El médico vino a comprobar el estado de Cynthia. En los últimos días de estancia en el hospital no sufrió de dolor abdominal ni sangrado, incluso tenía menos náuseas.
—Puedes volver a casa para descansar. Te repito lo mismo de siempre: es mejor que no te bajes de la cama en los primeros tres meses, espera a que el feto esté estable para retomar la vida normal, pero también tienes que prestar atención a cualquier síntoma; después de todo, has tenido señales de aborto espontáneo. Cada medio mes tienes que pasarte a hacer un chequeo, si te recuperas bien, también puedes bajarte de la cama antes.
Dado que había venido tanta gente al hospital, se difundió rápidamente la noticia. La gente conocía un poco sobre los asuntos de Cynthia. Después de todo, los rumores se divulgaron por todo Internet. No obstante, ahora las cosas estaban calmadas, quizás Alain lo había controlado.
Pero no debería haberlo solucionado completamente, de lo contrario no habría venido tanta gente hoy.
Teniendo en cuenta la identidad e Alain, nadie del hospital se atrevía a comentar del tema, por temor a ofenderlo.
Luego de que el médico se fue, Vega llegó a toda prisa. El auto que la traía al hospital se estropeó a mitad del camino. Tenía prisa por llegar al hospital, así que directamente tomó un taxi, pero daba la casualidad de que se quedó en un atasco por ser la hora pico de la mañana.
Por eso llegó tarde.
—Tienes hambre, ¿verdad?
Vega sentía disculpas.
No sabía lo que pasó antes de que llegara.
Solo vio que la puerta estaba abierta. Dejó el táper sobre la mesa y estaba a punto de sacar la comida de adentro. Cynthia habló:
—Vega, no tengo hambre, no saques nada.
No tenía nada de apetito y se sentía un poco preocupada.
—Ahora es casi mediodía. ¿Cómo es posible que no tengas hambre? He de recordarte que ahora no estás sola. ¿Será que he llegado tan tarde que se te ha pasado el hambre?
Alain se acercó.
—Ordena las cosas, hoy nos vamos del hospital.
Vega se sorprendió.
—Ni siquiera ha pasado una semana que está hospitalizada, ¿seguro que se le puede dar el alta ahora?
—Sí, empaca las cosas.
No había expresión en el rostro de Alain, obviamente no quería decir más. Vega también entendió su expresión, no dijo nada más, fue a empacar las necesidades diarias de Cynthia.
Alain abrió el táper térmico para ponerlo sobre la mesita de noche, la comida del interior aún estaba caliente. Acercó una cucharada de arroz congee a sus labios para probar la temperatura. Luego de comprobar que no quemaba se lo dio a Cynthia.
Esta última se limitó a mirarlo.
Alain acercó la cuchara de porcelana en su labio inferior.
—Tú no tienes hambre, pero ¿tu hijo tampoco?
Cynthia agarró su mano.
—Quiero ver a Elio.
—Hablaremos después de comer, abre la boca.
Alain no quería que viera a Elio. En su condición física, no se atrevía a pensar en las consecuencias que podría sufrir si se llevara alguna alteración, no podía correr riesgos.
Cynthia seguía sin abrir la boca.
—¿No me lo prometiste?
Pensaba que tenía que hablar con Elio.
—¿Me estás amenazando?
Cynthia no dijo nada, no sabía si algo así sucedería en el futuro, no tenía miedo, pero estaba preocupada por él.
—¿Sabes? Sufro mucho por dentro. No me atrevo a preguntártelo cuando te veo. Tengo miedo de agobiarte. Me disgusta mi estado actual. Si no tuviera este niño...
Antes de que pudiera terminar sus palabras, Alain de repente bloqueó sus labios, no era un beso, sino un mordisco brutal. Cynthia frunció el ceño sin decir nada.
Su palma cubrió su plano abdomen inferior, allí había una vida. Aunque no se le notaba la tripa, podía sentir los latidos en su interior.
Su hijo estaba creciendo allí.
—Nunca digas eso. Se entristecerá si lo escucha. Lo único que tienes que hacer es comer y dormir bien, no te preocupes por nada más.
—¿Y tú? ¿Correrás peligro?
Cuando sacó la pistola, ella estaba un poco asustada, no se lo esperaba.
«¿Vas a hacer algo peligroso?».
Ella estaba perdida.
Alain le secó suavemente las lágrimas, sus dedos pasaron por sus mejillas.
—No, aún quiero envejecer contigo, me da pena morir. Buena chica, no te rayes, come algo, nos iremos cuando venga Henry.
Vega había terminado de empacar. En realidad, no había mucho que llevar, solo algunas prendas de Cynthia y Alain más algunas necesidades diarias. Todo estaba empacado. La maleta grande contenía ropa. La maleta pequeña contenía necesidades diarias.
—Dáselas a él.
Cristián.
—...
Cogió las maletas y miró a Cynthia.
—¿Has visto? Es tan inhumano.
Cynthia se rio.
Cristián se había llevado todo. Vega tomó el ramo de flores que había en la mesa y se hizo a un lado, esperando que Alain terminara de dar de comer a Cynthia y luego salir del hospital.
Después de comerse el plato de arroz congee más otros platos, Cynthia no podía más.
—¿Estás llena?
Cynthia asintió con la cabeza, temiendo de que le dijera que comiera más, dijo rápidamente:
—Me siento mal si como demasiado.
Alain dejó el táper y fue a lavarse las manos. Cuando salió, Vega despejó la mesa, tenía el jarrón en una mano y el táper en la otra.
El hombre se acercó para abrazar a Cynthia.
—Vamos.
Como era delgada, Alain no tuvo que esforzarse mucho por levantarla. Cynthia lo abrazó por el cuello.
Vega los siguió.
Una vez en el elevador, rápidamente llegaron al primer piso. Alain salió del hospital con su esposa en brazos. El auto que conducía Cristián estaba estacionado a un costado de la carretera. Abrió la puerta para que Alain se subiera al coche con Cynthia.
Justo cuando Alain estaba a punto de poner a Cynthia en el asiento trasero...
—Presidente Alain.
Una voz vino desde atrás.
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