Cuando el hombre lo escuchó, se sorprendió.
—¿La esposa del presidente Alain es una persona normal?
El hombre obviamente no se lo podía creer.
¿Alain se enamoró de una chica corriente?
—¿Tiene la esposa del presidente Alain algo asombroso?
—¿Algo extraordinario? —preguntó el hombre sutilmente.
No era de extrañar que no se lo creyeran.
Veamos primero las condiciones de Alain. El hombre rico más joven del país. Era alto y guapo. A los ricos les importaban mucho la familia de la pareja, si se casaban era para tener una alianza más fuerte.
En la realidad, no existía la historia de Cenicienta. A menos que esa Cenicienta fuera muy destacada o tenía algo extraordinario.
De lo contrario, no se fijarían en ella.
Había muy pocas Cenicienta que se pudieron casar con un hombre adinerado en la realidad.
Henry le miró de reojo.
—¿Si tiene algo extraordinario? Eso deberías preguntárselo al presidente Alain. Yo soy un tercero. ¿Cómo voy a saber si tiene algo extraordinaria la esposa del jefe?
El hombre sonrió y se rio incómodo.
—No me atrevo.
Al principio quería preguntar qué tenía de capaz la esposa del jefe. Cuando Henry dijo eso, hizo que su pregunta pareciera muy íntima y ambigua.
Henry fingió enfadarse.
—Si no te atreves, vete a trabajar.
En realidad, tenía miedo de que esta gente le preguntara sin parar y dijera algo que no debería decir.
Después de todo, la historia de Cynthia y Alain se podía describir como “tortuosa”.
Era obvio que Henry no quería revelar detalles. Por más que le preguntaran, era inútil.
Todos se dispersaron. Había muchas especulaciones en privado, después de todo, Alain, no podría enamorarse de alguien normal.
Sin embargo, según Henry, no era de ninguna familia poderosa. Entonces, por el acto de anunciarlo al público de Alain, se podía ver que la quería mucho.
Ni siquiera lo hizo con Yaiza.
Solo admitió su relación con Yaiza.
Reconocimiento y anuncio, los dos parecían ser lo mismo, pero la diferencia era muy grande.
Que un hombre rico y poderoso anunciara su relación al público solo podía significar que la amaba de verdad.
—No puedo creer que el presidente Alain esté casado. Esa chica tiene truco.
—Sí, tampoco es que sea bellísima. Tiene que tener algunos trucos para seducir al jefe.
Alguien estuvo de acuerdo.
—¿Qué significa que no sea bellísima?
Bromeó un colega de la compañera que estaba hablando.
—Es muchísimo más guapa que la secretaria Jenni, ¿vale? Además, ya había venido antes a la empresa. ¿Has visto que se haya comportado de forma arrogante por ser la jefa? En comparación con la secretaria Jenni, es mucho más amable. No seáis celosas porque se haya casado con el jefe. ¿Tan difícil es admitir que es muy guapa?
Este colega dejó sin habla a todas las compañeras resentidas.
—¿Me pregunto cómo se habrán conocido? ¿Cómo ha podido seducirle? Pensé que tenía alguna oportunidad.
—Vete a la mierda, ni siquiera yo me fijaría en ti.
La compañera le dio una palmada.
—Yo tampoco me fijaría en ti.
Henry se enojó.
—Si queréis saberlo, ¿llamo al jefe y le pido que regrese para resolver vuestras dudas?
Una vez que se revelara su identidad, definitivamente causaría muchas especulaciones. Tal y como lo pensó Cynthia.
Después de todo, no hubo ninguna advertencia antes.
Su repentino anuncio despertaría seguro la curiosidad de todos.
Si conocieran la existencia de Álex y Alessia, seguro que habría más conjeturas.
En el garaje subterráneo de la empresa, Cynthia miró a Alain enojada.
—¿Por qué no me lo has consultado antes? ¿No sabes que todavía no estoy preparada?
Elio todavía llevaba una venda en la mano, estaba sentado en el sofá con el periódico.
Hoy en día, no había mucha gente que leyera el periódico, la gran mayoría lo miraban en el móvil.
Ya no tenían tanta paciencia como para leer el periódico.
Solo Elio lo tenía.
Al escuchar ruidos, dejó el periódico y levantó la cabeza.
—¿Está mejor? —preguntó Alain.
Elio hizo un gesto con la mano.
—No pasa nada, solo es una pequeña herida.
Alain se sentó en el sofá,
—¿Me llamó porque ocurrió algo?
Aparte de venir por sí mismo en las fiestas, por lo general, Elio solo le llamaba cuando pasaba algo.
Por eso preguntó.
La expresión de Elio se congeló un instante y rápidamente volvió a la normalidad. Fingió estar enojado y dijo:
—¿Qué pasa? ¿No puedo extrañarte? ¿Me desprecias porque tu madre ya no está?
Alain lo negó sonriendo.
—Vamos, hablemos mientras cenemos. Tu tía ya tiene preparada la cena.
Elio se levantó y entró al comedor primero.
Alain entró por detrás cogiéndose de la mano de Cynthia.
Irene estaba ocupada trayendo platos desde la cocina.
Cynthia se puso de pie.
—Le ayudo con eso.
Irene le hizo un gesto con la mano.
—No hace falta, termino ya. Siéntate.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!