Cynthia pensó que había alguien fuera, así que se calló.
Pero descubrió que no había nadie por allí.
Todo estaba en silencio.
—¿Que estás haciendo?
Preguntó Cynthia.
Alain bajó la mirada, sus pestañas temblaban levemente.
Ella estaba sentada en su regazo en una postura extraña en ese momento.
La postura era extremadamente ambigua.
Su cara se sonrojó de inmediato, hasta su cuello estaba ruborizado, parecía a un camarón cocido.
—Tú-tú…
Cynthia trató de cubrirse la cara con su mano, pero Alain la agarró por la muñeca y la apretó en su palma, haciéndola incapaz de moverse.
Alain tragó saliva. Sus ojos negros brillaban intensamente, parecían algo húmedos o borrosos.
Se rio con voz ronca.
—Ya que me vas a matar, no puedes dejarme morir con arrepentimientos, ¿no?
Cynthia estaba estupefacta.
En ese momento, se olvidó de reaccionar y perdió la capacidad de pensar.
—¿Cuándo me aceptarás?
Sus labios se acercaron lentamente. Su aliento hizo temblar a Cynthia, sintió como si una chispa eléctrica invadió por todo su cuerpo.
Sus ojos estaban cubiertos por una capa de niebla, fina y superficial.
—No lo sé.
—Pero no puedo esperar más.
Su mirada ardiente parecía el sol abrasador en un desierto tropical, la quemaba de tal manera que no pudo pronunciar palabra en un buen rato.
—Si no hablas, lo tomaré como tu consentimiento.
Una mano acarició su espalda, frotando su cintura…
Una luz deslumbrante se reflejó en el espejo retrovisor para dar en los ojos de Cynthia. Volvió a su consciencia instantáneamente y empujó al hombre.
—No, aún no estoy preparada. Me prometiste que no harías nada sin mi consentimiento.
—Me diste tu consentimiento con tu silencio.
Cynthia no supo qué decir por un segundo.
—No hice eso.
Ella lo negó.
—Creo que hay alguien.
Cynthia miró por la luneta y vio que un coche negro aparcó detrás del coche.
Alain pensó que estaba poniendo excusas y dio un mordisco a sus labios.
—No me vas a engañar.
Cynthia miró con seriedad.
—No te mentí, es un auto negro con número de matrícula ZQ6668.
Los movimientos de Alain se detuvieron y miró hacia atrás.
Efectivamente, había un coche negro aparcado detrás.
Su rostro estaba un poco tenso. El ambiente apasionado de antes se volvió más fría.
—¿Lo conoces?
Cynthia notó el cambio en el rostro de Alain.
Él dijo un “sí” débilmente.
¿Cómo no iba a reconocer el coche de su padre?
¿Por qué había venido en ese momento?
Le abotonó la ropa a Cynthia y le recordó:
—Siéntate en el coche y no te muevas.
Cynthia asintió.
Después de ordenar la ropa de Cynthia, abrió la puerta para bajarse y caminó hacia el coche de atrás.
—Es Alain de verdad.
Carmen le dijo a su marido.
Alejandro tenía una expresión de descontento.
—¿Qué hace aquí a estas horas?
¿Por qué estaba perdiendo sensatez en sus comportamientos?
Al principio Alejandro iba a venir a buscar a Alain solo, pero Carmen estaba preocupada de que se pelearan, así que vino con él.
Omar salió del auto y caminó respetuosamente hacia Alain.
—Señor.
Alain lo ignoró, solo miró a la persona en el auto.
—¿Tienes tiempo?
Alejandro preguntó.
Alain mostró indiferencia, solo dijo a la ligera:
Alejandro tembló con rabia.
—¿Cuántos años han pasado? ¡Deberías dejarlo pasar ya!
—Si no me meto en tus asuntos, tampoco te metas en mis asuntos.
Alain no dijo nada grosero esa vez, solo que su tono era muy frío y no tenía el menor rastro de emoción, como si estuviera hablando con un extraño.
Después de hablar, se dio la vuelta nuevamente. Luego de caminar unos pasos, se detuvo, no se dio la vuelta, pero habló con la persona que estaba detrás de él.
—En cuanto a la noticia, sé lo que estoy haciendo.
Alejandro estaba cabreado.
—Vamos a casa.
Carmen estaba parada a un lado de la carretera sin moverse, se limitó a mirar la figura alta que se iba cada vez más lejos.
—Vamos.
Alejandro fue a tirar de la mano de Carmen.
Confiaba en la capacidad de Alain, por eso confiaba en que podía manejarlo bien.
Se hizo cargo del Grupo Superior a la edad de 20 años. Desde un recién graduado hasta el presente, sus logros lo habían enorgullecido mucho.
—Sólo quiero verlo.
Carmen se frotó el rabillo del ojo.
Alejandro estaba a su lado sosteniendo su mano, también estaba mirando hacia la misma dirección.
—Deberías estar contenta.
Carmen estaba un poco melancólica, «Sí, debería estar contenta»
Alain regresó al coche y se marchó en silencio.
Cynthia vio que estaba de mal humor, así que no preguntó nada, se limitó a quedar sentada en silencio a un lado.
No iba a ninguna dirección, simplemente se desplazaba al azar en la ciudad. Cynthia extendió la mano para tomarle el dorso de la mano.
Ella entendía sus sentimientos.
Vega le había contado algo sobre su discordia con Alejandro.
Antes vio a la persona que se bajó del auto. Reconoció a Carmen porque había ido a buscarla.
No tenía una mala impresión sobre Carmen, se diferenciaba del concepto de amante que tenía en mente.
Pero después de todo, se convirtió en la señora Paramés empezando como amante.
—Mi papá también abandonó a mi mamá, sé cómo te sientes.
Alain miró fijamente la mano que sostenía el dorso de su mano. Giró el volante para detener el auto a un costado de la carretera y extendió la mano para abrazarla. Cuando tenía al cuerpo cálido y suave en sus brazos, sintió que su corazón ya no estaba tan vacío.
Enterró la cabeza en su cuello, se sumergió en su cabello y susurró:
—Déjame abrazarte un rato, solo un rato.
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