¡Ese cabrón!
Los ojos de Álex estaban fulminándolo.
Alain se rio levemente, inexplicablemente se alegró de ver a ese mocoso enojado.
Cynthia esquivó su toque, luego cogió a Álex en brazos para subirse al coche y marcharse.
Parecía nerviosa. Álex miró hacia fuera e hizo una mueca a ese odioso cabrón.
Alain frunció el ceño, «Qué mocoso».
Zaid se acercó y miró al auto que se alejaba.
—¿Regresamos?
Alain se quitó el traje, se lo arrojó a Zaid y caminó hacia el coche.
Zaid frunció los labios sosteniendo su traje, pero no se atrevió a quejarse, y rápidamente lo siguió.
Sentado en el coche, Alain se frotó las cejas y no pudo evitar sonreír cuando recordó el momento en que apareció Cynthia.
Zaid, que conducía el coche, lo miró por el espejo retrovisor y empezó a sentir ganas de cotillear.
¿Quien era esa mujer?
¿Cómo pudo hacer que Alain se riera como un enamorado?
Madre mía, era raro, muy raro.
—Presidente Alain, ¿le gusta ese tipo de mujeres?
Zaid tenía mucha curiosidad. Era cierto que esa mujer era guapa, pero Alain flirteó con ella a pesar de que tenía a un hijo.
¿Acaso le gustaban las jóvenes casadas?
Las jóvenes casadas eran muy atractivas, pero tampoco era bueno que se buscara a una con hijos, ¿no?
¿Y si ya tenía marido?
¿Iba a convertirse en un amante? ¿Sería el amante de esa mujer?
Cuanto más pensaba Zaid, más ganas de reír tenía.
Era muy emocionante pensar en esa escena.
Alain levantó los párpados lentamente, no se podía distinguir la emoción en su tono.
—¿Qué tipo?
—Pues que te gusta el tipo de chicas que han tenido hijos…
No, Zaid se detuvo a tiempo y sonrió con picardía.
—Las que han tenido hijos tienen más encanto. Mirando su apariencia se sabe que seguramente no se ha operado ninguna parte de la cara.
Escuchando palabras como “tener hijos”.
Alain estaba inexplicablemente irritable, y tiró de su escote.
—¡No te callas ni debajo del agua!
Zaid se calló apresuradamente y miró al hombre de mal humor en el espejo retrovisor de vez en cuando.
Estaba muy contento antes, pero de repente se irritó sin previo aviso.
¿Ya no podían tener una charla a gusto o qué?
Zaid arregló el hotel.
Alain se quedó allí una noche. En la cama no paró de pensar en esa mujer.
No podía conciliar el sueño.
Ella realmente era diferente. En el pasado, le daba a la gente una sensación de inocencia, como una chica débil que necesitaba ser protegida. Pero ahora era confiada, se notaba mucho en su habla y sus modales, especialmente cuando trataba de su profesión, esa forma de hablar confiadamente era muy encantadora.
Sin embargo...
En todos esos años que había estado allí, ¿tuvo a alguien más a su lado?
Pensando el tema sacó su teléfono para llamar a Henry y pedirle que investigara sobre la vida de Cynthia a lo largo de esos años y si había alguien a su lado.
Todas esas sucesivas llamadas tenían que ver con Cynthia.
Sentía algo por ella, ¿no?
Henry pensó en silencio.
¿Desde cuándo había sido tan atento con una mujer?
Incluso nunca se preocupó tanto ni por la Jenni del pasado y Yaiza de ahora.
En los últimos años, su temperamento se había vuelto cada vez más frío. No obstante, ahora de repente se entusiasmó, pero todo era por la mujer que había desaparecido durante mucho tiempo. De modo que debía ser mentira si dijera que no sentía nada por ella.
Pero Henry no entendía por qué sentía algo por esa mujer, porque a pesar de que habían estado casados, no convivieron durante mucho tiempo.
No podía entenderlo y nadie podía darle una respuesta.
Tan pronto como Alain colgó, entró la llamada de Alejandro.
No era necesario coger la llamada para que Alain supiera su motivo de llamarlo.
Sus ojos parpadearon, pero enseguida bajó lentamente la mirada para no exponer sus pensamientos. En lugar de la calidez que tenía cuando pensaba en Cynthia, ahora solo estaba la frialdad. Presionó el botón para coger la llamada.
—¿Qué ha pasado entre tú y Yaiza? Ha dicho que quieres cancelar el compromiso...
—Hablamos cuando vuelva.
Alain miró por la ventana con ojos profundos, esa era la razón por la cual no se quedó allí y le pidió a Henry que investigara a Cynthia.
Ese compromiso no se trataba solo de casarse, sino que era un matrimonio que llevaba la unión de la familia Haba y la familia Paramés.
Carmen, que estaba sentada a su lado, se apresuró a darle palmaditas en la espalda para calmarlo:
—Habla con tranquilidad, no te enfades.
—¿Cómo quieres que no me enfade?
Dijo Alejandro con rostro hosco.
—Alain, escucha a tu papá esta vez.
Carmen trató de persuadir.
La voz de Alain se volvió más fría y se burló:
—¿Con qué identidad me estás diciendo esto?
El rostro de Carmen se puso descontento.
—De cualquier manera, ella es una de tus mayores, ¿cómo le puedes hablar así?
Alejandro palmeó el apoyabrazos y se puso de pie.
Carmen se levantó también para sostenerlo.
—No te enojes, puedo comprender el estado de ánimo de Alain.
Alejandro suspiró y tomó la mano de Carmen.
—Te he hecho sufrir todos estos años.
Alain se puso de pie, no quería ver el afecto entre su padre y esa mujer.
Cogió la chaqueta que sostenía el sirviente y le dio la espalda a Alejandro.
—Yo me ocuparé de la familia Haba.
Después de hablar, dio un paso y se fue.
Alejandro lo señaló.
—¿Por-por qué sigue siendo tan caprichoso? ¿Todavía es un niño o qué? ¡¿Por qué no sabe considerar el peso de las cosas?!
Carmen suspiró levemente.
—Tal vez no le gusta la hija de la familia Haba.
—No.
Alejandro no pensaba así.
—Estuvo de acuerdo antes.
Carmen lo pensó, y era verdad que él estuvo de acuerdo antes. Incluso estaban a punto de comprometerse, pero ahora de pronto cambió de opinión.
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