¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 482

La red de transportes de la ciudad constituía su esqueleto e impulsaba su desarrollo hacia una ciudad cosmopolita. La calle Central era la calle principal y estaba repleta de tráfico.

La ciudad estaba iluminada con luces de neón. Los escaparates de las tiendas también estaban decorados con luces de diferentes colores. Era hermoso.

Estar en medio de esto hacía que uno se sintiera emocionado y quisiera buscar aventuras.

Cristián suspiró.

—No es que los hombres quieran ser malos, es el entorno que les cambió la mente.

En cuanto abrió la boca, Mauricio le reprochó.

—Qué descarado. Si le has puesto los cuernos, se lo has puesto. No le busques tantas excusas.

—Mauricio, estás enfermo. ¿Por qué te empeñas conmigo hoy? ¿Vas a refutarme todo lo que diga porque no puedo contigo?

Si no fuera porque de verdad no podía con él, Cristián ya le habría metido mano.

A Alain le zumbaba la cabeza. Esos dos eran como moscas, se lanzaban a la yugular del otro en cuanto se encontraban.

La calle estaba iluminada y Alain estaba de pie junto al coche, esbelto y aristocrático. Se aflojó el cuello de la camisa con una mano.

—Vosotros dos, mantened la calma.

Dicho eso, entró al pub.

Este lugar era adictivo, naturalmente tendría algo para minar la voluntad de la gente. Temía que cayeran en su trampa.

Mauricio y Cristián se miraron y se pusieron serios. Los dos sabían cuándo bromear y cuándo tomarse las cosas en serio y le siguieron de cerca. Atravesaron el salón lujosamente decorado y una puerta de cristal. El aire estaba impregnado del olor a cigarrillos y alcohol. La música estaba al máximo, era ensordecedora. Hombres y mujeres estaban en la pista de baile, moviendo sus cinturas salvajemente. Las mujeres estaban vestidas sensualmente y se mezclaban entre los hombres. Intentando seducirles con palabras a los que no podían controlarse. Se acurrucaban coquetamente en sus brazos, besándose y acariciándose en frente del público. En un momento dado, la escena se fue de las manos. Pero a los presentes no les extrañó.

Los tres atravesaron esta «seductora» escena sin inmutarse y llegaron a la sala de atrás, donde estaba la verdadera diversión. Lo de antes, solo era un entrante.

Era tres rostros nuevos, o más bien raros que aparecieran aquí. El gerente llamó a la madame a que los recibiera e hizo una llamada.

La madame no era como las viejas de la televisión, era joven y tenía una buena figura. Les saludó con una gran sonrisa.

—Qué raro veros por aquí, ¿a qué quieren jugar?

Mientras hablaba, miró con deseo a los tres hombres. Solo le faltaba babear. No porque fueran demasiado guapos, que por supuesto tenía algo que ver, sino más bien porque parecían demasiado serios.

Cuanto más ascético era un hombre, más capaz era de despertar el deseo sexual en una persona.

La gente que solía venir aquí, se podía saber lo que quería con sólo mirarlos a la cara.

—Tú...

La mujer nunca había visto a nadie que se atreviera a ser tan arrogante aquí. Esto era como una bofetada en la cara.

El manager la sujetó y la advirtió en bajo:

—No te metas en líos.

Era obvio que habían venido a buscar problemas. A saber quién saldría perdiendo si se enfrentaran de verdad.

Pero la mujer no podía perdonarlo.

—Ya he llamado al jefe.

El gerente le hizo un gesto a la madame para que no fuera impulsiva. Ya que la sacrificarían si causaba problemas y dañaba los intereses del jefe. Era sólo una mujer, podía tener cuantos quisiera.

La madame lo sabía y lo entendía, pero había estado aquí mucho tiempo y nadie le había tratado así, por Norberto. Ahora que de repente la habían devuelto a su estado inicial, la era un poco difícil de aceptar.

—Rareza, rareza.

Norberto entró por el pasillo trasero.

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