¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 225

Alejandro le dijo a la criada que se fuera, cuando esta se fue, miró a Fernanda y dijo:

—Tu hermano ha descubierto a Carmen, pensó que era mi amante, ahora está muy cabreado.

Fernanda se sentó de inmediato.

—¿La hizo daño?

Ella conocía el temperamento de su hermano, teniendo en cuenta lo mucho que la adoraba, definitivamente odiaría a Carmen, por lo que era posible que le hiciera algo.

—No, pero ya no podremos ocultar más su existencia.

Fernanda suspiró aliviada. «Menos mal que no la hizo daño, si Elio le hiciera algo, no me perdonaría en esta vida». A pesar de que accedió a ser la mujer de Alejandro y tener un hijo suyo por el dinero, sabía que no le quedaba otra en ese momento. Después de casi un año conviviendo, había concluido que era una buena mujer.

—¿Qué piensas hacer?

Fernanda notó que Alejandro tenía algo que decirle.

—Aprovechemos la oportunidad para divorciarnos.

Fernanda naturalmente anhelaba el divorcio, pero todavía estaba un poco preocupada:

—Te perjudicará.

Después de todo, lo considerarían como el que había sido infiel a ese matrimonio, él se convertiría en la parte equivocada, sin duda toda su familia lo culparía.

—El asunto ha llegado a este punto, no nos queda otra. Con la existencia de este niño, por muy molesto que estén, tampoco pueden hacerme nada.

Por muy enojada que estuviera la familia Bezos por su infidelidad, tampoco le haría nada, porque el niño seguía siendo de él y Fernanda.

Fernanda lo pensó y sintió que no les quedaba otra opción.

—Está bien, siento ponerte en esta situación.

—No digas eso.

Alejandro estaba muy tranquilo en ese momento, terminar con esa absurda relación era algo bueno para él.

Divorciarse de Fernanda y casarse con Carmen era lo único que podía hacer ahora. Ellos eran los padres del niño, solo así podían cuidarlo y acompañarlo en su crecimiento.

—Si ya has tomado la decisión, haré lo que me digas.

Fernanda respiró hondo y miró hacia la cuna.

—Tener a su madre a su lado es lo mejor para él.

El estatus social era insignificante para un bebé, la compañía de la madre era lo mejor.

Después de sacar una conclusión con Fernanda, esta estaba a punto de hacer una llamada a su casa, pero la puerta de la sala se abrió y Elio entró.

Fingió que no pasó nada y le preguntó a Alejandro con la mirada:

—No le dijiste nada a Fernanda, ¿verdad?

No quería que Fernanda supiera que Alejandro tenía a una amante.

—Elio, ¿por qué estás aquí?

Fernanda se sintió un poco nerviosa, bajó y tomó al niño en sus brazos, temiendo que supiera algo y lastimaría al niño.

Pero para Elio, eso era un comportamiento que demostraba su amor por su hijo, por eso dejando de lado su malestar físico, quería cuidar bien al niño.

Miró a Alejandro.

—Tengo algo que decirte, sal conmigo.

—Si tienes algo que decir, dilo aquí.

Fernanda sabía que la calma actual de Elio era fingida, no sabía si sacando a Alejandro le haría algo.

—Son temas de hombres que no puedes escuchar.

Elio miró a su hermana.

—¿Qué pasa? ¿No puedo llevarme a tu marido ni un rato?

—No es eso, Elio...

—Venga, sólo son dos palabras que quiero hablar con él, quédate aquí.

Elio le dio una palmada a su hermana en el hombro.

Pero esta todavía estaba inquieta.

Alejandro le dirigió una mirada de que no se preocupara.

—No te preocupes, Elio tendrá algo que decirme y no quiere que te preocupes por eso.

—Pero...

—Venga.

La paciencia de Elio se estaba agotando, así que interrumpió a Fernanda.

—Te espero fuera.

Después de hablar, Elio salió de la sala.

—No te preocupes.

Dicho eso, Alejandro lo siguió. En ese momento quería escuchar lo que Elio diría.

Los dos caminaron hasta el final del pasillo y entraron en la escalera. En ese espacio tranquilo, Elio abrió la boca primero:

—No se lo has contado a Fernanda, ¿verdad?

Elio lo apartó.

—Quizás se fue por su cuenta, de todos modos, no le he hecho nada, no tengo ese tiempo.

Alejandro lo miró y entró en la habitación. La habitación no era grande, el único lugar donde podía esconder a la gente era el baño. No había nadie allí, tampoco había señales de resistencia o lucha en la habitación. Todo conducía a que Carmen podría haberse ido por su cuenta.

«Pero ¿dónde está? Si no tiene amigos ni familiares en la Ciudad B».

—¿Qué pasa? ¿De verdad se ha ido?

Elio se apoyó contra la puerta, una rápida burla cruzó por sus ojos.

Alejandro lo ignoró.

En ese momento sonó su celular, cuando lo sacó vio que en la pantalla aparecía el nombre de Carmen. En ese momento, Carmen aún no había dado a luz, para facilitar el contacto guardaron el número del otro.

Respondió rápidamente el teléfono:

—¿Dónde estás?

—Me he ido, no me busques.

La mano de Alejandro se apretó en un puño.

—¿Qué has dicho?

—No te quiero, no puedo casarme contigo.

Alejandro se sintió horrible, sosteniendo el teléfono dijo:

—Dime dónde estás. Iré a buscarte, dejemos el asunto claro en persona.

—Yo... me di cuenta de que todavía amo a mi exnovio, no me desprecia, así que...

Alejandro apretó el teléfono en su mano, parecía que lo iba a hacer pedazos.

—No te creo...

—Ya me he ido con él. ¿Qué sentido tiene si no me crees?

Alejandro se quedó pasmado en el lugar, como si el alma se le separó del cuerpo.

«Me lo había prometido.

¿Se fue?

¿Se fue con su exnovio?

¿Me mintió?».

Elio lo miró, frunció los labios y salió de la habitación.

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