¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 823

Mauricio mantuvo la cabeza baja y no se movió.

—Si no quieres, olvídalo —suspiró Luciana.

Intentó quitar la pastilla y Mauricio se inclinó de repente y la miró a los ojos. Luciana hizo una pausa, —Estaba bromeando...

Antes de que pudiera terminar los labios de Mauricio se acercaron, la pastilla se pegó a sus labios y Mauricio utilizó la punta de su lengua para enviar la pastilla a su boca.

En esta posición a Luciana le costaba tragar la pastilla y se le deshizo en la boca, el amargor la volvió loca y empujó a Mauricio, —Agua, es demasiado amarga.

Mauricio le entregó el agua y Luciana la bebió sin decir nada.

Mauricio pensó que su expresión era bonita y le tocó la punta de la nariz, —¿Vas a ser traviesa o no?

Luciana hizo un mohín y le puso los ojos en blanco.

Cuando terminó, se cubrió la cabeza con el edredón y Mauricio se lo tiró y le dijo, —Ya no puedes respirar.

—Déjame sola —Luciana seguía sin levantar el edredón.

Mauricio no la obligó, así que se levantó y se fue a duchar. Cuando salió de la ducha Luciana parecía estar dormida y podía oír su suave respiración, así que se acercó lentamente a la cama y se agachó para apartar el edredón.

Luciana no pareció oír nada y se dio la vuelta para quedar frente a Mauricio. Estaba sudando por la medicina y el edredón.

Un mechón de pelo negro se le pegó a la cara y Mauricio se lo apartó de la mejilla, le tocó la frente y sintió que la fiebre había bajado.

Empapó una toalla en agua caliente y la escurrió para limpiarle la cara y vio que también tenía sudor en el cuello. Tal vez porque había sudado, su piel brillaba de color rosa.

Mauricio pudo vislumbrar los amplios pechos de Luciana por debajo de la clavícula, que estaban cubiertos por el edredón.

Mauricio tragó y desvió rápidamente la mirada. Volvió a poner la toalla en el baño y se lavó la cara con agua fría en el proceso antes de salir. Cogió una manta fina y se tumbó junto a Luciana, sin levantar el edredón de ésta.

Estar con ella desnuda sólo le haría sentir peor.

Luciana estaba dormida con fiebre y él no podía hacer nada sin pensar en sus sentimientos.

Pero todavía le costaba controlar su deseo, dando vueltas en la cama y sin poder dormir. Mirando su cara, pensó en ella corriendo hacia él bajo la lluvia. Sonrió y le besó la frente, diciéndole con ternura, —Me ha sorprendido y encantado que hayas venido.

Esto al menos demostró que a esta mujer le gustaba de verdad. Había venido a verle sola, había perdido la cartera en la lluvia y se había puesto enferma, todo por él.

La ternura de Mauricio se debía a esta mujer.

Cogió a Luciana en brazos bajo el edredón y decidió que la protegería.

Al amanecer Luciana se despertó sedienta, —Agua...

Mauricio ya estaba levantado y listo para ir a comprar desayuno, cuando oyó hablar a Luciana se acercó y preguntó, —¿Qué?

—Gracias entonces, tengo hambre —dijo Luciana.

Mauricio la arropó, —Bien, dormirás un poco más.

Luciana asintió y Mauricio tomó las llaves del coche y salió. El día había aclarado y la carretera estaba despejada, pero todavía un poco húmeda.

Luciana no podía dormir así que se levantó, se puso una de las camisas de Mauricio, lavó la ropa mojada de la noche anterior y lavó también la de Mauricio.

Luciana acababa de terminar de lavar su ropa cuando Mauricio regresó y la estaba secando en el pequeño balcón de su habitación.

—Déjame a mí —dijo Mauricio mientras se acercaba.

—No, estoy bien —dijo Luciana.

Mauricio le quitó la ropa directamente de la mano y la llevó al interior, envolviéndola con la fina manta.

—Ya no tengo fiebre pero mucho calor —dijo Luciana.

Intentó quitar la manta, pero Mauricio no lo permitió.

—¿Por qué? —Luciana le miró.

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