—¿Volver a la familia?
Gloría parpadeó, mirando incomprensiblemente a su marido indiferente. «Pues ese es el propósito de todo eso.»
Pensó que el abuelo les pediría a los dos que mejoraran su relación, pero no esperaba que le quisiera que volviera. Gloria no sabía lo que pensaba y preguntó inconscientemente.
—¿Estás bien si yo vuelvo a vivir contigo? —Sin experiencia de un matrimonio, Gloria preguntó pensando que si la pareja se acostaría juntos.
Fausto se quedó en silencio. «Te pido que vuelva a la casa, pero no te acueste conmigo.»
—Perdón.
Gloria se dio cuenta de lo que había dicho y respondió torpemente.
«Ahora soy una estrella con dignidad. ¿Cómo puedo decir eso?»
Por un momento, se hizo un silencio en la sala de estar. Fausto, sin saber lo que pensaba, frunció el ceño y su rostro, ya carente de emociones, pareció aún más frío. Luego, echó una mirada en el rostro de Gloria:
—Estoy bien, si no te importan mis piernas.
Su voz era tan fría. Gloria debería haberse acostumbrado a que le hablara en ese tono, pero cuando mencionó sus piernas de una manera tan directa...
«Sus piernas.»
Gloria miró inconscientemente hacia sus piernas.
«Según la novela, Fausto lleva muchos años sin poder mantenerse en pie y tiene que usar una silla de ruedas para desplazarse.»
Eso puede ser un desastre para una persona normal, pero para Fausto, en vez de rendirse, confió en su propia fuerza para sostener a toda la familia, permitiendo que su abuelo se retirara en paz.
Gloria recordó que según el autor, la descripción a Fausto es un hombre que cuando comienzan las negociaciones, te mete con firmeza en una red tendida y la cerrará después lentamente, sin dar a su enemigo ningún oportunidad de respirar. Por eso aunque está en silla de ruedas, es temido y admirado por la gente.
Pronto, ella retiró su mirada porque sabía que era demasiado grosero mirar así la parte discapacitada de una persona.
«Por desgracia, si no fueron por su discapacidad, la dueña de este cuerpo no habría abandonado un marido tan guapo e inteligente. Espera, aunque es médicamente imposible restablecer sus piernas, tengo el espacio donde los frutos mágicos podrían restaurar su herida. ¡Tal vez sea posible!»
Pensando en esto, ella se excitó. Había leído muchas novelas sobre salvar al protagonista antes, pero no esperaba que ahora le tocara a ella tener una oportunidad.
—Por supuesto que no. No te preocupes, ¡no me repugna mi propio marido!
Gloria puso una expresión muy sincera, pero Fausto guardó silencio y evitó su mirada, sin mostrar qué estaba pensando.
«¿No te da asco? Incluso yo me odio a mí mismo, ¿cómo pueden los demás no les disgusto? Pero, es tan real la sinceridad en su rostro y en sus ojos.»
Después de llegar a un consenso, Gloria estaba contenta y no podía esperar para la mudanza.
«Si yo resido en la casa de los Morales, no necesito que Susana me cuide. Además, podría disfrutar mi vida sin que Rita me hable sobre el trabajo. Por último, podría ser protegida por la buena fortuna de Fausto. Todos serán perfectos.»
Si no hubiera sido tan tarde hoy, Gloria habría preparado las maletas.
Al día siguiente solo tuvo que asistir a una inauguración, y era muy corto. Después de trabajar, Gloria se metió en su coche para descansar, y se lo contó a Rita sobre la mudanza en el camino de vuelta.
Rita se opuso inmediatamente.
—¿Cómo? ¿Quieres volver a la familia? No, no estoy de acuerdo absolutamente.
—¿Y tu motivo?
—Eres una estrella, Gloria. Es cierto que comes mucho cuando estés en casa sin restricciones. ¿Qué hacemos si estás demasiado gorda para grabar?
De inmediato, Rita la miró con mucha sorpresa.
—Has cambiado mucho. Eran tus favoritos.
—Bueno —Gloria respondió sin expresiones—, despedirse de los equivocados para conocer a los correctos.
Un rato después, Gloria llamó a Fausto delante de Rita.
Mientras tanto, Fausto estaba en la sala de conferencias del último piso del Grupo Morales, donde había una reunión internacional, con un enorme telón de proyección que mostraba el tema de hoy.
—Eso es el tema de hoy, podemos dividirlo en tres puntos.
El telón estaba conectada al móvil de Fausto y el presentador era uno de los altos cargos. A mitad de la reunión, los miembros en la sala vieron que recibió una llamada el móvil del jefe. Se sorprendieron mucho porque normalmente nadie sabía el número personal de Fausto. Una llamada así era casi imposible.
Todo el mundo miró a Fausto para ver su reacción y él dijo:
—Continuamos.
«¿Cuelgo el teléfono o no?» El presentador estuvo tan nervioso que se puso en comunicación.
—¿Hola?
Todos los presentes escucharon una voz femenina.
«¿Una mujer?» Nadie se atrevió a hacer un sonido,
—Cariño, ya lo tengo todo listo. ¿Cuándo me recogerá?
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