¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 291

Él se rio.

—Yo no digo mentiras.

Cynthia se sonó la nariz.

—Qué suerte tenerte.

Alain besó su largo cabello.

—¿Entonces vas a tratarme mejor?

Cynthia se secó el rabillo del ojo.

—Bueno, me voy a duchar.

Rápidamente cogió la ropa para ir al baño.

Alain se rio impotente al lado de la cama. Teniendo en cuenta la situación actual, su noche de bodas sin duda se iba a atrasarse.

Cuando Cynthia fue a ducharse, Alessia se despertó. Como no cenó, ahora tenía hambre.

Alain la llevó abajo y llamó a Vega.

—Alessia, estás despierta.

Vega se acercó y echó un vistazo, la niña acababa de despertarse, tenía las mejillas rojas.

—Tiene hambre.

Alain dijo a la ligera.

Preguntó Vega.

—¿Qué te apetece comer, Alessia?

La niña todavía estaba un poco aturdida, solo tenía hambre.

—Algo delicioso.

—¿Entonces te preparo sopa de wantán?

—Vale.

La niña asintió sin comprender siquiera lo que dijo.

Alain la llevó en brazos a lavar la cara, que sino tenía una cara de dormida.

La niña no quiso bajarse de su abrazo, parecía un pulpo que se pegaba a su padre. Alain la besó con mimo en la mejilla.

—Ojalá tu mamá también se me pega tanto.

—¿Mamá?

La niña miró el alrededor.

—¿Dónde está mamá?

—Tú mamá se fue a duchar.

Alain le secó la cara.

—Vamos a comer wantán.

Vega preparó wantán y huevos fritos, conociendo lo comilona que era Alessia también preparó gambas con salsa de tomate.

La niña olió la fragancia de la comida nada más llegar al salón. Se le caían las babas de pensar en ello.

—Qué bien huele.

Alain no supo qué decir.

«Qué olfato más espabilado».

Hoy la niña se portaba muy bien. Una vez que Vega le puso la servilleta en la ropa, empezó a comer con la cuchara por su cuenta.

Alain le pelaba gambas al costado.

—Papá, quiero que esta noche tú me des el baño y me abraces para dormir.

Dijo la niña mientras masticaba la comida en su boca.

Alain asintió. Le quería dar más cariño porque sufrió agravio durante el día. No iba a rechazar ninguna petición que le hiciera Alessia.

—Toma.

Alessia abrió la boca para que Alain le diera la gamba pelada en la boca.

Por otro lado, Cristián y Chloe estaban relativamente tranquilos en comparación con los altibajos de la villa. En parte porque no había mucha gente en la familia, además, Lourdes se llevaba genial con Chloe.

Pero como los dos se casaron de improvisto, no le dieron tiempo a preparar una casa para los recién casados.

A Cristián no le gustaba lo pesada que se ponía Lourdes, por eso no solía vivir en casa y su habitación no estaba ordenada.

—Tenemos que redecorar la casa y comprar algunos muebles.

Lourdes tomó la mano de Chloe y le dio una tarjeta:

—Compra lo que quieras.

Chloe la rechazó. No podía aceptar el dinero de la anciana. Aunque no era muy rica, tenía algunos ahorros.

—Puedo comprar lo que quiero por mi cuenta.

—Os casasteis de improvisto, ni siquiera os he preparado una casa o regalos. Aunque no lo quieres, tengo que dártelo.

Lourdes era muy razonable.

—Todo este dinero me lo ha dado Cristián a lo largo de los años. No gasto mucho, por eso lo tengo ahorrado aquí.

Lourdes se acercó al oído de Chloe.

—No es poco la cifra. Si no te sientes a gusto viviendo conmigo, puedes comprarte una casa que te guste y mudarte allí con Cristián.

—Me gusta esta casa.

Sin razón, Chloe sintió ganas de llorar después de escuchar las palabras de Lourdes. Ya era bastante mayor, pero no paraba de pensar por ella. De ninguna manera la dejaría vivir allí sola egoístamente.

—Somos una familia y deberíamos vivir juntos.

Chloe dijo con sinceridad.

—Me preocupa que vosotros los jóvenes sintáis que soy demasiado pesada...

—Qué va.

Dijo Chloe rápidamente.

—Lo que dices es por nuestro bien.

Volvió la cabeza para mirar a Cristián que estaba dejando el equipaje.

—¿A que sí?

—¿Qué has dicho?

Cristián se acercó.

—De ahora en adelante viviremos con la abuela.

—Oh, por supuesto.

Ahora Cristián no temía que Lourdes volviera a ponerse pesada con el tema de casarse. Además, tenía a Chloe que distraía su atención, seguro que no estaría todo el día molestándolo.

Ya no sentía rechazo a convivir.

—Estoy cansada después de un largo viaje. Me voy a mi habitación. Iros a la cama temprano, que mañana tenemos que ir al centro comercial.

Lourdes no quería ser el sujetavelas que les molestaba.

Se fue bostezando, murmuró en voz baja:

—Las viejas tenemos que dormir mucho.

—Vamos a dormir también.

Cristián abrazó a Chloe de regreso a la habitación. Era una habitación estándar de hombres con un tono oscuro, se veía un poco fría. Había un escritorio al lado de la ventana y sobre él había muchos libros de derecho.

—En el futuro, puedes decorar la casa a tu gusto.

Cristián dijo.

Chloe asintió.

—El tono de la habitación es demasiado frío, creo que los colores cálidos darían una sensación más acogedora.

—¿No crees que la abuela está siempre dando vueltas a nuestro alrededor?

Cristián se inclinó.

Chloe pensó un rato, recordando las escenas que pasó con Lourdes estos días, concluyó que Lourdes era muy razonable, pero, efectivamente, toda su atención estaba puesta en Cristián.

Pero era comprensible, a medida que una persona envejecía, era normal que pusiera toda su atención en su único nieto.

—Ahora no piensas que es pesada, pero después de mucho tiempo, sentirás que te quita la libertad.

Las manos de Cristián la agarraron por la cintura para llevarla a sus brazos.

Chloe le dio un empujón.

—¿Cómo puedes quejarte de la abuela? ¿No te da miedo de que me chive a ella?

Cristián se apoyó contra ella y respiró deliberadamente en su rostro.

—¿Cómo piensas chivarlo?

Chloe se echó hacia atrás.

—Es normal que la gente mayor se comporte así.

Cristián se rio.

—Qué buena esposa eres.

Sabía pensar por su abuela.

Se acercó más.

—Tengo una forma de hacer que Lourdes desvíe su atención de nosotros.

—¿Qué forma?

Chloe tartamudeó un poco. Cristián ya la había obligado a llegar al costado de la cama.

El hombre se acercó a su oído.

—Si le damos un nieto, ya no tendrá tiempo de preocuparse por nosotros.

—No quiero... Mmm...

Chloe no lo apartó.

La ropa se esparció por todo el suelo. Cristián la abrazó y le dijo con seriedad:

—Lo digo en serio, tengamos un bebé.

Chloe estaba acurrucada en sus brazos. Estaba cansada, con los ojos medio entrecerrados dijo en voz baja:

—No quiero tener bebés.

Al menos ahora no era el momento adecuado. Era consciente de que Lourdes también esperaba que tuvieran un bebé pronto; sin embargo, la relación entre ella y Cristián aún era inestable, no les convenía tener hijos ahora.

Cristián encendió la lámpara de la mesilla y se volvió para mirarla.

—¿Por qué?

Chloe abrió los ojos. No sabía cómo decirlo, «Tampoco puedo decir que solo nos acabamos de casar, aún no nos amamos mucho, no es el momento para tener hijos».

Parecería una hipócrita diciendo eso ahora que ya se habían casado.

Ella dijo deliberadamente:

—Aún soy joven, no quiero tener un bebé tan pronto.

Cristián le tocó la cara. «Sí, esta cara es muy joven. El estado de su tez lo dice todo».

—Pues no tengamos un bebé por ahora.

Apagó la luz y se metió en la cama.

—Cristián, ya no quiero.

Chloe lo empujó.

—Pero yo sí.

—Mmm...

La habitación se llenó de encanto.

En la casa había una criada que Cristián había contratado para cuidar de Lourdes. Chloe y Cristián se levantaron a las diez menos algo.

Los recién casados habían hecho el amor varias veces por la noche, por eso no consiguieron levantarse pronto.

Lourdes era una experimentada de la vida, estaba contenta de ver que Cristián y Chloe tenían una buena relación, se sintió aliviada.

—Daos prisa en comer, que luego tenemos que ir a la mueblería.

—Hoy tengo que ir al bufete.

Cristián llevaba bastante tiempo fuera, tenía que ir al bufete a ver cómo iban las cosas.

Chloe también quería ir a la tienda a echar un vistazo.

—Abuela...

Lourdes hizo un gesto con la mano.

—No os vais a ningún lado. Tenéis que venir conmigo a la mueblería. Ahora que os habéis casado, tenemos que cambiar los muebles. Sobretodo tenemos que redecorar vuestra habitación. Como casi es fin de año, no vamos a hacer cambios grandes, pero al menos tenemos que decorarlo como es debido. Solo os casáis una vez en la vida. Aunque a Chloe no le importe eso, tenemos que hacerlo.

Cristián tomó un sorbo de leche fresca.

—A tus órdenes, abuela.

Le guiñó un ojo a Chloe, como diciendo: «Mira lo dominante que es la abuela, encima es pesada».

Chloe lo fulminó con la mirada.

—Come.

Cristián sonrió bellamente.

—Vale, cariño.

Después de comer, Cristián llevó en coche a Lourdes y Chloe al centro comercial de muebles que estaba en el centro de la Ciudad B.

Cristián salió del auto y les abrió la puerta.

—Cristián.

La voz familiar hizo que Cristián detuviera la mano que estaba tirando de la puerta, al volverse vio a Elisa parada detrás de él.

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