Aunque era duque y recibía el saludo más honorable en cualquier lugar y en cualquier momento y nunca ocurría que se quedara de pie mientras los demás estaban sentados...
Camilo era su futuro cuñado.
Tenía que respetar y complacer a Camilo.
Tras la aparición de Camilo y Héctor, el público estaba tan emocionado y curioso que les prestó toda su atención.
Cuando vieron que Héctor, que siempre iba en cabeza, se ponía al lado de Camilo sin ningún disgusto, sintieron más curiosidad.
Hoy debía de haber una obra maravillosa.
Se preguntaban cómo Camilo pondría a prueba al duque Héctor.
Esperaron excitados y ansiosos. Sin embargo, al cabo de unos minutos, Camilo no hizo nada. Tampoco dijo nada.
Se sentó con elegancia y bebió el té lentamente.
Su mirada era indiferente. Ignoraba todo a su alrededor como si no viera nada.
Héctor se quedó quieto. Pronto se le cansaron los pies.
No entendía por qué no había empezado la prueba.
Dudó y luego le dijo amablemente a Camilo:
—Hermano, estoy listo para la prueba.
—Rosaura, eres muy afortunada. Serás la mujer más afortunada de la nación después de casarte con el duque Héctor.
Sentada frente a la mesa, Lía lo dijo y se quedó mirando a Rosaura, llena de envidia.
Rosaura rompió las semillas del melón y una sonrisa juguetona apareció en la comisura de sus labios.
Idiota Héctor. Pronto sabrás cómo moriste.
Mucho después de que Héctor terminara sus palabras, Camilo dejó lentamente la taza de té y lo miró como recompensa.
Abrió un poco sus finos labios, diciendo:
—Díganos cómo entiende la relación entre el marido y la mujer.
¿Su comprensión?
Héctor esperaba esta pregunta. Se había preparado cuidadosamente para ella.
Sonrió con orgullo y dijo en voz alta:
—Si una pareja quiere alcanzar un alto índice de felicidad en su matrimonio, más le vale respetarse, quererse y cuidarse. Cuidarse mutuamente significa que el marido tiene que tratar a su mujer como a su familia y no traicionarla nunca. Amarse también es importante. El marido debe dedicarse sólo a su mujer. El marido debe adorarla, amarla y hacerla la más feliz del mundo.
Respondió a la pregunta en voz alta en el patio y fue la única voz en el patio.
La multitud que se reunió para ver la diversión se quedó mirándole. Estaban asombrados y no podían creer que fuera Héctor quien dijera esas palabras.
¿Los hombres deben amar, respetar y cuidar a sus esposas?
Ni siquiera habían oído hablar de ello en Odria.
Estaba loco. Debía estar loco.
—Si el duque Héctor realmente piensa así, creo que está más guapo que antes.
—Yo siento lo mismo...
Entre la multitud, algunas mujeres susurraban.
En los últimos 3 días, Héctor dio un alto pago para recoger información sobre la igualdad entre hombres y mujeres. Muchas mujeres participaron en la investigación y se sintieron influenciadas. Incluso algunas mujeres que no participaron en la investigación, también le prestaron mucha atención.
Su pensamiento inherente estaba conmocionado, pero seguía pareciéndoles increíble. Así que no había sacudido totalmente su idea tradicional.
Pero ahora Héctor lo decía en público, lo que parecía esparcir semillas en sus corazones.
Era ridículo, pero estas mujeres admiraban el mundo que él describía.
¡Vaya conclusión!
¿No era la conclusión popular en Internet? Debe ser utilizado por Héctor como una doctrina.
El idiota...
Insistió en ser amo de casa.
El público se quedó totalmente sin habla. Si la igualdad entre hombres y mujeres les chocó al principio, los detalles que acababa de dar Héctor hicieron saltar en pedazos sus opiniones.
Estaba bien tratar a las mujeres por igual, pero ¿por qué iban a tratar a las mujeres como tesoros?
Si es así, ¿cuál era la diferencia entre hombres y mujeres?
Las vistas de todos los hombres del patio quedaron completamente destrozadas. Pensaron que lo que estaban viendo no era diversión sino una película de terror.
Al otro lado, las mujeres también estaban asombradas, pero pronto sus corazones latieron locamente.
La vida descrita por Héctor era el paraíso de las mujeres.
Si pudieran llevar una vida así...
¡Valía la pena morir!
—Quiero casarme con el Duque.
—Yo también. Quiero ser la mujer amada y respetada.
—Yo también, yo también...
Las mujeres no pudieron evitar discutir en un susurro de envidia.
La emoción pronto contagió a una mujer tras otra hasta llegar a todas las mujeres del patio.
Todas se fijaron en Héctor con ojos brillantes.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: 30 Días de Prueba Amorosa