Álex frunció el ceño, recogió la mirada que tenía sobre la partitura de piano para dirigirla a su hermana.
Agitó la cabeza con impotencia.
Al parecer no tenía nada que hacer con su hermana.
—Me preocupa mucho tu futuro.
Pensaba que era increíble solo por haber memorizado «El Ganso». Ese coeficiente intelectual era realmente preocupante.
—Papá, mira, mira.
La niña hizo un puchero y sacudió el cuello de Alain.
—Álex ha vuelto a menospreciarme.
La niña llevaba un vestido rosa con calcetines blancos. Como últimamente estaba haciendo más calor, la falda era de un material fino de verano, sedoso y suave. El pelo recogido en coleta revelaba sus hermosos rasgos faciales. Estaba arrodillada sobre los muslos de Alain, con los brazos alrededor de su cuello, parecía que no iba a dejarlo en paz hasta que le diera una respuesta.
Alain se rio, no tenía nada que hacer con su hija. Luego de darle unas palmaditas en el trasero dijo:
—¿Qué quieres que haga? Tus deseos serán órdenes.
—¿Qué te ha dicho Álex?
Cynthia estaba en lo alto de las escaleras, mirando a su hija. Pensó que la niña se volvió cada vez más caprichosa. Al verla bajar las escaleras, Alain puso a su hija en el sofá y se acercó para abrazarla. Cynthia se negó.
—No hace falta, me siento mejor.
Ella tomó su brazo.
—No puedes mimarla tanto, sino va a desarrollar un temperamento arrogante.
—Aún es pequeña.
Pensaba que las hijas eran diferentes a los hijos, no le importaba que fuera arrogante.
De todos modos, podía pagar sus caprichos.
Cynthia no pudo estar de acuerdo con él.
—El carácter de una persona se desarrolla desde pequeño. Pronto cursará la escuela primaria. Hay muchos compañeros en la escuela, es inevitable que tenga algunas discusiones. ¿Crees que está bien que vaya a quejarse a los profesores todos los días? ¿O que se queje a los mayores cuando vuelva a casa? ¿De verdad crees que esta personalidad es buena?
Esperaba que su hija creciera, no podía actuar como un bebé siempre.
—¿Acaso no puede quejarse de sus agravios?
Alain pensaba que su esposa estaba pensando demasiado.
—¿Qué mas da si no va a la escuela? Puedo criarla toda la vida.
Cynthia miró a Alain sin hablar, frunciendo el ceño.
—¿Y qué será de ella cuando seas un viejo? ¿Quién podrá seguir satisfaciendo sus caprichos?
Esta vez Alain se quedó sin habla.
—Sabía que mamá es más prudente.
Intervino Álex. Alessia solía actuar como un bebé, pero a medida que crecía le gustaba quejarse, sobre todo delante de Carmen y Alain.
Le encantaba actuar como un bebé y quejarse.
La niña estaba sentada en el sofá, parecía saber que estaban diciendo algo malo de ella, parpadeó sintiéndose agraviada.
—Mamá, eres mala. Ya no me quieres teniendo un bebé nuevo.
Después de hablar, se bajó del sofá y corrió hacia la cocina.
—Abuela, abuela, quiero irme a casa, no quiero estar aquí.
Carmen y Vega estaban preparando la cena en la cocina, con delantales puestos. Se dio la vuelta al escuchar el sonido y la niña le abrazó la pierna.
—Abuela, vámonos a casa, mamá solo quiere al bebé nuevo y Álex, no me quiere más, no quiero estar aquí.
Desde que supo que Cynthia tenía un bebé en su vientre, empezó a sentir miedo, tenía miedo de que sus padres no la quisieran más porque le gustaban el bebé.
Cuando Alain la dejó en el sofá para ir a ayudar a Cynthia, se sintió abandonada. Al parecer a su padre le importaba más el bebé que estaba en el vientre de su mamá.
La niña estaba tan agraviada que sus ojos se pusieron rojos. Empezó a sentir ganas de llorar, poco a poco, se le cayeron las lágrimas.
Carmen se lavó las manos y estaba a punto de agacharse para levantarla, pero en ese momento entró Alain, sus ojos no se posaron en Carmen, solo dijo:
—Yo la abrazo.
La pequeña abrazó la pierna de Carmen y no la soltó.
—No, solo quiero a la abuela.
—Creo que es mejor que la abrace.
Carmen no podía verla llorar, su rostro tierno estaba llena de agravios en este momento.
Alain no dijo nada. Apartó la mano que sostenía la pierna de Carmen y salió de la cocina con su hija en brazos. La niña luchó y lloró a gritos.
—¿Por qué me gustaría más la hermanita? ¿Acaso no eres mi hija?
Alain la persuadió con mucha paciencia.
—Pero antes prestaste más atención al bebé que está en el vientre de mamá.
La niña todavía no lo creía.
—Eso es porque me preocupo por tu mamá, por supuesto que también amo a ese bebé que aún no ha nacido, pero ¿sabes por qué tengo tanto cuidado?
La niña sonó la nariz y preguntó:
—¿Por qué?
—El bebé aún es demasiado pequeño, tan pequeño que, si papá y mamá no lo cuidamos bien, se irá en cualquier momento.
—¿Se irá?
La niña parpadeó.
—¿A dónde?
Ella no sabía lo que significaba ese «se irá».
—En otras palabras, no vendrá a este mundo, no podremos verlo, él tampoco podrá vernos.
La niña estaba perdida en sus pensamientos, como si entendiera lo que significaba.
En ese momento Cynthia abrió la puerta y entró. Al verla, la niña puso su rostro en los brazos de Alain y no la miró.
Cynthia se acercó y tomó la mano de su hija, quien trató de evitarla, pero Cynthia la cogió con tanta fuerza que no pudo retirarla.
Alessia sintió ganas de llorar de nuevo.
Su madre puso su manita en su abdomen.
—Alessia, tú también has estado así en el vientre de mamá.
La niña apretó el puño y no quiso tocarlo.
—¿Sabes? Ni tú ni Álex sois hijos esperados y bendecidos.
La niña lloró en voz baja, sollozaba en los brazos de Alain.
—Pero sois mi tesoro. Con vosotros siento que estoy viva. Con vosotros he conocido el sentido de la vida. Con vosotros mi mundo ha dejado de ser triste...
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