¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 313

—No, dice que tiene la agenda llena. No sé lo que hace, sólo sé que está muy ocupado. La verdad es que no me entero de si de verdad está liado o no.

La mujer le cambió los zapatos a Alessia. No había decoraciones elegantes en la casa. El estilo era relativamente simple. Tampoco había criada en la casa, la mujer se encargaba de limpiar todo. Afortunadamente, la casa no era muy grande.

Esta mujer era Irene Otálora, la esposa de Elio. Debido a la identidad de Elio y los controles estrictos de los jefes, esta mujer se comportaba de manera muy discreta, por temor a causarle problemas a Elio.

Al escuchar el ruido, la persona sentada en el sofá guardó el periódico y miró hacia aquí.

La mujer se acercó.

—La familia de Alain ha llegado, los niños son encantadores, os dejo que habléis, todavía tengo dos platos por preparar.

Elio hizo un gesto con la mano.

—Ve con lo tuyo.

Quizás debido a que Carmen le había contado cosas sobre Elio, Cynthia tenía mucha curiosidad. En el momento en que Elio dejó el periódico, lo miró.

Teniendo calefacción en casa, solo llevaba un suéter. Había algo de pelo blanco en sus sienes. Parecía de la edad de Alejandro, pero daba una sensación completamente diferente. Tal vez porque era de origen militar, cuando no mostraba ninguna expresión, transmitía a la gente una sensación muy seria.

En cambio, Alejandro era más gentil.

Cynthia pensó que Alejandro debía sentir algo por Carmen, porque no se comportaría de una forma tan gentil conviviendo con una mujer que no le agradaba.

Al mismo tiempo, Elio también miró a Cynthia. Ella no se arregló apropósito, no llevaba maquillaje, pero tenía buena piel, daba una sensación de comodidad a la gente. Su pelo largo y negro estaba recogida en una coleta, presentando claramente los rasgos faciales. Tenía ojos claros, nariz alta, labios rojos… Sus rasgos faciales no eran muy prominentes, pero la combinación de tales rasgos faciales hacía que la gente se sintiera muy asombrosa.

Los ojos de Elio parpadearon levemente, se quedó distraído viéndola.

Fue la llamada de Alain que lo sacó de sus pensamientos. Entonces saludó a los dos niños.

—Venid aquí para que os vea.

Álex se acercó sin mostrarse tímido, no tenía miedo a la rigidez que emanaba Elio.

Como soldado, incluso si se pusiera gentil, tampoco llegaría a aparentar tan simpático como la gente corriente.

Alessia se mostró un poco tímida, no se atrevió a acercarse, Alain le tocó la cabeza.

—Ve.

Su voz profunda pareció darle a la pequeña una sensación de seguridad, así que se armó de valor para caminar hacia el hombre.

Elio miró a los dos niños con detenimiento, luego dijo:

—Qué encantos los dos.

Estaba más que contento.

—Hace mucho frío afuera, ¿verdad?

Su voz era mucho más suave.

—Está bien, no hace mucho frío en el auto.

Dijo Álex.

Elio se rio a carcajadas. Solo unos pocos niños no le temían, porque cuando no sonreía daba a la gente una sensación seria.

Su gran palma cayó sobre el hombro de Álex, le tocó los huesos y luego asintió con la cabeza.

—Este niño tiene buenos músculos y huesos.

Miró a Álex.

—¿Estás interesado en ir al ejército conmigo?

En este momento, Irene salió con el café caliente en la mano y miró a Elio.

—No empieces de nuevo. Le preguntas a todo el mundo lo mismo, ¿Mario no se fue de casa porque se asustó con eso?

Pensando en su hijo, Elio resopló con frialdad.

Irene puso el café sobre la mesa.

—Sentaros, somos una familia, comportaos como en casa.

Principalmente se lo decía a Cynthia. Esta sonrió cortésmente.

Alain la tomó de la mano y se sentó.

—Ella es más joven que yo.

Lo que quiso decir era si se equivocara en algo que no se lo tuvieran en cuenta.

Irene se sorprendió por un momento, luego comprendió, sonrió y dijo:

—La verdad es que parece joven.

Como una estudiante que acababa de graduarse de la universidad.

—Tu tío es así, no le des importancia. También hizo que Alain hiciera de soldado algunos días, pero era el único heredero de la familia Paramés, por lo que tuvo que salir a heredar el negocio familiar.

Irene palmeó la mano de Cynthia para decirle que no se tomara en serio las palabras de Elio.

Elio resopló.

—¿Qué tiene de malo ser soldado? ¿No te acuerdas de lo sobresaliente que fue Alain en ese momento? Si no saliera, sus logros serían más altos que los que tengo ahora, pero ha sido una pena.

Alain era el único descendiente de la familia Paramés. Elio no podía obligarlo a hacer de soldado. Además, era el hijo de su hermana. Después de todo, su apellido era Paramés, no Bezos.

Elio sintió que eso era una pena.

Ahora que vio a su hijo, tuvo algunas ideas de nuevo.

Como su esposa, Irene lo conocía demasiado bien, así que lo detuvo a tiempo diciendo:

—Alain solo tiene a un hijo, si hace de soldado, ¿quién se hará cargo de un negocio familiar tan grande?

Irene tenía una mentalidad antigua, para nada consideraba a Alessia como alguien que pudiera heredar la propiedad familiar, porque Alessia era una chica que se casaría con otra familia en el futuro.

Alain llevó a su hija en su regazo y dijo:

—Mi hija también puede heredarlo.

No pensaba que solo su hijo podía heredar la propiedad familiar. Él incluso amaba más a su hija.

Si en el futuro a su hija le interesara hacer negocios, podía repartirles la propiedad justamente.

Si Álex realmente le interesara ser soldado, podía ceder el negocio familiar a su hija.

—¿Irías conmigo al ejército? ¿Llevando un arma?

Elio le preguntó a Álex.

—¿Un arma de verdad?

Preguntó Álex.

Elio se palmeó el pecho.

—Claro que sí.

—Sí quiero, qué guay sería apuntar directamente el arma a los malos.

Mientras Álex lo decía, hizo un gesto de sostener una pistola con la mano.

No estaba mal su postura, eso hizo que Elio se riera a carcajadas, estaba muy contento. Miró a Alain.

—Todavía sois jóvenes, podéis tener un hijo más. Yo me quedo con este.

Irene le desanimó.

—¿Qué puedes hacer quedándotelo ahora? Es muy pequeño.

—Entonces esperaré a que crezca.

Elio tenía muchas ganas de que Álex heredara sus cargos, le gustó a primera vista.

—Venga, vamos todos al comedor, la comida está lista.

Irene se puso de pie y fue a la cocina a servir la comida. Cynthia se puso de pie con ella.

—Voy a ayudar.

Alain asintió.

—Vamos al comedor.

Elio tomó a Álex de la mano.

La mesa rectangular rodeada de seis sillas era suficiente para todos.

Elio se sentó en el asiento principal, dejando que Álex se sentara a su lado.

En la cocina, Irene miró a Cynthia.

—No hace falta que me ayudes, ve y siéntate, sacaré los platos en nada.

Cynthia abrió el grifo para lavarse las manos.

—Tampoco tengo nada que hacer, juntas lo sacaremos más rápido.

Irene no pudo negarse más, así que solo pudo dejarla ayudar. Irene preparó muchos platos, cuando se puso todo en la mesa, esta estaba llena.

Elio estaba de buen humor y le pidió a Irene que trajera alcohol para tomar una copa con Alain.

—Toma la botella de Moutai de mi colección.

Irene lo miró, no porque le había pedido que cogiera la botella de licor blanco, sino para burlarse de él.

—Alain es un presidente, ha bebido de todo, tu Moutai no le sorprende.

Elio suspiró.

—Pero es mi mejor botella. Hoy siento un ambiente de fin de año, estoy de buen humor. Solo te he pedido que me traigas la botella, ¿por qué eres tan pesada? Date prisa en traerla.

Pareció recordar algo, miró a Alain y preguntó:

—¿Cómo se llaman los niños? Todavía no he preguntado.

Antes de que Alain pudiera hablar, Alessia le respondió primero:

—Mi nombre es Alessia Flores y mi hermano es Álex Flores.

Quizás con el trato de antes, la pequeña ya no le tenía tanto miedo a Elio.

El rostro de Elio cambió de repente.

«¿Flores?».

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