—¡Lárgate de aquí!
Si fuera en otro lugar, Chloe se habría puesto histérica con él.
Cristián no se movió y la miró:
—Chloe…
—¡¿Quieres que muera delante de ti para que te rindas?!
Con una mano en el pecho, a Chloe le dolía tanto el corazón que casi no podía respirar.
Le dolía tanto que sentía que iba a morir.
Cristián no se atrevió a presionarla demasiado y se levantó lentamente:
—Te daré tiempo.
Dicho eso, salió de la habitación y cerró la puerta. Los sollozos de Chloe en el interior parecían más fuertes, ya que ella no tenía que contener más sus emociones. Cynthia estaba en lo alto de las escaleras de la segunda plantas y dejó escapar un largo suspiro cuando vio salir a Cristián.
Ellos habían hecho tanto ruido allí abajo que todo el mundo lo sabía, pero todos guardaron en silencio sin salir.
Alain la rodeó con su brazo:
—Venga, deja de mirarlos.
Cynthia le siguió hasta el dormitorio:
—Quiero preguntarte algo y tienes que responderme con sinceridad.
—Bueno, adelante.
—Si yo no pudiera tener hijos, ¿seguirías siendo tan bueno conmigo como ahora?
Cynthia levantó la cabeza para mirarlo.
Alain la miró:
—¿Por qué me preguntas tal cosa?
«Pero los niños ya son grandes, ¿qué sentido tiene responder a esa hipotética pregunta?
¿Por qué ella está tan extraña hoy haciendo esta pregunta tan infantil?».
La pregunta de Cynthia era tan infantil como la pregunta que muchas mujeres hacían a sus novios sobre a quién tendría que salvar primero cuando su madre y ella cayeran al agua al mismo tiempo.
—Te lo estoy preguntando, y tienes que responderme con sinceridad.
Cynthia le agarró el cuello de la camisa intentando obtener una respuesta de él.
Alain miró sus pequeñas manos agarrando el cuello de la camisa y dijo:
—Seguiría amándote, pero sería una pena no poder tener hijos.
Sería una pena que dos personas que se amaban no pudieran tener un hijo, y Alain no podía imaginar una vida sin Alessia ni Álex.
Cynthia soltó el cuello de su camisa lentamente. Ella estaba de acuerdo con él, tener hijos era un proceso por el que todas las parejas debían pasar, una etapa en la vida de una mujer en la que se terminaba de convertir en madre y una emoción que experimentaba un hombre al convertirse en padre.
Bajó la vista y pensó Cynthia.
«¿Qué va a hacer Chloe después?».
Alain notó el cambio de estado de ánimo de Cynthia y le preguntó:
—¿Qué te pasa?
Ella negó con la cabeza y contestó:
—Nada.
Pero ella parecía tener algo en mente, Alain la besó en los labios, Cynthia le lanzó una mirada fulminante.
Él se rio:
—Estás fea cuando tienes algo en mente, no frunzas el ceño.
Cynthia le golpeó el pecho:
—¡Tú eres el feo!
—¿Qué hay de feo en mí?
Alain levantó una ceja.
Cynthia dijo:
—Eres feo en todas partes.
Dicho eso, Cynthia entró rápidamente en la habitación y trató de cerrar la puerta, dejándole fuera, pero Alain se apresuró para impedirle que cerrara la puerta, pero no se atrevió a utilizar mucha fuerza por miedo a hacer daño al bebé en su vientre, y su mano estaba en el marco de la puerta, y Cynthia tampoco se atrevió a cerrarla, pues si lo hacía, le pillaría la mano.
—Vete.
Cynthia fingió estar enfadada.
—No.
Alain dijo con firmeza y añadió:
—Basta.
—¿Por qué me has llamado fea?
Cynthia siguió haciéndose la enfadada:
—He decidido establecer un límite contigo, esta es mi habitación y no puedes entrar aquí.
Alain se quedó sin palabras.
Bajó la cabeza y se disculpó diciendo:
—Tú no eres fea, yo soy el más feo.
Cynthia se rio de su actitud, sus manos se aflojaron y Alain aprovechó para empujar la puerta y entrar. Se tumbó en la cama con Cynthia en brazos, le sujetó la cabeza haciendo que le mirara, aun guardando rencor por haberle dicho que era feo, preguntó:
—¿Soy realmente feo?
Ella no esperaba que Alain pudiera molestarse por algo así y se rio:
—Eres feo y no me importa.
Alain no sabía qué decirle.
—¿De verdad crees que soy feo?
Cynthia dijo a propósito:
—Pues sí.
—¿Crees que eres muy guapo porque le gustas a mucha gente? En realidad no es así, es sólo porque eres muy rico, a las mujeres de hoy en día quieren mucho a los ricos y a mí me pasa lo mismo, me gustas porque eres rico.
Alain se rio:
«¿En qué estaba pensando este tipo? ¿Por qué no se avergüenza por tener esas marcas en el rostro?».
Cristián vio la expresión facial de Mauricio, se frotó la mejilla y dijo sonriendo:
—Yo tengo quien me pegue, pero tú no tienes ninguna mujer que te pegue, tú eres el que debería estar avergonzado.
Después de decir eso, cogió la mano de Alessia:
—Venga, vamos a lavarnos las manos y a cenar.
Mauricio se quedó sin palabras.
Alain le tocó el hombro:
—¿Por qué has venido hoy?
Mauricio lo miró con extrañeza:
—¿No nos pediste a Cristián y a mí que fuéramos a cenar?
La expresión facial de Alain indicaba claramente que no les había invitado.
Mauricio reaccionó rápidamente y dijo sonriendo:
—Ese cabrón me mintió.
«Cristián sí que ha dedicado mucho esfuerzo en perseguir a Chloe».
Yolanda comenzó a servir los platos y todos se sentaron en el comedor, Cynthia dudó en ir a la habitación a ver a Chloe cuando Cristián dijo:
—Cynthia.
Cynthia volvió de sus pensamientos y preguntó:
—¿Qué pasa?
—Definitivamente Chloe no quiere salir a cenar, ¿me puedes ayudar a preparar algo de comida para que yo se la pueda llevar?
Cynthia le miró y le dijo:
—Ven conmigo.
Cristián la siguió hasta la cocina.
Cynthia le pidió a Yolanda que se fuera mientras ella tenía algo que hablar con Cristián.
Yolanda se lavó las manos y salió de la cocina, y Cynthia habló:
—Cristián.
—Sí.
Cristián se comportó bien y sabía por qué Cynthia quería hablar con él a solas:
—Querías preguntar por mí y por Chloe, ¿verdad?
Cynthia asintió y dijo:
—Bueno, Cristián.
Estaba a punto de decir algo, pero ella tenía que pensar cómo decírselo.
Cristián dijo:
—Tú eres como la hermana de Chloe, yo también siempre te he tratado como mi cuñada, así que si hay algo que quieras decirme, dilo.
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