ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 42

Alaska

Cerca de la media noche, la gente comenzó a desaparecer, por la gracia del alcohol o el cansancio, dejando a su paso copas vacías y platos sucios. Algunas personas habían insistido en darme regalos, así que los guardaron en la casa de Adam.

Los padres de él no pudieron venir, pero lo bueno fue que no sintió su ausencia, toda la noche se la pasó hablando con la gente del pueblo, recibiendo felicitaciones por nuestro compromiso.

¿Me estaba arrepintiendo? Un poco.

Es decir, oficialmente tengo 20 años, así que, si puedo hacer que todo lo de la boda se extienda a más de un año, me haría sentirme más segura, los preparativos son largos.

No podía dejar de mirar la joya en mi mano, tan representativa y tranquila al mismo tiempo, ¿cómo es eso posible?

Me levanté de mi silla y di una vuelta por el lugar, Adam estaba hablando con mi padre y ya no quedaba nadie más que la gente que se encargaba de limpiar todo.

La escultura de hielo a medio derretir llamó mucho mi atención, así que me acerqué y no pude evitar no tocarla, sintiendo cómo se derretía en mis dedos por la diferencia de temperatura, ojalá pudiera conservarla así siempre.

— ¿Dañando la decoración, señorita? —pregunta la familiar voz de Adam a un lado mío, recargando sus brazos en la mesa.

— Algo así, me gustó mucho.

— ¿Estás cansada? —me giré y ya no vi a mi padre.

— Un poco, la fiesta no fue muy salvaje y es considerablemente temprano, ¿y tú?

— Para nada—puso una sonrisa en su rostro y me miró.

— ¿Qué? —pregunté cuando se quedó callado.

— ¿Vamos a casa? O podemos ir al bosque si quieres.

— No, a tu casa está bien.

— ¿Mi casa? Siempre ha sido tuya y ahora podrás decirlo con más orgullo—se pone recto y me ofrece su brazo.

— De acuerdo, de acuerdo.

Caminamos lentamente por toda la Residencia cuesta arriba, y algo me decía que no tenía frío gracias a el control y temperatura de Adam, siempre se aseguraba de dejarme un aura de calor para no enfermarme en caso de que las temperaturas descendieran.

El cielo pintaba de una forma muy extraña, pero por alguna razón, eso no parecía asustarnos, todo se detenía por unos instantes y para Adam, no había nada más que caminar a casa.

Cuando llegamos al jardín, apenas entré a la casa y me quité los tacones, en definitiva, no quería usar tacones en meses, era demasiado cansado y doloroso,

cosa que le dio risa a Adam cuando me vio botar el calzado en el pasillo, caminado extraño hacia la sala.

— Tendré en cuenta no hacer que camines muy seguido con eso—se sentó a un lado mío y yo cerré los ojos.

— Mejor aliméntame.

— De hecho... dejaron algo en nuestro cuarto.

— ¿Los regalos? —pregunté abriendo mis ojos y comenzando a levantarme para subir, quería ponerme ropa más cómoda ya.

— No, otra cosa, sube y cámbiate, ya lo verás—él siguió sentado en la sala y yo me adelanté en las escaleras.

Apenas entré, percibí un olor a chocolate muy fuerte, y cuando miré a mi derecha, sí, frente al ventanal se encontraba la fuente de chocolate funcionando con muchas frutas a su alrededor esperando a ser devoradas por mí.

¿Qué tan divertido sería poner mi cara en la fuente para probar ese chocolate directamente?

Alejé ese pensamiento y me dispuse a buscar una playera cómoda con la cual dormir, y comencé a quitarme el vestido, dejándolo colgado en el armario para que no se arrugara ni nada por el estilo, pero cuando me giré, escuché un pitido de la máquina, y sin entender nada. ya me encontraba demasiado llena de chocolate.

— Esta no era la forma en la que quería probar el chocolate... ¿Adam? — murmuré cuando vi la puerta a medio abrir y él entró con un control en su mano— Espera, ¿fuiste tú el que la hizo explotar?

— Tal vez yo quería probar el chocolate así.

Wow, esto no lo estaba esperando ni de cerca.

Mi espalda volvió a arquearse cuando sentí su boca pasar por mi abdomen, quitando todo el chocolate a base de besos, asegurándose de no dejar pasar ningún espacio sin que sus labios lo hayan tocado todavía.

Sus pulgares se engancharon en mi ropa interior, quitándola con demasiada lentitud, pero luego ya no lo sentía cerca mío, y de repente, podía sentir su aliento en mi oído.

— ¿Crees que también ahí se haya metido el chocolate?

— Mmmm—es lo único que consigo responder, pero a él no le basta y su mano masajea mis pechos bajando poco a poco hasta llegar a mi feminidad y abrirse paso con sus dedos, logrando que yo saque un grito cuando introduce uno de sus dedos en mí, inmediatamente los calla con su boca sobre la mía.

— Shhhh, tranquila—responde en mi oído.

Comenzó a hacer movimientos circulares y juraba que ahora estaba lanzando pequeños gemidos y a Adam no le molestaban en absoluto, sus movimientos aumentaron la velocidad sumándole otro dedo dejándome al borde y justo en ese instante, los sacó.

— Me parece que sí hay chocolate ahí.

Sentí sus manos abrir mis piernas poco a poco y luego su respiración estaba en el lugar que menos esperaba, para después reemplazar sus dedos con su lengua, literalmente estaba probándome y yo no podía parar de retorcerme y gritar, quería alejarlo y al mismo tiempo decirle que no se detuviera, tomar su cabellera con fuerza, pero por más que jalara las ataduras en mis muñecas, no cedían.

— Adam, por favor...

— ¿Qué quieres? —respondió alejándose, ya no lo sentía sobre mí, y luego, parecía querer jugar con su miembro en mi entrada, por más que me moviera, no conseguía nada.

— A ti, te quiero a ti—respondí en un suspiro.

Pude sentir más su peso sobre mí y por fin, quitó la venda de mis ojos, sorprendiéndome al mismo tiempo entrando con fuerza en mí, haciéndome gritar y sentir cada movimiento rítmico.

En cada desplazamiento, parecía romper la cama y a mí me desesperaba no poder abrazarlo o algo, así que él se limitaba a besarme y morder mis labios, no se detenía, ni un segundo, tenía bien claro lo que quería en ese instante.

Mis ojos se cerraron cuando ya no pude más y comenzaba a sentir una explosión en todo mi interior.

Y en ese instante, el cielo explotó con nosotros.

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