¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 294

Cristián retrajo la mano y dijo débilmente.

—Simplemente es porque nos conocemos.

Elisa le agarró la mano y la apretó con fuerza.

—No, te estás preocupando por mí, me amabas mucho...

—Eso fue en el pasado.

Cristián aumentó su tono.

Elisa soltó su mano y tiró de sus labios secos.

—Si ya no me quieres, ¿por qué me cuidas?

—Estás herida...

—¡Eso no es una excusa!

Elisa lo miró con cariño.

—Cristián, ¿recuerdas la primera vez que me besaste?

Le daba igual si Cristián la escuchaba o no, lo decía por su cuenta.

—Ese día hacía un buen tiempo, en vísperas de la graduación universitaria, viniste a verme. En esa fecha la película «Mi ex» estaba en cine. Compraste las entradas y fuimos a verlo. La película por supuesto trataba sobre el enredo del amor y odio de una pareja enamorado, pero que se separaron por algo. En ese momento me abrazaste para decirme que nunca te separarás de mí.

Cristián bajó la cabeza y no dijo nada.

Recordaba que había dicho eso.

Elisa miró por la ventana y continuó:

—La luz del cine era muy oscura, estábamos sentados en los asientos de atrás, tú... me besaste. Ese fue nuestro primer beso.

Se volvió para mirar a Cristián.

—¿Te acuerdas?

Cristián tragó saliva.

—Dime por qué te fuiste.

Elisa lucía aliviada y sonrió con amargura.

—Ya estás casado, ¿qué sentido tiene que lo diga?

Cerró los ojos, parecía cansada y abatida.

—Te puedes ir.

Cristián apretó las manos.

—Te llevaré de regreso.

—No, puedo volver por mi cuenta.

Elisa se negó.

—Elisa...

—No me llames así, me harás pensar que aún me quieres.

Lentamente abrió los ojos y lo miró, las lágrimas se le cayeron.

—Pensé que esperarías a que regresara... Me equivoqué. Pensé que nuestra relación podría vencer al tiempo de espera. Resulta que solo es mi ilusión.

—Si me hubieras dado una razón, te esperaría.

Cristián la miró fijamente.

Elisa se echó a reír, no explicó por qué se fue ni por qué regresó, solo lo ignoró. Levantó la colcha y se levantó de la cama, se puso el abrigo y señaló la medicina que estaba sobre la mesa.

—¿Es mía?

Cristián dijo que sí.

Elisa la recogió y caminó hacia la puerta. Cuando la puerta se abrió, se tocó la frente y se balanceó.

Cristián se acercó para sujetarla.

—¿Estás bien?

Elisa le apartó la mano.

—No tiene nada que ver contigo.

—Si no quieres tener nada que ver conmigo, ¿por qué sigues apareciendo delante de mí?

Cristián también estaba enojado, ella fue la que se marchó sin decir nada, pero ahora lo acusaba de no haberla esperado.

—Me equivoqué, no debería haber ido ha buscarte, no volveré a aparecer delante de ti.

Después de hablar, Elisa se marchó.

Parecía débil con sus pasos lentos.

Cristián se quedó allí por unos minutos, luego la persiguió para agarrarla de la muñeca.

—¿Te quieres ir sin más? ¡Esta vez no tienes derecho a decidir!

Elisa siseó de dolor.

Cristián se apresuró a soltarla.

—¿Te he hecho daño?

Elisa negó con la cabeza.

—¿Dónde vives? Te llevaré de regreso.

Cristián dijo.

Ahora no sabía lo que estaba pensando, solo sabía que ella estaba herida y no era seguro que regresara sola.

—En la Calle Torre, número 118.

Dijo Elisa a la ligera.

Cristián se quedó desconcertado, ese lugar estaba a punto de desaparecer de su memoria.

—¿Por qué has elegido vivir allí?

—Porque allí están mis hermosos recuerdos que no me atrevo a olvidar.

Elisa miró a Cristián.

—Debes haberlo olvidado, ¿verdad?

Elisa miró a Cristián desde el espejo con los labios crispados.

—Tu esposa debería estar esperándote en casa.

Pensando en Chloe, el corazón de Cristián se conmovió.

—Cuídate.

Después de hablar, se volvió y caminó hacia la puerta, pero nada más llegó a la puerta.

¡Crash!

Cuando Cristián se dio la vuelta, Elisa y la taza de té se cayeron al suelo, se volvió y fue a ayudarla.

—¿Estás bien?

Elisa asintió con la cabeza para decir que sí.

—Nada, solo me sentí un poco mareada y perdí el equilibrio.

—El médico dijo que tienes una ligera conmoción cerebral.

Cristián la ayudó a sentarse en el sofá.

—Tengo un poco de hambre.

Elisa miró a Cristián.

—¿Puedes prepararme un plato de fideos antes de irte?

Cristián vaciló.

—Déjalo, lo haré por mi cuenta, vuelve a casa.

Estaba a punto de ponerse de pie.

Cristián la detuvo.

—Te lo preparo.

Se quitó la chaqueta y entró en la cocina de estilo abierto, no era grande, pero tenía de todo.

¡Biiiip, biiiip!

De repente el celular de Cristián vibró en el bolsillo de la chaqueta que dejó en el sofá.

Elisa vio que Cristián estaba ocupado en la cocina sin darse cuenta de la vibración, entonces tomó el móvil para ponerlo en su bolsillo.

—Voy al baño.

Cristián no la miró, solo asintió.

Elisa caminó hacia el baño, cerró la puerta, sacó el teléfono y vio que era Chloe quien llamaba.

Sus ojos se oscurecieron, «Así que su esposa se llama Chloe».

Cogió la llamada.

Chloe estaba parada en la puerta de la tienda juntando su abrigo. Tan pronto como se conectó la llamada, dijo:

—Cristián, ¿dónde estás? Ven a recogerme, te espero en la entrada de la tienda.

—Hola, ¿eres la esposa de Cristián? En este momento me está cocinando fideos.

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