¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 213

—¿Cómo pudiste hacer eso?

A Santino le parecía desconocida la madre que tenía delante.

—¿No te gustaba mucho Carmen?

—Me gusta porque es la señorita de la familia Carpio, pero Isidro está muerto, ¿crees que seguirá siendo la señorita de la familia Carpio? Como era de esperar, en cuanto murió Isidro, su familia se metió en problemas.

Carolina agarró a su hijo por el hombro.

—Espabílate, eres el único heredero de la familia Blanca. Puedes conseguir a cualquier tipo de mujer. Con la familia Carpio en banca rota, Carmen no es nadie, no es digna de ti, ¡deberías encontrar una mujer mejor que tenga el mismo estatus social que tú!

Santino miró a su madre, su voz era ronca.

—Pero me gusta, me gusta mucho, quiero casarme con ella, quiero que sea mi esposa...

¡Paf!

Carolina abofeteó a su hijo con decepción y lo regañó con rabia.

—¡¿Puedes pensar en tu futuro?!

«¡Si no es más que una mujer!».

—¿Cómo crees que una mujer recaudó millones de euros de la noche a la mañana?

Carolina miró a su hijo con fiereza.

—La vi subirse a un coche de lujo. Estoy segura de que ha perdido la virginidad. ¿Qué pasa? ¿Quieres a una mujer de segunda mano?

—¡Ahh…!

Santino no soportaba a una madre así ni lo que decía, la apartó y salió corriendo.

Corrió hacia el río donde a Carmen le gustaba ir en el pasado, allí fluía el agua clara.

Los dos solían venir a ese lugar, Carmen siempre se apoyaba en sus brazos y disfrutaba de la paz que solo les pertenecía a ellos.

Habían estado allí el día antes del cumpleaños de Carmen. Él rodeó a Carmen con sus brazos y dijo:

—Falta un día para que cumplas 20.

—¿Y?

Santino la besó en la cara.

—En nada podemos casarnos.

Hablando le abrazó la cintura.

—Quiero que me des a muchos niños. No nos iremos a ninguna parte. Nos quedaremos aquí para pasar una vida sencilla, ¿te parece?

Carmen se acurrucó en sus brazos con los ojos húmedos.

—Santino, ¿me amarás para siempre?

Santino respondió afirmativamente.

—Sí, nunca te defraudaré, te amaré para siempre, no dejaré que sufras ningún daño, te protegeré.

Carmen yacía en sus brazos, abrazándolo con fuerza, luego dijo en broma:

—Estoy dispuesta a casarme contigo y darte muchos hijos. En el futuro, haremos que el Pueblo Montero se convierta en la Ciudad Blanca, entonces aquí vivirán los descendientes de la familia Blanca...

Santino besó su cabello, bromeó:

—¿Vas a dejar de lado la familia Carpio?

Carmen lo rodeó con sus brazos y tomó la iniciativa de besarlo.

—Bueno, me casaré con un tipo que se apellida Blanca, así que...

—¿Cómo que un tipo?

Santino fingió tono de serio.

—Pues tú...

—¿Qué dices que soy?

Carmen temía que Santino la castigara, lo empujó y se escapó.

Santino la persiguió.

—Carmen, detente de inmediato o no te dejaré en paz nunca.

Carmen se rio y lo miró.

—¿Cómo vas a «no dejarme en paz»?

Santino dijo con orgullo:

—Casarme contigo, encerrarte en la habitación para que pueda ser el único que te aprecie, te mire, te ame...

—¡Qué descarado eres!

Carmen sonrió con asco.

—No le digas a la gente que nos conocemos... ¡Ah!

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