¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 121

Alain se quedó sin habla.

Cynthia alzó la cabeza para mirarlo, parecía que estaba preguntando lo que estaba pasando.

En ese momento, Alain entendió lo que significaban las palabras que Álex dudó en decir en ese momento.

Solo tenía cinco años, ¿por qué era tan maquinador?

—Mocoso, no vas a crecer así.

—Definitivamente creceré más que tú, de todos modos, tú ya no crecerás.

Como si teniendo a su madre al lado, podía hablar con más confianza.

¿Este mocoso quería deshacerse de él nada más haber sacado provecho?

—¡¿Qué diablos está pasando?!

De repente, Cynthia se puso de pie abruptamente. Escuchando la forma en que hablaban, parecía que se conocían bastante.

¿Álex no lo odiaba?

¿Por qué tuvo trato con él?

¿Alain trató con su hijo en privado sin que ella lo supiera?

¿Cuál era su propósito?

—¡Aclárame las cosas!

Cynthia puso una expresión descontenta. Tenía una pinta de que, si no le aclaraba el asunto, no lo iba a dejar en paz.

—¡Dilo tú!

Cynthia señaló a su hijo.

Álex parpadeó y dijo la verdad:

—Mamá, sé que Flavio te ha acosado.

Cynthia se sorprendió mucho, se preguntaba cómo lo supo.

—Álex.

—Él me lo dijo.

Álex señaló a Alain.

—Cuando Flavio fue a nuestra casa y quiso invitarnos a comer, pensé que tramaba algo malo. Así que lo llamé para pedir ayuda. Él me preguntó si quería tomar represalias por ti, le dije que sí, entonces me dijo que me dejase atrapar por Flavio, porque de ese modo podrá encontrar pruebas de delitos de Flavio.

Álex sabía que su madre le daba mucha importancia. Aunque Flavio la intimidaba, tampoco arriesgaría su seguridad para tomar represalias contra él.

Originalmente, quería decírselo a Alain, pero cuando pensó que había abandonado a su mamá antes, no lo dijo. Su madre definitivamente se enojaría.

Ya se lo esperaba.

—¿Es así?

Cynthia preguntó. Mientras miraba a Alain, una frialdad invadió su interior.

No podía negarlo. Además, Alain no era alguien que no se atrevía a reconocer lo que había hecho.

—Sí.

Cynthia estaba muy enojada, pero no lo expresó frente a su hijo, sino que lo dejó descansar:

—Álex, duerme un rato más, iré a nuestro apartamento para traerte ropa.

Álex asintió como un buen chico y tiró de la colcha obedientemente. Luego miró a Alain en secreto y una sonrisa de éxito apareció en sus labios.

Pensó, «Mi mamá está enojada, a ver cómo la besas ahora»

—Tú te vienes conmigo.

Cynthia salió de la habitación después de hablar.

Alain miró a Álex.

—Mocoso, ¿me has tendido una trampa?

—Solo dije la verdad, ¿por qué dices que te he tendido una trampa?

Álex tiró de la colcha para tapar la mitad de su rostro, revelando solo un par de ojos que parpadeaban.

—Es una verdad que me dijiste que me dejara atrapar deliberadamente.

Su voz se volvió más baja con la última frase.

Sentía que no estaba bien lo que hacía.

Porque fue él quien le ayudó a castigar al malvado.

Pero era cierto que tenía parte de la culpa.

Pensando de esa forma, Álex ya no sintió pena por él.

—Bien.

Alain soltó una palabra, luego levantó los labios y se rio.

—Admito que he tenido mala suerte, pero...

La sonrisa en sus labios se hizo más grande, aparentaba impredecible.

—¿Crees que puedo convencer a tu mamá para que no se enoje conmigo?

—No puedes.

Álex tenía mucha confianza porque su mamá lo amaba mucho.

—Mi mamá me dio a luz, ella me quiere mucho.

¡Ja!

Alain se rio, se burló de su lógica.

¿Había que ser parido por ella para ser su persona más cercana?

Se inclinó, puso las manos en los costados y lo miró a los ojos.

—Mocoso, lo que puedo dar a tu mamá, tú nunca lo conseguirás.

Al encontrarse con sus ojos decepcionados, Cynthia se quedó pasmada por un momento, pero luego se rio burlonamente.

—¿No me quieres tener a tu lado solo por interés momentáneo? En tu mundo, has visto mujeres de todo tipo, y seguro que también muchas de tu mismo estatus social. ¿Qué puedo interesarte?

¿Su persona en sí?

Había muchas más guapas que ella.

—Seguro que a tu lado nunca han aparecido mujeres que han tenido hijos, ¿no?

Sus palabras eran hirientes.

Alain se rio de tanta ira que sentía.

—¿He sido demasiado bueno contigo? ¿Por eso te he hecho pensar que soy alguien fácil de tratar? ¿Es así?

—¿Has olvidado lo que me prometiste?

Se acercó poco a poco. Su aliento al hablar y su mirada llena de ímpetu estaban súper cercas de ella.

Cynthia contuvo la respiración.

—Pero también me prometiste no hacer nada a mis hijos.

—¿Les hice algo?

—Lo has utilizado.

—¿Entonces qué vas a hacer?

Cynthia bajó los ojos, «Sí, ¿qué le puede hacer?»

Ella no tenía fuerzas para ir en contra de él.

Si se tratara de ella misma, no le importaría soportar la ira y no decir nada, ¡pero no se rendiría de ninguna manera si se tratara de sus hijos!

—Si te atreves a utilizarlos de nuevo, te mataré.

Ella lo dijo con mucha firmeza.

—¿Matarme?

Alain nunca había visto a nadie que se atreviera a decir que lo iba a matar con tanta arrogancia delante de él.

Encima siendo una mujer.

En lugar de estar enojado, sonrió.

Apreciaba la fuerza de voluntad terca que tenía. En realidad, no tenía nada, pero seguía teniendo tanto coraje.

—Está bien, si sucede una vez más, me matas.

Le soltó la barbilla. Su mano pasó por sus hombros para cogerla de la cintura, entonces aplicó fuerza con su mano grande y consiguió traer a sus brazos la persona que estaba al otro lado de la consola central.

Cynthia exclamó:

—¿Qué estás haciendo?

—¡Chss! Baja la voz.

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