¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 327

Cynthia estaba atónita.

—¿Cómo lo sabes?

Pronto Cynthia comprendió, entrecerró los ojos.

—¿Lo sabías de antes? ¿Me lo habías estado ocultando?

Alain le estrechó la mano con más fuerza.

—No pienses de más...

—No estoy pensando de más, si no lo sabías de antes, ¿por qué me has dicho eso?

Después de la tensión inicial, ahora recuperó su juicio.

Si Alain se lo estaba ocultando, debía haber una razón para ocultárselo... De pronto una idea pasó por su mente.

«¿Acaso Isabel no es la víctima sino Ismael? ¿Alain me lo ha estado ocultando porque tiene algo que ver con Isabel?».

De repente entendió por qué Isabel insistió tanto en reconciliarse con Ismael, desde un principio tenía un propósito.

Llegando a esto, comenzó a arrepentirse de no haber detenido a Isabel a tiempo.

—¿Cuándo ocurrió?

Ella bajó los ojos.

Alain guardó silencio durante un rato.

—Antes de Nochevieja.

Eso quería decir que no pasó muchos días.

Cynthia preguntó de nuevo.

—¿Se ha encontrado evidencias?

—Ismael murió por haber consumido demasiado nitrito. Según la confesión de la criada, tu madre ha estado cocinando personalmente todas las comidas de Ismael.

Cynthia quiso decir algo, pero descubrió que no era capaz de pronunciar palabra, solo le quedaba sollozos y arrepentimientos, «¿Por qué no me di cuenta de su intención antes?».

En el viento frío, Alain estacionó el auto en el equipo de policía criminal de la Ciudad B.

Mauricio estaba esperando en la entrada, se acercó al ver su coche.

Cynthia salió del coche y vaciló en la puerta.

Alain vino a abrazarla y consolarla.

—Aquí está Mauricio, no va a sufrir, no te preocupes.

Cynthia asintió.

—Entrad.

Mauricio dijo.

Al entrar en el vestíbulo, Mauricio los condujo a su oficina.

Porque ordenó a que trajeran a Isabel.

—Quiero decirle unas palabras a solas.

Cynthia dijo.

Mauricio miró a Alain, luego de obtener su consentimiento, Mauricio dijo:

—Pasa, ahora la traigo aquí, hoy no vendrá nadie.

Eso significaba que podía decirle cualquier cosa a Isabel, nadie la vigilaría ni la escucharía a escondidas.

Cynthia asintió y entró en la oficina. Mauricio la había limpiado, así que estaba limpia y ordenada.

Cynthia se sentó en el sofá, no podía pensar en nada más que ver a Isabel lo antes posible, porque quería confirmar por ella lo que pensaba.

Pronto se abrió la puerta de la oficina, sus nervios se tensaron y su espalda se puso recta, pero no se atrevió a dirigirle la mirada.

Los pasos de Isabel también fueron un poco vacilantes, Mauricio sirvió dos vasos de agua para ponerlos en la mesa y susurró:

—No os preocupéis por el tiempo.

Podían quedarse el tiempo que quisieran.

Cynthia respondió en voz baja. Mauricio salió de la habitación y cerró la puerta.

Isabel se paró detrás de ella y la llamó:

—Cynthia.

Las manos de Cynthia se cerraron con fuerza, pero no dijo nada.

Isabel suspiró y se acercó.

Cynthia miró hacia arriba. Isabel estaba un poco más delgada. Gracias a Mauricio, no estaba esposada, tenía el mismo aspecto de siempre.

Observó a Isabel durante mucho tiempo.

Cuando llegó, tenía mucho que decirle, quería interrogarla, quería quejarse de ella; no obstante, en el momento en que la vio, no supo qué decir

Más bien no sabía por dónde empezar.

Isabel se sentó frente a ella, se disculpó:

—Lo siento.

Porque era su culpa por haber sido egoísta, dejando de lado los sentimientos de su hija.

La emoción que había estado aguantando estalló en este momento. Cynthia se burló.

—¿De qué sirve decir lo siento? ¿Tiene sentido que acabes así...?

—Claro que sí.

Isabel la interrumpió.

—Él mató a mi hijo, ahora solo lo he mandado a ver a mi hijo, ¿acaso me he equivocado?

Cynthia la miró asombrada.

—De hecho, desde que nos topamos por accidente cuando regresamos al país, comenzamos a tener contacto. Sé que estaba interesado en la relación que tienes con Alain, aproveché esta oportunidad para acercarme a él. Pensó que sigo siendo tan fácil de engañar como antes, ¡ha sido demasiado estúpido!

Cuando Isabel lo decía estaba un poco alterada.

Aún recordaba lo doloroso que parecía Ismael antes de morir envenenado. Ella estaba de pie junto a la cama, viendo cómo se resistía a la muerte, pero nadie podía salvarlo.

—¿Tú me has envenenado?

Ismael rugió con los ojos rojos.

—Sí, he sido yo.

Ella lo miró desde su altura, sin ninguna simpatía, solo aparentaba tan fría como la nieve que caía fuera.

—¿Por qué crees que te perdonaría después de que me has abandonado y lastimado?

—Así que solo querías venganza…

Ismael tenía la respiración alterada, como si en cualquier momento se quedaría sin aliento.

Isabel se rio.

—Una persona como tú no es digna de vivir. Por tu culpa Cynthia ha tenido que sufrir conmigo. Tengo que pedir disculpas a mi hermano, no la cuidé bien. También tengo que pedirle disculpas a mi hijo, por haberlo traído al mundo solo para pasar una vida miserable. Al final, ni siquiera pudo seguir con vida. ¡Todo esto es tu culpa, Ismael!

—Si no me hubieras enviado a la Nación A, Cynthia no habría tenido que sufrir conmigo, ni mi hijo habría muerto. Ismael, ¡tú te has buscado este final!

Los ojos de Ismael se abrieron, «¿Hijo? ¿Qué hijo?».

Arrastras llegó al costado de la cama y agarró el dobladillo de Isabel.

—¿Hijo?

—Estaba embarazada cuando me enviaste a la Nación A.

Isabel hizo una pausa, mirando a Ismael.

—Pero como tuve muchas alteraciones durante el embarazo, nació con autismo...

Recordando la muerte de su hijo, a Isabel aún le dolía el corazón.

Cabía decir que nunca había olvidado el dolor de perder a su hijo.

Si no fuera por Cynthia, no viviría hasta ahora.

Ismael tenía la boca abierta, pero no podía emitir ningún sonido. «¿Tuve un hijo, pero murió?».

En ese momento, Samara dijo que estaba embarazada de un hijo, por eso decidió enviar a Isabel a la Nación A.

No sabía que Isabel estaba embarazada de un hijo.

En este momento, Ismael lo lamentó un poco.

Era un hombre machista, le gustaría tener un hijo.

Ahora Isabel le dijo que había tenido un hijo, no el que Samara perdió antes de dar a luz, sino uno que había venido a este mundo y había visto el paisaje de este mundo; sin embargo, no sabía nada de eso.

Al fin y al cabo, le quedaba algo de humanidad, no importaba lo cruel que era, en este momento se sentía arrepentido.

Al ver sufrir a Ismael, Isabel se rio.

—Teniendo en cuenta que no te queda mucha vida, déjame contarte otro secreto: Cynthia no es tu hija.

Ismael se quedó mirándola, «¿Qué dijo? ¿Que Cynthia no es su hija?».

—Me-me traicionaste...

«¿Me ha puesto los cuernos hace tanto tiempo?».

Isabel deliberadamente no lo explicó, porque solo quería verlo sufrir.

—Pe-perra.

La mano de Ismael cayó repentinamente y tragó su último aliento, sus ojos aún estaban abiertos por resentimiento. Finalmente, no murió en paz.

Isabel miraba todo esto con frialdad. Si su hermano no hubiera tenido una enfermedad terminal y muriera tan joven, de ninguna manera se habría casado con Ismael con el negocio familiar.

Pensaba que Ismael era el hombre de su vida, pero lo que no esperaba era que ni siquiera se le podría considerar como persona.

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