Sonriendo, Alain extendió su mano hacia su cuerpo lentamente y finalmente la detuvo en su pecho, preguntó,
—¿Te pica aquí?
Cynthia agarró su mano,
—No me retes.
—Pero eres tú quien me está retando —sonrió Alain.
Moviéndose el cuerpo para quedarse en una postura más cómoda, Cynthia dijo sonriendo,
—¡Mentiroso! No te he tocado ni un dedo.
—¿Así? —dijo Alain en un tono suave.
—Claro que sí —se río Cynthia a carcajadas.
Alain detuvo su sonrisa y le acarició la nariz, dijo con cierta impaciencia,
—Eres realmente una caprichosa.
—¡Uf! Me duele… —murmuró Cynthia mientras apartó su mano.
Alain se acostó a su lado para tenerla abrazada, y acarició su vientre,
—Estoy esperando a que nazca nuestro hijo.
—Será un niño saludable con mucha bendición —murmuró Cynthia en un tono lleno de cansancio.
Poco después, los dos se quedaron dormidos.
Al día siguiente, se despertó Cynthia a las seis de la mañana. Apenas abrió sus ojos, agarró el teléfono para avisar a Mario de que no podría asistir a su boda. Después de que se casara, empezó a ponerse contacto con Mario. Cuando le preguntó a Cynthia la fecha de su parto, ésta no le contó la situación delicada en que se encontraba para que no estuviera preocupado por ella, porque estaba ocupado ya con los del ejército. Poco regresaba a casa y su boda la podría celebrar por el tiempo favorecido.
Fuere lo que fuere el pasado, Cynthia pensó que no deberían las nuevas generaciones asumir la consecuencia de los errores cometidos por la generación anterior, pero tampoco podría correr el riesgo mortal a pesar de tener muchas ganas de asistir a su boda.
Apenas contestó la llamada, Mario preguntó,
—¿Cuándo vendrás? ¿Te llevo aquí?
Escuchando sus palabras, Cynthia se quedó de repente callada con las lágrimas llenando en los ojos.
—Hola, Cynthia, ¿me oyes? —preguntó Mario preocupado—. ¿Pasa algo?
—No, no pasa nada —explicó Cynthia precipitada—. Me temo que no podré asistir a tu boda, porque yo…
—¿Por qué? —preguntó Mario en un tono decepcionado—. ¿Por mi padre?
—¿Estarás ocupado hoy?
No la contestó Alain sino la miró a ojos descubiertas, porque supo lo que iba a decir.
—¿Me acompañarás a su boda? —preguntó Cynthia.
Con un rostro lívido, Alain se le acercó.
«Estando en un momento tan crítico, no debería moverse tanto.»
Mientras Alain se mantuvo callado, Cynthia agarró su mano murmurando,
—Por favor, sabes que la boda la tendrá solo una vez en su vida. Si la pierdo, ¡será una gran lástima! Y nunca tendré el chance para recuperarla.
—¿A costa de tu vida? —preguntó Alain con cierta impaciencia.
—No será para tanto —dijo Cynthia cabizbajo.
—Ya estás a punto del parto, si te pasa algo, ¿qué haría yo? —dijo Alain con cierta impaciencia—. De ser normales los casos, te acompañaría adonde quieras, pero se trata de tu salud, no quiero que os pase algo ni a ti ni a nuestro hijo. Así que ni se te ocurra pensarlo.
Cynthia detuvo de repente su sonrisa y soltó su mano.
«Sabía que no me lo permitiera.»
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!