Gabriel colgó el teléfono y lo puso sobre la mesa con los nervios tensos.
—Sólo nos queda esperar noticias.
Diego le sirvió té.
—Esta vez definitivamente serán buenas noticias.
Gabriel no tenía ganas de tomar el té. Solo le quedaba una persona en mano, si no salía con éxito, lo tendría difícil atraparla de nuevo.
—Espero que sean buenas noticias.
Miró a Diego.
—No me dejes tirado.
Diego puso cara de descontento.
—¿No confías en mí?
—No es eso.
Gabriel le sirvió té.
—Es que no me quedo tranquilo, por eso...
Diego lo miró significativamente antes de saborear el té lentamente. Mientras pudieran acabar con Cynthia sin problemas, este asunto pronto sería enterado por Alain.
Sin embargo, la familia Haba era responsable de todo, ¿qué tenía que ver con Diego?
La persona que fue enviada a atraparla tampoco era súbdito suyo.
La familia Haba estaba destinada a desaparecer de esta tierra, solo sacó su último provecho.
Gabriel debería estar agradecido de que a estas alturas aún le quedara provecho para sacar.
En el hospital.
El hombre regresó a la sala. Empezó a recordar que pudo trabajar en la comisaría todo gracias a la familia Haba. No había hecho nada por la familia Haba en estos años. Ahora que tenía la oportunidad de devolver el favor, no podía echarse atrás.
Agarró la hoja que tenía en su mano con fuerza hasta arrugarla.
Alain observó sus cambios y se dio cuenta de lo que podría hacer a continuación. Miró a Cynthia que estaba sentada en silencio.
La mano que tenía debajo de la colcha agarró las sábanas con fuerza, sus palmas estaban llenas de sudor. El otro bando contaba con más gente. En caso de que se enfrentaran, aunque Alain era muy fuerte, tampoco sería capaz de cuidar de ella.
Pero no mostró su preocupación ni lo más mínimo.
Si no estuviera embarazada, ni siquiera se preocuparía por eso, porque confiaba en él, pero ahora su embarazo... le añadió escrúpulos.
Alain preguntó:
—¿Tienes miedo?
Cynthia negó con la cabeza.
—Mis hijos son muy fuertes.
Cuando estaba embarazada de Álex y Alessia sufrió un accidente de auto, se cayó una vez, e incluso saltó de un auto que iba en alta velocidad, pero a pesar de todo eso sus hijos estaban bien.
El hombre se armó de valor.
—Estoy haciendo mi trabajo de acuerdo con las leyes, nadie puede entrometerse. ¡Arrestad a la sospechosa!
El hombre tomaba la delantera para entrar. Las personas que iban por detrás tuvieron más agallas con sus palabras, así que entraron con mucho ímpetu.
Alain no se movió. En algún momento se desabotonó los botones de su traje. Como era alto, emitía un aura feroz. Justo cuando el hombre estaba a punto de llegar a la cama, sacó una pistola para apuntar la frente del hombre.
En este momento, otro grupo de personas entró por la puerta, rodeando al grupo de antes. Se pudo escuchar a alguien decir palabras amenazantes:
—Comportaros, que las balas se me pueden ir de la mano.
El pequeño espacio inmediatamente se volvió más apretujado. Mauricio se abrió paso entre la multitud.
La persona que custodiaba la puerta fue a avisarle, por eso Mauricio trajo a gente a tiempo.
—Dime, ¿para quién trabajas?
Presionó la pistola contra la frente del hombre.
Mauricio se hizo a un lado. Se sintió aliviado luego de ver que Cynthia estaba a salvo.
Diego era amigo de Elio, pero esta vez no era Diego, eso quería decir que lo de esta vez de tenía nada que ver con Elio.
Elio probablemente aún no estaba bien de salud como para armar más líos. El médico dijo que no estaba en peligro, pero que se lastimó un poco el cuerpo.
La orden de arresto que sostenía el hombre cayó al suelo, le temblaban las manos, suplicó clemencia temblando.
—Solo estoy obedeciendo las órdenes de los jefes para arrestarla... No puedo ir en contra de los jefes…
—¿Te niegas a decirlo?
El dedo índice de Alain apretó el gatillo.
Mauricio contuvo la respiración a un lado.
Mauricio caminó hacia la puerta.
—¿Quieres que arregle algunas personas para la sala?
Alain asintió. Este lugar ya no era seguro, porque obviamente apuntaban a Cynthia.
La frente de Cynthia todavía estaba sudada. Cuando esas personas entraron se había puesto nerviosa. Alain se acercó.
—¿Te has asustado?
Cynthia negó con la cabeza.
—¿Por qué llevas una pistola?
Alain guardó el arma.
—Para defenderme.
Mauricio le preparó la pistola. Le prometió a Elio que se casaría con Amalia. Planeaba llevarse a Amalia en el día de la boda. Tenía miedo de que surgieran imprevistos. Después de todo, Diego no dejaba salir a Amalia, eso demostraba que era consciente de que había peligro. En caso de que Mauricio no consiguiera éxito, Alain podía atrapar a Amalia y amenazar a Elio y Diego para cerrar el caso de Cynthia.
No esperaba sacarle uso hoy.
—Pero nunca te he visto usarla.
Cynthia estaba un poco inquieta, «¿Por qué lleva una pistola encima? ¿Qué va a hacer? ¿Habrá algún peligro?».
—No te rayes.
Alain le secó el sudor de la frente.
—Llamo al médico.
Estaba claro que no podían quedarse allí.
Este asunto no era nada simple. Elio no hizo nada, pero alguien sí.
El hombre dijo que los Haba se dirigieron a la comisaría para pedir justicia, por eso los jefes dieron una orden de arresto. Pero había pasado bastante tiempo, ¿por qué ahora fueron a pedir justicia? ¿Por qué no fueron antes?
¿La familia Haba no sabría que esto era una conspiración para entrometerse en estos momentos?
Elio había sido quien planeó todo, sin su consentimiento era imposible que se emitiera el orden de arresto. Todo apuntaba a que había alguien detrás de esto.
En cuanto a quién era...
Los ojos de Alain se oscurecieron un poco porque había especulaciones en su mente.
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