¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 824

—Tú quédate aquí, el desayuno está en la mesa, me iré a secar la ropa —Mauricio giró la cabeza y dijo.

—¿Por qué no me miras? ¿Estás enfadado? —preguntó Luciana, tirando del dobladillo de su abrigo.

«¿Por qué estás enfadado? No lo entiendo.»

—A comer, no estoy enfadado —dijo Mauricio.

—Entonces, ¿por qué me envolviste con una manta? —dijo Luciana con un mohín.

—Estabas en el balcón sin nada puesto —Mauricio tosió para disimular su vergüenza.

—No, estoy usando tu ropa. Además, la cornisa es tan alta que aunque alguien mirara hacia aquí, sólo vería la parte superior de mi cuerpo...

—No —dijo Mauricio con seriedad—. El desayuno se enfría.

Salió al balcón para secar su ropa.

—¿Te preocupa que me vean? —Luciana le miró.

Mauricio no dijo nada y recogió las perchas.

Luciana se levantó con la manta enrollada y se acercó a la ventana, se apoyó en la pared y miró a Mauricio con una sonrisa, —¿Me has oído? ¿Por qué no contestas? ¿Estás preocupado de que alguien vea mi cuerpo?

—Eres mi mujer —Mauricio giró la cabeza.

Quería decir que era el único que podía ver el cuerpo de Luciana.

La camisa que llevaba apenas le cubría el cuerpo, y además estaba desnuda.

—Lo sé —Luciana dijo.

Se acercó a él y le abrazó el cuello sonriendo suavemente, —Me gusta cuando estás celoso.

Mauricio no dijo nada.

—¿Por qué no dices nada? Estás celoso, ¿verdad? —Luciana se rió aún más. Sus ojos brillaban como estrellas.

Ella se levantó de un salto con las piernas y le rodeó por el cuello para enredar las piernas en su cintura. A Mauricio le preocupaba que se cayera, así que le rodeó la cintura con los brazos..

—Pero me gusta cómo te pones celoso cuando te preocupas por mí —dijo Luciana.

Mauricio no dijo nada, como si admitiera que lo estaba.

—¿Estás ocupado hoy? ¿Tienes tiempo para mí? —Luciana se aferró a él en una posición muy coqueta.

Mauricio la besó en los labios, —Estoy ocupado.

Quería decir que no tenía tiempo para Luciana, de lo contrario no habría salido del trabajo tan tarde anoche. Estaba aquí para ayudar al departamento de policía local con un gran caso, y ahora que la investigación estaba en un punto crítico, nada podía salir mal, así que tenía mucho trabajo que hacer hoy.

Luciana lo ententía y estaba un poco decepcionada, pero lo comprendió.

—Lo sé, te espero en casa —dijo Luciana con comprensión.

Cristián no se puso en contacto con Chloe después de que se fuera, aunque lo intentó muchas veces.

Contrató a una niñera de unos cincuenta años, que era tranquila pero trabajadora, y Cristián estaba contento con eso.

Desde que Chloe se fue, Cristián había pasado todo su tiempo en el despacho, trabajando hasta tarde todos los días.

Cuando llegó a casa por la tarde para recoger sus papeles del trabajo, Lourdes le cogió del brazo y le dijo, —Cristián, vamos a charlar.

—Pero tengo que trabajar —dijo Cristián.

—Estás muy trabajador estos días, necesitas descansar —Lourdes se preocupaba por Cristián.

Cristián permaneció en silencio.

—Has vuelto hace unos días, ¿dónde está Chloe? —preguntó Lourdes con cautela.

—Como querías, nos vamos a divorciar. ¿Estás satisfecha? —dijo Cristián sin expresión alguna.

—Sólo quería que tuvieras un hijo, no quería que te divorciaras, sé que te gusta Chloe...

—Para, por favor, es irrevocable. Estoy ocupado, me iré, si necesitas algo, llama a la niñera.

Con eso tomó los papeles y se fue.

—Cristián... —Lourdes se sentó en su silla de ruedas y miró la puerta cerrada sintiéndose sola. Ni una sola persona le dirigió la palabra en una casa tan grande y no pudo salir con sus piernas.

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