¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 191

Parecía que el tiempo se detuvo en ese momento.

Cynthia estaba allí parada, balanceándose, como si se fuera a caer al siguiente segundo.

Alain miró sus ojos desesperados para decir palabra por palabra:

—Fui yo esa noche.

Se quedó impactada por las palabras de Alain, como si hubiera recibido una descarga eléctrica que la dejaba en un estado de demencia.

Había perdido el equilibrio de pie.

—¿Qué dijiste...?

Tartamudeó.

De repente se cubrió la cara, llorando y riendo.

—Imposible, es imposible, ¿cómo podrías ser tú?

No podía creerlo, caminaba de un lado a otro delante de la cama, preguntándose cómo era posible.

Accidentalmente golpeó el borde de la cama con la pierna y se cayó al suelo. Se rascó el cabello vigorosamente.

—Flavio me ayudó a hacer una investigación en ese entonces, dijo, dijo... que esa noche fue un hombre local, ¿cómo pudiste ser tú?

Alain agarró su mano que quería rascar a sí misma con intención de hacerse daño, le enganchó la barbilla y la obligó a mirarle.

—¿Qué has dicho? ¿Que has investigado?

Todavía había rastros de lágrimas en sus ojos.

Ella lo miró con inquietud, pero no pudo decir nada durante un buen rato. Sacó la mano que sostenía Alain, le rozó la mejilla con los dedos, deslizó hacia su cuello para finalmente llegar hasta su hombro:

—Una vez encontré una marca de mordedura en tu hombro... Tuve sospechas, por eso le pedí a Flavio que me ayudara a investigar, luego me dijo... que el hombre de esa noche fue un local.

Poco a poco se fue calmando. «¿Acaso su sospecha era cierta y Flavio le mintió de verdad?».

Flavio había estado a su lado cuidándola, ayudándola, e incluso en algunas ocasiones decía que Álex y Alessia daban mucha pena porque no tenían a un padre.

Pero, en realidad, siempre supo la verdad, ¿pero se lo había estado ocultando todo el rato?

Ella levantó los ojos

—¿Me mintió?

Tenía las manos frías. Las palmas calientes de Alain envolvieron con fuerza sus manos frías.

En ese momento, ninguna palabra podía expresar sus sentimientos, todo lo que quería decir se convirtió en un beso profundo.

Cynthia todavía sentía que estaba en un sueño, porque todo le parecía tan etéreo e irreal como burbujas que se rompían con un solo toque.

Pero el calor que le transmitía sus manos era tan real y abrasador.

—¿Lo has investigado bien?

Ella no sabía si eso era una mentira que se inventó solo para hacerla sentir tranquila.

Alain bajó los ojos, frotó suavemente las manos que tenía en la palma.

—No necesito investigar nada, sé que eres tú.

En el momento en que supo la verdad, descubrió de dónde venía la inexplicable familiaridad que tenía de ella.

Resultó que todo eso tenía su sentido.

Cynthia retrajo su mano, entonces su palma se quedó vacía repentinamente, enseguida la miró porque no estaba acostumbrado a ese vacío.

Cynthia lo miró fijamente.

—No quiero que haya malentendidos luego.

Después de calmarse se volvió mucho más tranquila, ese asunto no era trivial, determinaba quién era el padre de sus hijos.

Alain le acarició el rabillo del ojo, notó que había perdido más peso y que tenía la piel fría, se imaginaba cuánto había sufrido estando afuera.

—¿Cómo crees que supe todo esto?

Alain se sentó en el borde de la cama, la llevó a sus brazos, le frotó los hombros y le contó sobre la prueba de paternidad que Alejandro hizo a sus espaldas.

Por lo que, no cabía duda de que Álex y Alessia eran sus hijos.

Cynthia cerró lentamente los ojos. Todavía sentía que estaba soñando.

—Pellízcame.

Alain bajó la mirada y descubrió que tenía una cicatriz en la frente, no era muy visible con la capa de maquillaje. Acarició poco a poco esa parte gentilmente, con un poco de temblor incontrolable.

Sus ojos estaban enrojecidos debido a la angustia que sentía por no haber podido descubrir y proteger a tiempo ante su desaparición.

Sentía pena por ella, sí, era pena. Ella nunca había visto una mirada tan viva, profunda y lastimera en su rostro. También había sido amable con ella en el pasado, pero no le dio toda su sinceridad. En ese momento, su corazón que nunca había sentido nada por nadie, sintió algo por él.

—¿Por qué apareciste aquí?

Preguntó Alain.

La información que sacó de Ruth fue que Flavio la iba a llevar a la Provincia S.

«¿Por qué apareció allí y encima tenía algo que ver con Arturo?

¿Qué pasó?

¿Qué había tenido que pasar?».

Pensando en los días en que Flavio restringió su libertad, no pudo evitar temblar. Aunque había estado muy cerca de la muerte varias veces, todavía tenía miedos persistentes en ese momento.

Sus anchas y calientes palmas acariciaron su esbelta espalda para consolar sus inquietas emociones.

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