¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 138

Volvió la cabeza para ver a Alain de pie detrás de ella, de cara a la luz no podía ver su expresión con claridad, solo podía apreciar un contorno vago.

La recepción tomó la tarjeta de Alain.

—Sumando el consumo de las dos habitaciones, el total es de 1.500€.

—Oh, oh, resulta que el coche lo conducía la señora Paramés.

Cristián animó las cosas a un lado. Cynthia bajó la cabeza, guardó la tarjeta y preguntó en voz baja:

—¿Vas a volver?

Antes de que Alain respondiera, Cristián tomó la delantera.

—Pero si aún es pronto, ¿para qué volvéis a casa ahora? Es más...

Señaló a Alain y Cynthia.

—Todavía me debéis una copa de vino de bodas, creo que hoy es el día perfecto para que me invitéis a esa copa.

Alain no rechazó la idea. En sus ojos había una luz incompresible.

Cynthia solo se sintió avergonzada, sobre todo se sentía muy incómoda con la forma en que Cristián la llamaba.

—Creo que no me voy a unir, id vosotros.

Cynthia dio la vuelta para irse, pero Alain la agarró por la muñeca.

—Espérame.

Cynthia quería librarse de su mano, pero su agarre era tan fuerte que no podía librarse.

En ese momento, como la recepción había terminado de cobrar, le entregó la tarjeta y la factura de consumo.

—Gastó un total de 1.500€.

Alain guardó la tarjeta en su billetera y dijo a la ligera:

—Vamos.

Cristián no pensaba dejarlos ir, así que se detuvo frente a ellos.

—Si no me invitas a tomar una copa hoy, de ninguna manera os dejaré ir.

Cristián levantó la cabeza y dijo como si fuera un gamberro que chantajeaba a la gente que pasaba en la calle.

Chloe estaba atrás retrocediendo silenciosamente, tenía la intención de abandonar el lugar. Por su lado, Cristián vio en el espejo que la mujer detrás de él intentaba irse a escondidas.

Cristián vio que acababa de salir con Cynthia, lo que significaba que se conocían. Entonces se dio la vuelta para agarrarla.

—No te vayas.

Chloe se asustó y lo miró con horror.

—No tengas miedo, ¿eres amiga de Cynthia?

Cristián sonrió, sus dientes blancos eran especialmente deslumbrantes bajo la luz.

Chloe miró a Cynthia y asintió.

—Soy la asistente de Cynthia.

—Oh, ¿a qué os dedicáis?

—Diseño de moda.

—Pues da la casualidad de que necesito encargar un conjunto de ropa.

—Bien, nuestra tienda abrirá pasado mañana, le invitamos a pasarse.

Chloe hablaba con fluidez.

¿Qué?

Cristián parpadeó.

—¿Habéis abierto una tienda que abre pasado mañana?

Chloe asintió.

Cristián abrazó a Mauricio que estaba viendo la escena a un costado y le enganchó el cuello para abajo.

—La tienda de la señora Paramés se va a abrir, tenemos la obligación de pasarnos, tienes que sacar tiempo para ir ese día.

—De acuerdo.

Mauricio respondió.

Él pensaba que, aunque Alain y Cynthia estaban divorciados, tenían hijos. Volver a casarse solo era cuestión de tiempo. Viendo cómo se comportaba Alain, parecía que se preocupaba mucho por ella.

Por lo que tenía que pasarse ese día, aunque no tuviera tiempo iba a hacerse un hueco.

Cristián sonrió con su cara bonita.

—Señora Paramés, si no nos invitas a una copa de bodas hoy, no me iré de aquí.

Se hacía el tramposo.

Cynthia frunció el ceño.

Miró a Alain, esperando que pudiera decirle algo a ese amigo suyo.

Para que no la pusiera en un dilema.

¿Qué vino de boda?

¿Dónde estaba la boda?

Alain fingió como si no hubiera visto nada, le cogió la mano para acariciarla en su palma.

No rechazaba el vino de bodas que había dicho Cristián.

Cuando se casó con Cynthia, no hubo ninguna ceremonia ni bodas. Incluso no se la presentó a ninguno de sus buenos amigos.

Inexplicablemente se complació por el apodo de “señora Paramés” que decía Cristián.

En el pasado no quiso presentárselos a ellos dos porque no estaba interesado en Cynthia.

Ese matrimonio tampoco era lo que quería.

Pero ahora era diferente, quería quedarse con ese matrimonio, igual que quería quedarse con esa mujer.

También estaba dispuesto a hacer público su relación.

Cristián y Mauricio eran sus buenos amigos.

No estaba mal que lo supieran.

—Entonces, si no tienes tiempo de invitarnos una copa puedes irte primero. Mauricio y yo iremos a tomar una copa con esta señorita.

Cristián agarró a Chloe del brazo y tiró de ella para llevársela.

—Cynthia.

Chloe le gritó a Cynthia en pánico.

—Espera un momento.

Cynthia se vio obligada a aceptar.

—Suéltala primero.

Cristián lo hizo deliberadamente. La mujer que a Alain le gustaba no debería tener mal carácter, definitivamente no estaría de brazos cruzados viendo cómo se iba a llevar a su asistenta.

Ella no era tonta, era obvio que eran un grupo de gente no común, no se atrevía a relacionarse con gente así.

Mauricio parecía muy honesto, pero Cristián daba una sensación de playboy.

No tenía ninguna pinta de serio. No quería tener nada que ver con una persona así.

Cristián fue rechazado una y otra vez, así que su entusiasmo se estaba desvaneciendo.

Mientras levantaba la ventanilla echó otra ojeada a Chloe.

Esa mujer era bastante divertida. Actuaba muy cuidadosamente.

Tampoco era un malvado.

¿Por qué desconfiaba tanto de él?

Después de que sus autos se alejaron, Chloe no tuvo más remedio que llamar a Emma y pedirle que viniera a recogerla.

Seguía siendo un lugar elegido por Cristián. Era un bar de alta gama.

A esas horas las cosas estaban muy animadas. La vida nocturna llena de gente en un ambiente con luces, alcohol y fiestas acababa de comenzar.

La habitación grande en el segundo piso era espaciosa y tenía una buena vista. De pie arriba, se podía ver todo el bar, especialmente la pista de baile que había en el vestíbulo del primer piso. Los hombres y las mujeres bailaban y cantaban apasionadamente bajo las luces de colores.

Cristián se paró frente a la barandilla del segundo piso con una copa de vino en la mano, no aparentaba nada serio moviendo sus piernas.

Mauricio estaba acostumbrado de su pinta, ya no le extrañaba.

—No te sueltes tanto.

Le recordó a Cristián.

Hoy contaban con la presencia de Cynthia.

Cristián también se dio cuenta de que se había pasado un poco, por lo que rápidamente se sentó y dejó a un lado su pinta de poco serio.

—Señora Paramés, me presenté la última vez, ya deberías conocerme, ¿verdad?

Cynthia extendió la mano para quitarse el cabello que le tapaba las orejas, quería ocultar la vergüenza que sentía por cómo la llamaba.

—Sí.

—Este es Mauricio Gómez.

Cristián sonrió y puso los brazos sobre los hombros de Mauricio.

—También es el mejor amigo de Alain.

Mauricio le dio un codazo a la cintura de Cristián.

—¿No sé hablar o qué? ¿Te he pedido que hables por mí?

—Temía que no puedes dejarlo claro, me acuerdo de que cuando estábamos en la universidad, te sonrojabas hablando con las chicas… ¡Ah! Duele…

—¿Te duele? ¿Por qué creo que no te duele?

Mauricio aplicó más fuerza en su codazo. Había sido entrenado profesionalmente, en cambio Cristián era un debilucho que no podía soportar su fuerza.

Se le arrugó la cara por el dolor que sentía.

Cynthia podía notar que, a pesar de sus peleas, tenían una buena relación.

Se acercó a Alain para susurrar:

—Voy al baño.

Alain le soltó la mano y emitió un leve “vale”.

Cynthia se levantó para irse, siguiendo las instrucciones encontró la ubicación del baño.

Desafortunadamente, cuando entró, alguien salió y justamente se chocaron.

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