Rosaura agitó las manos.
—Estoy mucho mejor. La conversación de fuera me despertó y no podía conciliar el sueño.
La explicación era razonable.
Los cuatro guardaespaldas se sintieron un poco culpables.
Estaban muy bien pagados para proteger a Rosaura, pero no consiguieron crear un entorno tranquilo para que durmiera. Tenían que ser más responsables.
Al ver que no sospechaban de sus palabras, se sintió aliviada y salió. Antes de seguir adelante, Lía corrió hacia ella.
Al verla, Lía exhaló.
—Menos mal que oí el ruido y me apresuré a buscarte, si no, vagarías fuera.
Rosaura no tuvo más remedio que sonreír.
Camilo le dijo a Lía que en estos días debía estar con Rosaura durante el día. Dondequiera que Rosaura fuera, ella debería ir con ella.
Normalmente Rosaura seguía durmiendo a esa hora, así que Lía llegaba tarde. Pero hoy era diferente.
Rosaura la entendió y captó los puntos clave de sus palabras.
—¿Qué has oído? —preguntó.
Hablando de esto, Lía dijo emocionada con ojos brillantes:
—¡El Duque vino aquí! Estaba listo para soportar la prueba en el patio principal. Fue una gran noticia y mucha gente vino aquí.
Rosaura vivía en un lugar como patio trasero para invitados.
A su lado estaba el patio principal, tan ancho como un campo de fútbol. El patio principal se utilizaba para recibir a los invitados, por lo que era lo suficientemente grande como para albergar a un gran número de personas.
Rosaura se sorprendió. ¿Camilo preparó la prueba y planeó que la viera tanta gente?
¿No significaba que todo el mundo lo sabría?
A Camilo nunca le gustaron las multitudes ni mostrarse a los demás. Pero ahora pensaba hacerlo. Debía haber alguna razón. ¿Qué estaba planeando?
—Vámonos.
Rosaura arrastró a Lía hasta el patio principal.
Lía tenía mucha curiosidad, así que aceptó de inmediato y siguió a Rosaura.
Los cuatro guardaespaldas les siguieron en silencio.
Suspiraron de corazón, la medicina del señor González fue tan efectiva que hizo que Rosaura se recuperara en una sola noche.
Cuando Rosaura llegó al patio principal, había cientos de personas y seguía llegando gente.
Parecía bastante animado.
Lía tiró entusiasmada de Rosaura hacia la primera fila, pero Rosaura la detuvo.
—No.
Lía se sorprendió.
—¿Por qué? ¿No vienes aquí para esto?
Rosaura frunció los labios y miró alrededor del patio. Finalmente, su vista se centró en el segundo piso del fondo.
—Vamos allí a mirar —ella dijo.
Desde esa posición, el público podía tener una vista de pájaro del patio y tener una visión panorámica de lo que ocurría. Mientras tanto, allí sólo había una ventana, por lo que no podían ser vistas fácilmente.
¿Cómo podía su hombre ser tan guapo?
Camilo estaba tan tranquilo como siempre. Aunque caminaba entre la multitud, no se preocupaba por nadie. Sin embargo, de repente levantó la mirada y se fijó en la de Rosaura como si sus sentimientos conectaran.
Rosaura pareció sentirse tocada por una moneda eléctrica. Su corazón se aceleró de repente y se sonrojó. No pudo evitar esbozar una dulce sonrisa.
Una sonrisa se deslizó por el rostro de Camilo.
—Hermano, ¿qué estás mirando?
Héctor vino por detrás y siguió su vista.
Cuando Camilo vio que Rosaura se escondía muy rápido, una sonrisa apareció en la comisura de los labios de Camilo.
Ignoró a Héctor y siguió caminando hacia delante.
Sin embargo, Héctor se comportó como si hubiera superado la prueba y dijo emocionado al lado de Camilo:
—Hermano, si te gusta una chica, persíguela inmediatamente. Lía es bastante buena. Si pierdes la oportunidad, la tendrá otro hombre. Si no te gusta la ceremonia de propuesta de matrimonio aquí, organizaré otra. Te prometo que pronto podrás casarte con Lía.
Camilo ignoró sus palabras como si nadie estuviera a su lado.
Héctor sintió que su pasión era derramada por el agua fría, sintiéndose decepcionado.
Se quedó perplejo, pensando que era demasiado difícil complacer a Camilo.
Quizá organizar la ceremonia de proposición de matrimonio no funcionó. Tal vez debería intentar enviarle una mujer.
Camilo no sabía que Héctor estaba pensando en formas estúpidas de complacerlo. Subió al escenario con cara de póquer.
Se sentó fríamente en la única silla del escenario.
Héctor no encontró otro sitio donde sentarse, así que tuvo que quedarse de pie frente a Camilo con resignación.
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