Había una carpeta en el interior.
Después de sacarlo quitó el precinto para ver el contenido. Había dos sobres. Uno ponía: «Para mi hermano Elio». El otro no ponía para quién era. En el momento en que abrió la caja fuerte, no sintió nada. Pero ahora que veía estas dos cartas estaba un poco inquieta.
Sus cejas se arrugaron con fuerza y sus manos temblaron inconscientemente.
Lo de «Para mi hermano Elio» era suficiente para demostrar que la mujer era Fernanda.
Reprimió sus emociones antes de seguir sacando el contenido de la carpeta. Esta vez era un documento, o más bien el certificado de acciones del Grupo JK.
Nunca había oído hablar de este grupo, pero según el reparto de las acciones, aunque este grupo también procedía de un sistema accionarial, había muy pocos miembros participantes, porque el certificado de acciones ya representaba el 80%.
Con un clic, un pequeño objeto se cayó de la carpeta.
Bajó la cabeza y vio un pequeño colgante delicado que llegó rodando a sus pies. Se puso en cuclillas para recogerlo. Al descubrir que eran de esos que se podían abrir, metió la uña en el hueco y lo abrió. Dentro había una foto. Aunque era diminuta, los rasgos faciales de la persona que aparecía se podían apreciar con claridad. La mujer tenía el pelo largo y negro y los rasgos faciales delicados. De un vistazo se parecía un poco a ella en los ojos.
Pero se parecía más al hombre que estaba a su lado.
El hombre era bello. Era una belleza débil, porque daba una sensación de que estaba enfermo. No obstante, sus rasgos eran bastante masculinos. Si no miraba a esos ojos oscuros, sin fondo, sentiría que solo era un hombre hermoso.
Cynthia pensó, «Este es el hombre al que tenía a Fernanda tan enamorada».
Como no los había conocido en persona, aunque había alteraciones en su interior, solo eran algo superficial.
En ese momento, descubrió que el colgante estaba hecho del mismo material que su collar. Sacó el collar de su bolsillo y resultó que era un colgante a juego. El colgante encajaba perfectamente en la cadena.
Puso las cosas en la carpeta para meterlas en la caja fuerte por ahora, luego abrió el sobre sin firmar, desdobló la carta, entonces la elegante caligrafía apareció a la vista.
«Hola Cynthia.
No sé si llegarás a leer esta carta. En parte no quiero que la veas, pero al mismo tiempo espero que la veas. Porque solo así sabrás quién soy y quién es tu padre. Pero no quiero que la veas porque me gustaría que hayas crecido en una familia feliz como una persona corriente.
Tengo muchas ganas de ver cómo eres de mayor. Siento curiosidad por si te pareces a mí o a él. Pero sobretodo quiero que estés sana y salva.
Las cosas que están en la carpeta son las reliquias que te hemos dejado. Si te encuentras en dificultades, puedes acudir a una persona llamada Elijah De Buen, él te ayudará y te protegerá.
Si llegas a leer esta carta, entonces debes haber pasado por algo, de lo contrario Isabel no te lo diría.
No creas en ningún rumor negativo de tu padre, porque él es una buena persona.
Yo soy tu madre, Fernanda Bezos, tu padre es Miguel Cambeiro, pero no mucha gente conoce este nombre, es suficiente con que sepas que es tu padre.
Tengo mucho que decirte, pero creo que solo puedo resumirlo en un «lo siento». Siento haberte traído a este mundo, pero no haberte acompañado en tu crecimiento. No obstante, te queremos mucho, muchísimo.
Siempre he creído en que eres un regalo que nos has dado Dios. Cuando llegaste al mundo, no pude contener la alegría que sentía. Eres nuestra descendencia y la huella que hemos dejado en este mundo.
Espero que toda la felicidad, alegría, ternura y buena suerte siempre esté a tu lado.
Fernanda Bezos».
Una gota de lágrimas cayó sobre la carta, no sentía dolor, ni quejas, ni odio, pero sin motivo alguna, las lágrimas se derramaron después de leerlo. Como si estuvieran fuera de control.
—Señorita Cynthia, ¿todavía está dentro?
Como Cynthia estuvo demasiado tiempo en el interior, el gerente la llamó desde la entrada.
Rápidamente se secó las lágrimas y respondió:
—Sí, ahora salgo.
Puso todo en la carpeta antes de cerrar la caja fuerte. Luego salió con la carpeta sin mucha expresión en la cara. Le dijo al guardaespaldas:
—Vamos.
El gerente la acompañó a la salida.
—Puede llamarme si me necesita.
Cynthia lo miró.
—No quiero que nadie se entere de que he estado aquí.
El gerente se rio.
—Claro. Proteger la privacidad de los clientes también es el propósito de nuestro servicio.
Cynthia asintió levemente. El guardaespaldas le abrió la puerta y ella se inclinó para entrar.
Ella sostuvo su barbilla y miró por la ventana del auto.
—¿Sabes lo que deberías contestar si alguien te pregunta a dónde he ido hoy?
El guardaespaldas que conducía el coche la miró, sabía a qué se refería, pero no sabía qué excusa poner.
—¿Puede darme un ejemplo?
—Si alguien te lo pregunta, solo di que fui a la tienda de ropa.
—¿A dónde vas ahora? ¿No dijiste que vas a volver al trabajo? ¿Has vuelto a cambiar de idea?
«Tú popularidad se está echando a perder. ¡¿Todavía quieres ganar fama?!».
Andrés lo miró con impaciencia.
—Tengo un asunto que lidiar ahora.
Estaba preocupado de que Cynthia fue a su casa sola. No sabía si Elio le intimidaría.
Debía regresar.
—Si te lo he prometido, puedes confiar en mis palabras, ahora déjame resolver el problema primero, ¿de acuerdo?
Andrés estaba agotando su paciencia.
Eloy no continuó persiguiéndolo. Conociendo su temperamento, suspiró y volvió a beber vino por su cuenta.
Cynthia bajó ligeramente las pestañas.
—Le paso mi teléfono al portero, ¿puedes hablar con él?
Andrés se subió al auto y dijo que sí.
Cynthia le pasó al portero su teléfono. Luego de saber que iba a la casa de los Bezos, la dejó entrar.
En la entrada de la casa de los Bezos, Cynthia metió la carpeta en su bolso y empujó la puerta para salir del auto.
—Espérame aquí.
El guardaespaldas tenía una ligera preocupación.
—Pero...
Cynthia enfatizó:
—No te preocupes, no pasará nada.
El guardaespaldas solo pudo obedecerla y quedarse allí. Cynthia se acercó sola para tocar el timbre.
La puerta se abrió después de un rato. Cuando vio a Cynthia, Irene se quedó atónita, luego se hizo a un lado con una sonrisa.
—Entra.
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