¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 315

Cynthia se quedó mirando abajo, y se sintió lástima por ella. Ella dio la luz a Alain, pero perdió el periodo de tiempo más importante en el que le permitiera estrechar lazos con su hijo. Cuando él necesitaba el cariño de su madre, ella nunca estaba a su lado.

Ahora Alain ya estaba acostumbrado de su ausencia, no se acercó a ella.

Carmen estaba conviviendo con esta pena toda su vida. Aunque era triste, era una gran madre.

Si ella hubiera estado en su lugar, era posible que no habría podido hacer lo que había hecho Carmen.

—Persuades a Alain de vez en cuanto para que no pensara tanto.

Irene suspiró.

—De hecho, lo comprendo perfectamente. Si mi madre falleciera hacía menos de un mes, y mi padre se casaría con otra mujer. No les perdonaría jamás en la vida. Incluso que, a ellos, yo podría odiarles aún más. Y es posible que tuviera ganas de apuñalarla con un cuchillo afiliado. Siempre decimos que tenemos que aprender a empatizar. Solo es fácil decirlo. ¿Quién puede saber cómo se sienten los demás? ¿Quién puede realmente sentir los sufrimientos de los demás? Alain ya ha hecho muy bien. Aunque no se llevaba bien con ellos durante estos años, él nunca les ha hecho ningún acto desproporcionado. Les ha tratado con indiferencia es porque todavía no les podría perdonar. Como esposa, tienes que ayudarle.

—Sí, entiendo.

Cynthia dijo levemente.

Irene tenía razón por algunas cosas que decía, era cierto que no se pudiera comprender los sufrimientos de los demás hasta que les pasara algo igual o parecido.

Al saber todo, ella siempre estaba desde punto de vista de Carmen cuando intentaba a convencer a Alain.

Pero ella nunca había pensado que, para persuadir a Alain, era mejor hablar con él desde su perspectiva.

Él todavía no sabía que Carmen era su madre, no sabía lo que pasó realmente, ni sabía los sacrificios que Carmen había hecho por él.

Después de pensar todo, ella decidió que desde ahora le persuadiría desde punto de vista de su marido.

—Tengo que irme ahora.

Justo en este momento, alguien abrió la puerta del estudio, salieron Alain y Elio.

—Os acompaño.

Elio dijo.

Alain se negó. Diciendo que hacía mucho frío afuera y que el coche estaba cerca, al salir de casa podían subirse al auto en seguida.

Al ver Alain, Cynthia se levantó.

Alain se acercó, dijo:

—Volvemos a casa.

Cynthia asintió.

—Todavía es temprano, ¿por qué no os quedáis un poco más?

Preguntó Irene para retenerles.

—No, gracias. Ya es tarde, tenemos que irnos.

Cynthia tenía muchas ganas de saber lo que habían hablado entre Elio y Alain.

En realidad, Irene le preguntó por cortesía, se notó que Cynthia quería irse de verdad.

—Venís aquí cuando tengáis tiempo.

—Te acuerdo. Volveremos cuando nos vienen bien.

Cynthia vistió a los dos pequeños, vino Irene a ayudarle, dijo:

—Mañana es la nochebuena.

—Cumpliré un año más después del Año Nuevo.

Alessia parpadeó con sus ojos grandes y dijo con voz suave.

Al verla, le dio mucha risa, dijo:

—Sí, es verdad. Cumpliréis un año más, y cuando seréis mayor, seré más vieja todavía.

—La abuela Irene no será vieja nunca.

Irene se puso más contenta al escuchar lo que dijo la niña, la elogió:

—Qué mona eres.

En este momento, Elio dio dos sobres rojos a los niños.

—Es la primera vez que venís aquí. Tomad, y los aguinaldos, os daré cuando venís la próxima vez.

—No hace falta.

Cynthia no quiso cogerlos. Al parecer dentro había mucho dinero. Ella notó que, aunque Elio era muy extremo con el tema de Fernanda, él era un buen líder de integridad e imparcialidad.

—Son para los niños, es la primera vez que ellos vienen a mi casa. Además, es la costumbre y también presentan mi sentimiento cariñoso.

Elio le gustaba hablar con un tono del líder.

Irene también estaba de acuerdo:

—Tomad, son para los niños. Espero que les guste. Aparte del eso, no he preparado nada más para los peques.

Cynthia les pidió a sus hijos que les dieran las gracias.

—Muchas Gracias, abuelo Elio.

Dijeron los dos niños al unísono.

—Vale, vale.

Elio acarició la cabeza de Álex,

—Comes bien y creces más alto. Cuando serás mayor, te vas al ejército conmigo.

—Sí.

Álex asintió la cabeza con fuerza. Al parecer tenía muchas ganas de servir como soldado en futuro.

Irene y Elio estaban en la puerta mirando alejarse.

Pronto, se largaron en coche. Cynthia estaba sentado al lado de Alain, y ella podía sentir su olor a un poco alcohol.

Cynthia no pudo esperar más y preguntó:

—¿Qué habéis hablado en el estudio?

Parecía que estaba esperando de que le preguntara, pero no hubiera imaginado que le habría preguntado con tanta prisa.

Se apoyó la espalda del asiento y la miró sin emoción alguna.

Al verle así, Cynthia se puso nerviosa y parpadeó:

—¿Por qué me miras así? ¿No puedo preguntarte eso?

—Sí.

Al escuchar eso, Cynthia se quedó despierta de pies a cabeza.

Notó el cambio de su cara, Alain suspiró y la tomó en sus brazos:

—Te lo diré todo, cuando lleguemos a casa.

Cynthia estaba en sus brazos, pensó por un rato:

—Lo siento, siempre intento a convencerte para que puedas perdonar a Carmen, pero nunca he considerado tus sentimientos.

Alain bajó la mirada. Estaba un poco sorprendido, por otro lado, también se sintió contento, y la tomó en sus brazos con fuerza.

—¿Cambiamos los apellidos de los peques?

Preguntó Cynthia de repente.

Antes Mauricio le dijo que los dos niños deberían tomar el apellido de su padre. En aquel momento, no se lo tomó en serio con este tema. Pero esta vez al ver la reacción de Elio, pensó que tal vez ya llegó el momento para hacerlo.

Después de todo, ahora ella ya había aceptado este hombre y toda su familia.

—¿Por qué?

Alain nunca parecía que cambiar el apellido de los niños era algo necesario.

—Si no lo cambiamos, parece que los dos niños son de la familia Flores.

En realidad, Cynthia tenía menos ganas de que sus hijos cogieran Flores como el apellido, pero en aquel momento no tuviera otra opción.

—Somos tuyos y no tenemos nada que ver con la familia Flores.

Alain nunca consideró que, si el apellido era Flores, significó los niños eran de la familia Flores. En su punto de vista, los dos niños pertenecían a Cynthia. Ella llevó un embarazo de diez meses, y después dio la luz. Les crio poco a poco, nadie tenía derecho para sustituirle.

Cynthia lo agarró por el cuello.

—Ahora somos marido y mujer, si los niños siguen utilizando mi apellido, ¿Cómo pensarían los demás?

Ella preguntó deliberadamente.

—¿A lo mejor piensen que eres un matrilocal? Por eso los niños toman mi apellido.

—¡Qué traviesa eres!

Él sonrió con voz ronca y le dio un beso a la oreja.

—Me parece bien, ya estoy muy dispuesto a casarme contigo.

Cynthia se alejó de él rápidamente, porque había un conductor en frente, y le dio vergüenza. Pero a él no le importaba de nada, sonrió más todavía.

En el hospital.

Chloe se despertó por la tarde.

—¿Tienes hambre?

Después de cambiar a la ropa Cristián regresó al hospital. Como ella no se había despertado, entonces se quedó a su lado todo el rato. Ni siquiera se fue a comprar algo para comer. Al mediodía mandó una sirvienta de la casa hacer algo y traer aquí. La abuela no se acostumbró a la comida de afuera.

Chloe se quedó dormida por mucho tiempo, estaba un poco mareada. Se levantó del sofá, y quedó sentada allí para recuperar la energía. Se frotó los ojos y echó un vistazo a Cristián. En este momento ella estaba despierta totalmente y recordó de todo que había ocurrido. Al principio ella iba a macharse, pero estaba a punto de irse, la abuela tuvo una congestión cerebral, después vino al hospital ...

Se levantó del sofá.

—Yo me voy.

Cristián apretó el puño, fingiéndose como no hubiera escuchado nada.

—Llevas mucho tiempo dormida, ¿no tienes hambre?

Chloe negó con la cabeza.

Levantó la cabeza y miró a él.

—Nosotros…Quedamos así.

«¡Qué mujer más despiadada!»

Cristián se puso de pie con las manos extendidas.

—Puedes irte, pero como te has acostado conmigo, tienes que pagarme por daños morales.

Al escuchar eso, la cara de Chloe cambió en un instante.

«¡Qué descarado es este hombre!»

—¿Cuánto cuesta?

Chloe abrió su bolso y sacó la cartera.

—¿Cómo piensas tú? ¿Cuánto valgo?

Él pensó por un momento:

—Cincuenta mil.

Pensaba que Chloe no podía pagar tanto dinero, y si ella no pudiera pagarle, entonces tendría motivos para retenerla.

—¡No pidas peras al olmo! ¡No te vale tanto dinero! ¿Has perdido los estribos, tío?

Chloe estaba a punto de insultarle. «¿Tío, por qué no vete a robar un banco?»

Al pensar estaban en el hospital, ella reprimió el disgusto en su interior, y no había gritado.

Como esa mujer pálida de corazón duro, él pensaba que para retenerla hay que hacer cosas groseras.

Él actuó como una persona desvergonzada, dijo:

—Vale no vale, lo sabrás tú. Lo tienes muy claro que me vale esta cantidad, si no me des la pasta, tienes que quedarte conmigo y mantenemos nuestro matrimonio.

Chloe sonrió por enojar tanto, sacó una tarjeta desde su cartera y la tiró en su cara.

—No vuelvas a aparecer en mi vida.

Cristián quedó de piedra, no podía creer que cómo ella podía tener tanto dinero.

«Si ella solo era una asistente de Cynthia, ¿cómo podía tener tanto depósito?»

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