¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 667

A pesar de que Hannah se disimuló rápidamente la expresión descontenta, lo vio Calessia. Si antes estaba algo contenta, ahora la sonrisa se fue desvaneciendo de su cara. —¿No estás contenta?

Si no, ¿por qué frunció el ceño?

Hannah se apresuró a sacar una sonrisa, —Nada de eso, me gustas mucho. Pequeñita, ¿cómo te llamas?

—Me llamo Calessia —contestó pestañeando.

—Ah, bien —Hannah se volvió a Mauricio—, ¿Por qué la llevas?

—Iba a llevarla a casa. Y de paso te recojo —dijo Mauricio.

Hannah se calló.

«Yo, siendo su novia, ¿resulta menos importante que la hija de su amigo?»

—Mauricio.

—¿Dime? —la miró y siguió concentrado en conducir, y preguntó—, ¿Qué pasa?

Hannah reprimió su disgusto en la mente,

—Nada. Sólo que me sorprende lo rico que es tu amigo.

Este coche ya vale mucho dinero.

No esperaba que en el círculo de amigos de Mauricio hubiera alguien tan adinerado.

Rio Mauricio ya que lo que decía era verdad. Alain es muy rico.

—Mauricio, ¿estás ocupado hoy? —preguntó Calessia asomando la cabeza—, si no, ¿me llevas a jugar?

—Tu Mauricio tiene que trabajar, ¿cómo puede llevarte a jugar?

Calessia se echó atrás en su asiento diciendo,

—No te pregunto a ti sino a Mauricio. ¿Por qué me lo contestas por él?

No tardó en expresar molestia el rostro de Hannah. Al notarlo, la mirada de Mauricio se volvió seria. Dijo en voz baja, —Ella es todavía una niña.

—Lo sé. Tampoco digo nada, ¿no? —Hannah modificó la expresión—. Pero tú eres parcial, cuando deberías defenderme a mí.

Calessia la vio refunfuñar por detrás y, sin mayor razón, no le gusta nada esta mujer. Le parecía muy falsa.

«Es obvio que se ha enojado, pero dice que no. ¡Meh!»

—Para cenar con tus amigos, ¿qué lugar quieres reservar? Conozco un sitio agradable donde la comida es también muy buena —dijo Hannah.

—Entonces resérvalo tú —a Mauricio no le importan estas cosas.

Hannah se acercó, y apoyó la cabeza en su hombro. —Mauricio, eres muy bueno.

Él es efectivamente un buen hombre. Ayer prometió ser su novio, y hoy ya la va a presentar a sus amigos. Esto supone un reconocimiento, y le otorga más seguridad.

Tal como hoy en día entre muchos jovencitos enamorados, la chica siempre pregunta al chico si se atreve a publicar una foto de los dos en las redes sociales o no.

Mauricio no se sintió cómodo con el contacto, pero no la alejó a ella. Tampoco pensaba que él mismo era bueno. Sólo sabía que una vez lo prometido, había que reconocer el noviazgo de Hannah. Nada de bueno o malo.

Calessia miró fijamente a Hannah, pensando que es una tía muy antipática. Todavía en su presencia, no se reservaba nada su comportamiento. ¡Qué poco discreta!

Estaba inexplicablemente molesta con Hannah. Hiciera lo que hiciera, a Calessia no le gustaba.

—Mauricio, ¿dónde está tu móvil? —preguntó Hannah.

—En el bolsillo— contestó.

Ella echó la mano para sacarlo, que estaba en el bolsillo de los pantalones. Pero en cuanto tocó a Mauricio, él le removió la mano en seguida.

—Te lo saco yo.

Por un segundo paró la mano de Hannah. Pero dijo riendo,

—Quería apuntar mi teléfono en tu móvil. Qué sensible eres.

Mauricio no habló. Sacó el móvil y se lo dio a ella.

—¿Cuál es la contraseña? —lo cogió y preguntó.

—No hay —no estaba acostumbrado a establecer contraseñas a los dispositivos.

Abrió Hannah sólo con un deslizamiento de dedo. —¿Cuál te parecerá un buen nombre para mí a guardar? —preguntó riendo—, ¿novia?

—Lo que quieras. Lo que sea —dijo Mauricio con un poco de indiferencia.

Hannah lo miró. Parecía que no estaba en buen humor. —¿No estás bien?

—Estoy bien —respondió.

—Bueno, he guardado el número con mi nombre. —Hannah no prestó mucha atención—, ¿Sabes el restaurante que se llama La Casa de Cristal? Voy a reservar una mesa allí.

Mauricio aprobó. Poco después llegaron a donde trabaja Hannah. Paró el coche, ella bajó, y le dijo, —Conduce despacio. Y llámame cuando tengas tiempo libre.

Mauricio contestó que vale.

Cuando se arrancó de nuevo el coche, preguntó la niña,

—Mauricio, ¿ella es tu novia?

—Sí —le dijo.

—No se te merece —dijo Calessia—, Mauricio eres muy simpático y ella no lo es para nada. Y es molesta.

Mauricio lo encontró muy divertido. —¿Entiendes qué es merecerse a alguien? Además, yo tampoco soy muy bueno.

Se rio aún más. Asher estaba jugando al ajedrez con Calex, y le dijo algo celoso, —Mira cómo te ríes.

Alejandro no se enfadó,

—A mí me alegra, ¿a ti qué te importa?

Con los dos niños en casa, los dos mayores, ya habiendo dejado de sentirse solos, no paraban de gastarse de bromas si no discutían.

El chalet se encontraba lleno de vida.

Al mismo tiempo en el Grupo Superior.

Echemos una mirada atrás. Después de salir del aeropuerto, Alain llevó a Cynthia a la compañía.

—Tú vienes a trabajar, ¿para qué me traes? —Cynthia no sabía qué decirle. Creía que a él le pasó algo cuando este pidió a Mauricio que llevase a la hija a casa, y resultó que sólo quería que ella lo acompañase en el trabajo.

—¿Qué? ¿No quieres? —Alain abrió los papeles, y ella se los cerró, y los cogió para leer ella misma,

—Claro que no. Tú no me pagas a trabajar.

Alain la cogió en el brazo para que se sentase en sus rodillas,

—Yo ya soy tuyo. ¿No te satisface todavía?

Ella hojeó los documentos, pero no comprendió en absoluto. Así que simplemente los cerró y los dejó en la mesa.

—Entre el dinero y tú, me gusta más el primero —dijo bromeando.

—¿Verdad?

—diciéndolo Alain le sujetó la pierna con fuerza a través de la tela ligera, hasta que le dolió. Cynthia siseó,

—Ahora que te digo la verdad, ¿no me quieres escuchar?

—Por supuesto que no me gusta escucharlo. ¿El dinero te puede hacer disfrutar? —se acercó a ella sonriendo—. Y, ¿qué tal si te demuestro que soy más útil?

—No te comportes como tal, que estamos en la oficina —dijo Cynthia empujándole la cara.

—Entonces dime, ¿te gusta el dinero, o te gusto yo? —fue muy insistente.

—Pues tú —Cynthia le tomó la cara en las manos, dándole un beso—. Bueno, ahora dime por qué me has traído.

Alain cambió la expresión a cierta seriedad. —Bastantes empleados no podían ir a nuestra boda. Así que te traigo para que te conozcan.

Donde se celebraba la boda no cabía a tanta gente, por lo que sólo fue invitado el personal superior. Pero al final, hay que presentarla a todos.

Cynthia lo miraba con sus ojos brillantes y cristalinos que, por la sonrisa, se parecían a lunas recientes. Le levantó la barbilla de Alain y le dijo mimosa,

—¿Pues me pides venir solamente para que haga una presentación oficial ante tus subordinados? ¿No es que no puedas dejarme? ¿Ni que me eches de menos?

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