¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 216

—¿Te has hecho daño?

Alejandro se quedó estupefacto por un momento antes de darse la vuelta y darle la espalda.

—Llévame al hospital.

Esa forma de encontrarse era vergonzosa y humillante, pero no podía tenerlo en cuenta.

No podía describir cómo se sentía ahora mismo, pero de todos modos no era nada agradable.

Alejandro caminó rápidamente hacia la cama para tirar las sábanas y cubrirla el cuerpo, después de envolverla, la levantó.

No pesaba nada. Aljandro sintió su temperatura y su respiración tan claramente por primera vez, su mandíbula se apretó involuntariamente.

—¿Dónde te has hecho daño?

¿De qué otra manera habría sangre?

Alejandro entendía que debía haberse hecho alguna herida, por eso había sangre en el suelo.

Carmen bajó la cabeza, no tenía ganas de hablar ni sabía qué decir, más bien no sabía qué expresión o palabras usar para decirle que podría estar embarazada y que el niño le pertenecía.

Podía ver que sentía algo por su esposa.

No sabía si odiaría a ese niño hasta el punto de querer que abortara.

Había demasiadas incertidumbres, por eso no se atrevió a decir nada.

Pronto, la llevaron al hospital.

Efectivamente estaba embarazada de dos meses, con más certeza se trataba de nueve semanas.

Ella no lo sabía, porque no tuvo náuseas matutinas.

Tenía señal de aborto espontáneo, por lo que el médico le aconsejó que se quedara en cama y descansara hasta que el feto estuviera en condiciones estables.

Tumbada en la mesa de operaciones, Carmen estaba confundida mirando la luz brillante que tenía delante, el olor a desinfectante le rodeaba, era frío y desagradable.

—Bebí un poco de alcohol, ¿afectará al feto?

—Si es un poco no le afectará. Si estás preocupada tienes que hacer revisiones a tiempo. Esta vez ha sido peligroso. Después de todo, has sangrado. Si quieres tener al niño, debes descansar, de lo contrario lo perderás.

Carmen asintió y dijo:

—Entiendo.

Cuando el médico la empujó para salir, cerró los ojos y fingió dormir.

Alejandro estaba parado junto a la ventana del pasillo para contestar el teléfono. Cuando escuchó que abrían la puerta de la sala de cirugía. Dijo «espera a que mañana vaya a la empresa a gestionarlo» antes de colgar el teléfono. Se acercó y miró a Carmen que estaba acostada en la cama del hospital. Tenía los ojos cerrados, parecía estar dormida.

Pero su rostro estaba pálido.

Miró al médico y le preguntó:

—¿Cómo está?

—No tiene lesiones, solo tiene señales de un aborto espontáneo, si queréis este niño, tiene que descansar bien.

Carmen estaba acostada en la cama, pero la mano que tenía debajo de la colcha agarró la sábana con fuerza, se sentía nerviosa porque tenía miedo de escuchar que dijera que no quería al bebé.

Por su lado, Alejandro se quedó allí pasmado por mucho tiempo.

«¿Está embarazada? ¿De quién era el bebé? ¿Mío?».

Al igual que Carmen, tenía muchas dudas en mente.

No sabía cómo afrontar la llegada inesperada de ese bebé ni con qué estado de ánimo.

—¿De cuánto tiempo?

Apretó las manos a los lados.

—De nueve semanas.

El doctor dijo.

—Piensa demasiado, eso no es bueno para el crecimiento del feto, necesita tener un descanso decente. Es mejor que la persuadas.

Alejandro dijo que sí.

Luego la llevó a la sala con el personal del hospital.

El médico explicó algunas precauciones:

—Dado que ha sangrado, no es bueno que camine, trabaje o tenga sexo.

El médico malentendió que eran marido y mujer, por lo que habló de manera muy directa.

Alejandro tosió de forma antinatural y dijo a la ligera:

—De acuerdo.

Después de la explicación, el médico se fue con la enfermera.

Carmen se sintió afortunada de que estuviera fingiendo dormir, de lo contrario, no sabría cómo enfrentarse a Alejandro.

Era una situación demasiado vergonzosa.

Aun así, su rostro se puso ruborizado.

Por su lado, Alejandro todavía estaba sumergida en esa repentina «sorpresa», no sabía qué hacer.

Estuvo un largo rato junto a la ventana, tanto que Carmen pensó que se había ido.

Sabía que él también tenía un caos en mente ahora.

¡Biiiip, biiiip!

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