¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 104

Cynthia no supo qué hacer con eso.

Trató de quitarle la pierna, pero pesaba demasiado.

Era incapaz de apartarla.

Cynthia solo pudo darse por vencida y no se movió. Se giró para mirar el teléfono que estaba en la mesa y extendió la mano para agarrarlo. Afortunadamente, el teléfono fijo estaba cerca de ella y lo consiguió sin problemas.

Marcó el número de servicio en la recepción.

—Hola, ¿podrías comprarme un conjunto de ropa? Te daré dinero cuando regreses.

—Sí, pero ¿qué talla lleva?

—La S.

—Bien.

Cynthia estaba a punto de colgar, pero la voz vino del otro lado.

—Disculpe, ¿cuál es el número de su habitación? Es para enviárselo luego.

Cynthia no tenía ni idea.

—Es el número 88.

Él tenía la voz ronca de haberse despertado hacía nada.

Cynthia volvió la cabeza y vio que Alain la miraba entrecerrando los ojos.

¿Cuándo se despertó?

—Es la habitación número 88.

Cynthia dijo al teléfono.

—Bien.

Después de colgar el teléfono, Cynthia lo colocó de nuevo en su sitio.

—¿Cuándo te despertaste?

¿La había visto levantarse antes?

La comisura de sus labios mostraba una sonrisa, tenía una pinta de somnoliento.

—Hace nada.

Cynthia exhaló un suspiro de alivio, envolvió la colcha con fuerza y ​​vaciló un buen rato antes de hablar.

—¿No te levantas?

Estaba de perfil apoyándose la cabeza con una mano, luego puso un brazo sobre ella, y en un tono melodioso dijo:

—¿Eh?

Cynthia volvió la cabeza.

—Nada.

Había hablado con claridad antes, era imposible que no la había escuchado. Como se hizo el tonto a propósito, no tenía por qué preguntárselo de nuevo.

Si él no se levantaba, Cynthia tampoco se atrevía a levantarse primero, por lo que solo podía quedarse en la cama para esperar a que le entregaran la ropa.

Después de aproximadamente media hora, finalmente sonó el timbre.

Cynthia estaba como si hubiera visto la esperanza de su vida.

—Ve a abrir la puerta.

Alain se quedó quieto en la cama y se movió un poquito más a su lado presionando la toalla debajo de su cuerpo. Luego descaradamente dijo:

—¿Por qué no vas tú?

Cynthia no sabía qué decir.

Él curvó los labios sin darse cuenta y dijo:

—Puedo ir por ti.

Cynthia lo miró sin comprender, esperando sus siguientes palabras.

Él movió la cabeza hacia adelante para coincidir con su mirada.

—Si tomas la iniciativa de besarme, iré.

Cynthia estaba más que sin habla.

Alain se rio.

—¿No quieres? Olvídalo, de todas formas, no me afecta a mí ya que nadie me está esperando. Es bueno que pueda tomarme un día libre.

— ...

No había regresado a casa en toda la noche, no tenía tiempo para perder con él.

Después de dudar un rato, Cynthia tartamudeó.

—Cie-cierra los ojos.

—Vale.

Alain cerró los ojos mostrando sus pestañas espesas, largas y rizadas.

Cynthia las miró fijamente, eran muy parecidas a los de Álex, los dos las tenían espesas, largas y rizadas.

A veces sentía envidia mirándolas.

Inesperadamente, las suyas también eran tan bonitas.

Ella fingió estar tranquila

—No abras los ojos.

—Bien.

Cynthia se acercó lentamente abrazando la colcha. Su piel era delicada y suave. Cynthia podía ver claramente los finos pelos de su rostro. Ella cerró los ojos y le dio un pico en sus labios.

— ...

Alain abrió los ojos, «Pero qué rápido ha sido este beso».

Antes de que pudiera sentirlo, se alejó.

—No puedes ser tramposo.

Cynthia se mordió el labio inferior, temiendo que le hiciera otra petición irrazonable.

Alain suspiró, se preguntaba cuándo lo besaría voluntariamente sin necesidad de poner condiciones a cambio.

Levantó la colcha para bajarse de la cama, le puso bien la colcha a ella y luego caminó hacia la puerta.

Cuando la puerta se abrió, Henry estaba de pie allí con una bolsa de ropa en la mano.

—Acabo de pasar por la recepción y allí me dieron esto. Ya lo pagué.

Henry miró dentro de la habitación mientras hablaba, sus ganas de cotillear querían ver quién era la mujer que estaba en la habitación.

¿Desde cuándo Alain también se dejaba llevar por la lujuria?

¿Qué tan intenso se lo montaron anoche para llegar hasta el punto de destrozar la ropa?

Alain parecía impaciente con el ceño fruncido, su tono era frío.

—¿Ya has visto lo suficiente?

Henry rápidamente retiró la mirada, pero como sentía mucha curiosidad, no estaba dispuesto a darse por vencido.

—¿Quién está adentro?

—¿Desde cuándo puedes preguntar por mis asuntos?

Henry sonrió con desánimo.

—Pensé que era la señorita Cynthia.

Todo el mundo sabía lo que pensaba.

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