Su chica. Esas dos palabras han hecho que el corazón de Celina se ensanche un poco más.
Gregorio no responde con palabras, sino que golpea a Sergio en el pecho, que solo le provoca risa.
Pero, Sergio se confía y Gregorio aprovecha para golpearle en la mandíbula.
Entre golpes, gritos y demás, Valentina entra en la casa. Ha estado escuchando todo y ha venido a poner orden:
- ¿Qué está pasando aquí? – Pregunta Valentina, aún sabiendo la posible respuesta.
- Este tío, que ha venido a insultar a Celina y se piensa que puede decirle de todo y quedarse tan ancho. ¡Se equivoca! ¡No se lo permito! – Grito histérico Sergio.
- No eres nadie para decir… - Empieza a decir Gregorio.
- Sí, es mi chico. – Sentencia Celina.
Ha intentado poner calma a la situación, pero ha sido imposible. Realmente, teme por su amistad con Celina, porque ella no sabe, que entre Gregorio y ella, han tenido algún que otro encuentro en la ciudad británica.
Unos meses despues...
Han llegado a Londres. Ni Gregorio ni Valentina se dirigen la palabra. Llegan a la habitación, o mejor dicho, a la enorme habitación y se miran. Es hora de hablar del tema:
- Lo que has hecho ha estado mal y lo sabes, Gregorio. – Comenta Val.
- Lo sé, Val. Pero entiéndeme que tengo razón. Se ha pasado los últimos días contigo y con tu hermano. – Le contesta él.
- No, no tienes razón. Apoyo al 100% a Celina en esto. Gregorio, tú no estabas por ella, ni ella por ti. Así de simple. – Sentencia Valentina. – Mejor dejemos el tema.
Los primeros días han sido perfectos para ambos. Han conocido a sus compañeros de prácticas y jefes, respectivamente.
Incluso, a Gregorio le han invitado a una fiesta de cumpleaños que se celebra el sábado. Comentan, cada día, con Val las prácticas y él le dice lo de la fiesta:
- Por cierto, mañana no me esperes despierta. Llegaré tarde, Val.
- ¿Y eso? – Pregunta curiosa ella.
- Me han invitado a una fiesta de cumpleaños. Un tal Michael cumple 22 años. – Dice riendo.
- Vale. Yo me iré a la cama temprano. No hagas ruido cuando vuelvas y sobre todo, no quiero a ninguna barbie por la mañana. – Comenta la chica.
- Echo. Nada de barbies.
La fiesta está siendo de las mejores a las que ha asistido Gregorio.
Alcohol, música, chicas y más alcohol. A las cinco de la mañana, la cabeza de moreno da vueltas y vueltas.
Pretende ir andando hasta el piso pero sus compañeros, también borrachos pero no tanto, se lo impiden y lo llevan en coche. Llegan al piso y preguntan a Gregorio que piso es, a lo que él responde:
- No me acuerdo ni de mi cumpleaños, ¿te crees que se me el número del piso?
- Vamos bien, señor yo puedo con todo. Harry, llama a todos. Así terminamos antes.
Harry, un chico de cabellos rizados y ojos verdes, llama al primer piso y la voz de un viejo hombre les grita diciendo que no son horas de llamar.
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