¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 193

—No tengo experiencia. De todos modos, ¿todavía necesitas saber de eso ahora?

Si estaba casado y tenía hijos, se preguntaba con quién querría tener la relación amorosa.

Los ojos de Mauricio se abrieron en grande.

—No me digas que...

Pero pensándolo detenidamente, él no era un tipo inconstante. Además, había estado muy ansioso en esos días que Cynthia estaba desaparecida, debería gustarle mucho.

Alain frunció el ceño, pensando en la luz en los ojos de Cynthia cuando mencionó eso, sintió muchas ganas de satisfacerla.

Mauricio lo miró y preguntó con cautela:

—¿Cynthia se niega a estar contigo?

Alain le dedicó una mirada con frialdad.

Aunque Cynthia se negaba, tampoco se lo contaría a él. Si se lo contara, ¿no se reiría de él?

Mauricio movió la boca.

—En cuanto a cómo complacer a una mujer, tienes que ir a Cristián.

Sonó el timbre del ascensor.

En ese momento, el ascensor volvió a su posición original y la puerta del ascensor se abrió.

En el pasillo, Cynthia no fue a la habitación privada, sino que se paró en el vestíbulo para hablar con Arturo. Alain no pudo escuchar lo que decían, pero simplemente al verlos hablar juntos, su expresión cambió instantáneamente.

Se bajó del ascensor para ir hacia ellos. Por su lado, Mauricio redujo la velocidad y se alejó un poco de él.

Tenía una pinta de disgustado, no quería ser víctima de su enojo.

Cuando Arturo vio a Cynthia con los dos hijos, se quedó aturdido por mucho tiempo.

«¿Es cierto que estaba casada y tenía hijos?».

—¿Por qué no has vuelto?

Cynthia no esperaba encontrarse con él.

Arturo dijo sinceramente:

—Te estoy esperando.

—¿A mí?

Preguntó Cynthia.

Arturo originalmente quería averiguar la relación que tenía ella y Alain, pero en ese momento se dio cuenta de que sus sospechas estaban equivocadas y que ella realmente estaba casada.

Por dentro estaba decepcionado, pero aparentemente mostraba una sonrisa.

—¿No crees que nos ha unido el destino?

Cynthia no entendió por qué dijo eso.

En ese momento, vio a Cynthia saltar al río, luego le pidió a su gente que la rescatara por humanidad, no quería ver a una vida desaparecer así sin más en el mundo.

Después de rescatarla, vio el brazalete de jade en su mano y pensó que era la hija de Carmen, así que la llevó de regreso e hizo que Flavio no pudiera encontrarla.

Para obedecer los deseos que su padre adoptivo dijo antes de morir, no permitió que Cynthia contactara con su familia, sino que la retuvo en su casa. Como quería casarse con ella, tenían que llevarse bien.

Por eso no permitió que Cynthia contactara con su familia.

Cuando los dos se conocieran más, incluso si ella regresara a su casa, seguirían siendo amigos, y sería lógico que luego fuera a conquistarla.

Sin embargo...

No solo se equivocó reconociéndola como la hija de Carmen, sino que encima estaba casada.

Sus ojos se posaron en los dos niños que Cynthia tomaba de la mano, eran muy lindos, se parecían a ella, y también a ese hombre.

—¿Puedes decirme cómo conseguiste tu brazalete de jade?

Si no era la hija de Carmen, ¿cómo obtuvo el brazalete de jade de Carmen?

¿Qué relación tenía ella y Carmen?

Cynthia no sabía la relación de Arturo y Carmen.

Parecía estar muy interesado en ese brazalete de jade.

Ella no dijo la verdad, aún desconfiaba de él en su interior.

—Puede que se parece al que conoces, pero no el mismo.

Obviamente ella no quería decirlo.

Arturo no la forzó, pero miró a sus dos hijos y preguntó:

—¿Habéis venido a comer?

Cynthia asintió.

—Sé lo que está bueno aquí, ¿qué tal si comemos juntos?

Arturo intentó preguntar.

—No, estamos esperando a papá.

Alessia se negó rápidamente.

Ese hombre iba en silla de ruedas y no era tan guapo como su padre.

Con unas simples frase se atribuyó el favor que le debía Cynthia a Arturo, como si le estuviera diciendo a Arturo que si quisiera alguna recompensa por la ayuda que prestó, que buscara él y no a Cynthia.

Cynthia volvió la cabeza para mirarlo, entonces una corriente cálida recorrió su interior, sintió que lo dijo pensando por ella, para que no debiera favores a Arturo.

Desde siempre, los favores entre la gente habían sido difíciles de devolver.

No importaba qué propósito tenía Arturo al principio, pero era un hecho que le salvó la vida.

La mirada de Arturo se posó en la mano que sostenía a Cynthia por un instante, naturalmente entendió el significado de sus palabras. Miró los pies de Cynthia que llevaban tacones altos y preguntó con preocupación:

—¿Por qué te has puesto tacones altos? La lesión en tu pie aún no está curada del todo, ¿no lo tienes en cuenta?

Cuando antes vio a sus hijos, estaba tan emocionada que no se dio cuenta, además, se le pasó un poco también porque estaba ya medio curada.

—Estoy bien.

El rostro de Alain cambió de repente, perdió la calma de antes porque él ni siquiera sabía que tenía una herida en el pie.

Sosteniendo su mano dijo:

—Vamos.

—La habitación privada está por aquí.

Mauricio era sensible a lo que estaba pasando, cierto que estaban en el territorio de Arturo, pero no podían dejar que tomara la iniciativa.

—Señor Arturo, por favor.

Mauricio hizo un gesto de por favor.

Arturo lo miró y dijo:

—Vamos.

Entonces, Pablo, que estaba detrás de él, empujó la silla de ruedas.

Mauricio pidió la habitación privada más grande del hotel, había una mesa con capacidad para veinte personas en el medio, la habitación privada era amplia y luminosa.

Alessia le puso las rodillas en el regazo y le rodeó el cuello con los brazos, cara a cara le dijo:

—Papá, ¿cuándo vamos a comer?

Alain apretó la cara rellenita de su hija y dijo en un rato.

Mientras hablaba, miró debajo de la mesa, donde estaban los pies de Cynthia, no había heridas evidentes en los tobillos.

«¿Dónde se ha lesionado?»

A la espera de que trajeran la comida, Arturo tomó la iniciativa de hablar con Cynthia:

—¿Vas a estar libre mañana? ¿Te llevo a ver a ese maestro?

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