacerlo.

Aún no había terminado de hablar, cuando de vuelta recibió una bofetada de la joven, quien extendió el brazo y lo golpeó por el rostro.

—¡Y tú no vuelvas a golpearme en tu vida! —exclamó con una valentía que no sabía siquiera que la tenía, porque nunca necesitó usarla —. Porque sé defenderme.

De inmediato, Enzo rodeo su cuello con una mano y la tomó con fuerza, pegándola contra la pared, al punto de sentir el duro concreto golpeando su cabeza.

—¿Cómo te atreves a golpearme a mí? ¡¿Tienes idea de quién soy?! —preguntó sin dejar de presionarla, al mismo tiempo que ella sostenía sus manos tratando de alejarlo de su cuello—. Es hora que sepas a quien se atrevió a ofender tu padre y a quien has osado tú golpear… soy el Barón, El diablo Ferrer… —sus palabras fueron interrumpidas por la voz furiosa de Nicol-

—A mí no me importa nada quien seas… te he dicho que no me toques y aléjate de mí… —susurró en un murmullo mientras trataba de deshacerse de las manos que apretaban a punto de ahogarla.

—¿Crees que puedes desafiarme? —hizo una pausa para mirarla y sonreír altanero—. Es una pena que una mujer tan joven como tú tenga un carácter tan horrible.

—¡No te hables a ti mismo! —exclamó ella desafiante.

—¡Cállate! —gritó, Enzo sin dejar de apretarla y con una mano atrapó su blanca y suave melena jalándola hacia atrás, al punto que ella sentía el dolor en su cuero cabelludo—. Súplica que te suerte y quizás pueda hacerlo.

—No voy a suplicarte —dijo con voz ahogada—. Quieres matarme ¡Hazlo! ¿Qué te lo impide?

—Me lo impide que tu padre debe vivir el infierno que he vivido yo durante ocho años, desde que destruyó a mi hermana, llevando a su hijo en el vientre… debe llorar lágrimas de sangre cuando acabe contigo, aunque lo haré lentamente, te vas a desesperar hasta que busques la muerte por tus propias manos… pero no te lo permitiré hasta no estar por completo satisfecho, me cansaré de humillarte, te obligaré a desearme, a amarme… te haré lo que yo quiera. ¡TE HARÉ VIVIR EN EL INFIERNO!

—Entonces, vas a esperar sentado… porque si en algún momento tuve algún sentimiento por ti, este lo has acabado, así que tendrás que venir a vivir conmigo en el infierno —dijo ella.

De pronto se escucharon unos golpes en la puerta y el aprovechó ese momento para soltarla con fuerza, haciéndola caer al suelo con un golpe seco, Nicol tomó la ropa y se cubrió por encima mientras él abría la puerta.

—¡Pasen adelante! —lo escuchó exclamar con un tono burlesco—. Bienvenidas a mi noche de luna de miel, espero que ustedes si puedan complacerme, porque la insípida que escogí por esposa, es que ni siquiera me inspira un mal pensamiento.

Si ella tenía duda de lo ruin que era su ahora esposo, estás se dilucidaron al ver a tres mujeres entrar ataviada con las réplicas de su vestido de novia, el darse cuenta de eso, tuvo el efecto en ella semejante a un fuerte golpe en su estómago, le dio un ataque de pánico, sintió que el aire le faltaba, tenía la sensación de estar en una pesadilla.

Capítulo 4. Un hombre despreciable 1

Capítulo 4. Un hombre despreciable 2

Capítulo 4. Un hombre despreciable 3

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