Estas palabras dejaron sin habla a Cristián.
Mauricio no soportaba ver tal escena. El cabrón de Cristián era capaz de decir cosas más feas que enojarían a Chloe. En ese caso no la recuperaría en esta vida. Así que tiró de Cristián.
—Espérame fuera, yo me encargo de aquí.
Cristián se sintió agraviado luego de ser regañado. Solo intentaba proteger el matrimonio de Alain.
—Mauricio, ¿por qué las mujeres de hoy en día son tan groseras...?
—Cristián, ¿puedes callarte?
Mauricio se llevó la mano a la frente, se iba a enfadar con ese idiota.
Cristián resopló con frialdad.
—Vale, vale. Te dejo lidiar esto.
Después de hablar, se fue con resentimiento.
Mauricio vio a Cristián alejarse antes de mirar a Chloe.
—¿Eres Chloe?
En un tono muy afirmativo, antes de que Chloe se lo negara, volvió a hablar:
—Cristián no se ha dado cuenta porque es el que está involucrado. Pero los que vemos desde afuera podemos ver las cosas con más claridad.
Chloe sabía que Mauricio era una persona prudente, si podía decir eso, debió haber descubierto algo, frunció los labios y sonrió con amargura.
—Ya.
—¿Cambiaste la voz apropósito?
Mauricio preguntó preocupado.
Chloe negó con la cabeza.
—Me lastimé las cuerdas vocales.
Mauricio suspiró.
—Ya ha pasado. Ahora sigues siendo una hermosa.
Le pidió a Chloe que le diera su móvil.
—¿Sabes algo sobre Cynthia?
Chloe le entregó el móvil. Sintió que hablar con un tipo inteligente era todo más fácil.
—Sí, fui a verla cuando me dieron el alta del hospital, hemos estado juntas todo este tiempo.
Mauricio le marcó el número de Alain antes de devolvérselo, al final no pudo contener sus ganas de hablar por Cristián:
—Ya sabes cómo es. A veces es un completo cabrón, pero nunca ha sido una mala persona. No te reconoció antes, pensó que estabas intentando seducir a Alain. Después de todo, ahora que Cynthia no está a su lado, él...
No terminó el resto, pero sabía que Chloe lo entendía.
Chloe también expresó su actitud:
—Espero que puedas guardarme este secreto y no contarle quién soy. No es que no he dejado el pasado, solo no quiero ser acosado por él. Quiero vivir una vida tranquila.
Mauricio la miró un rato y dijo:
—No se lo diré. Tiene que sufrir un poco o meterá la pata de nuevo. Estoy de tu lado en esto.
—Me has malentendido.
—Vale, reserva ese.
Dicho eso colgó el teléfono. Cristián se apoyó contra una farola y miró a Alain.
—¿Qué pasa? ¿Por qué quieres ir a la Ciudad C con tanta prisa?
Alain no lo miró y dijo a la ligera:
—Un asunto del trabajo. Podéis volver.
Después de hablar, detuvo un taxi y se fue.
Cristián sintió que no podía comprender a Alain.
Mauricio sabía a dónde había ido Alain, por eso no preguntó, solo rodeó el cuello de Cristián con su brazo.
—Vamos al hotel, si no puedes dormir te acompaño a tomar algo.
Cristián lo miró.
—Tú eres quien tiene ganas de beber, ¿ok?
—Vale, yo tengo ganas de beber, ¿me acompañas?
—Por supuesto.
Cristián le puso el brazo sobre los hombros y los dos anduvieron así por la calle, no tenían prisa de tomar un taxi.
—Cristián, me gustaría preguntarte algo.
Dijo Mauricio de repente.
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