Katriona no soportó la idea de ver a Enola tan hermosa y con ese vestido blanco, ¿Cómo se atrevía ella a ir con ese color de vestido sabiendo que asistiría a una boda? Rápidamente, se dio cuenta de que su plan había salido mal, se suponía que si asistiría era para rogarle a Tanok que no se casara porque ella estaba muriendo.
―¿No te han dicho que es de mal gusto asistir a una boda vestida de blanco? ―Enola la recorrió con la mirada y ladeando la sonrisa, la miró a los ojos, ella no se está casando con el vestido tradicional de la manada.
―Tranquila, yo no pienso robarme al novio como lo hiciste tú en mi boda. ―Miró a Kato. ―¿Nos reunimos con los demás invitados? ―Kato dándole una última mirada a Tanok, asintió y se alejaron de la pareja.
Katriona se sintió tan furiosa, que se dispuso a ir tras de ella, no piensa quedarse con esa, pero el fuerte agarre de Tanok la detuvo en seco, al mirarlo, esos ojos rojos la tensaron por completo.
―Mi alfa. ―Susurró con voz baja, pero no dijo más, entendió a la perfección lo que él deseaba, no acercarse a la humana.
Tanok no disimuló ni por un segundo la mirada que le dio a Enola, él realmente creyó que ella se había ido a su mundo, ¿Qué hace con ese miserable? Su propia pregunta le rompió el corazón, ellos están juntos, por supuesto.
La fiesta continuó, Enola sonreía y se divertía con las ocurrencias de Kato, el brebaje que le preparó la hechicera realmente le devolvió la vitalidad y aunque desee negarlo, estar tan cerca de Tanok le ha hecho demasiado bien, incluso sus hijos se mueven con más fuerza.
Todos los de la manada la miraban con rabia, situación que dejó curiosos a los demás, pero debido a que lo mantuvieron todo en secreto, las cosas no fueron más allá de miradas despectivas. Kato se sentía tan el centro de atención por tener a una belleza a su lado que aprovechó al máximo la compañía de Enola.
Tanok sin duda se está muriendo de celos y Kato lo sabe a la perfección, no se limitó en nada, mima, hace reír y le presta demasiada a tención a Enola. Mientras Katriona exige la atención de su alfa y futuro esposo, Enola la tienen sin percatarse.
Las ganas de vomitar como siempre invadieron a Enola, por lo que su mal gesto no lo podía controlar, no deseaba devolver lo que comió, no se puede estar dando ese lujo, ya que no se alimenta bien y los bebés necesitan alimentarse.
―¿Te sientes mal? ―Kato la miró con preocupación, lo que menos quiere es que todos vean su aspecto real, no quiere ponerla en una situación así. ―¿Quieres que nos vayamos ya? ―Se puso en pie de inmediato.
―No, tranquilo. ―Lo obligó a sentarse nuevamente. ―Tengo muchas ganas de vomitar y por Dios, los bebés se están moviendo como locos. ―Kato tocó su vientre y tenía razón. ―Tu idea fue genial. ―Lo miró a los ojos con agradecimiento. ―Mis bebés están más fuerte, ellos sienten a su padre y yo no siento tanto dolor. ―Kato se sintió feliz por verla más fuerte, pero una gran preocupación incrementó en él, ¿Acaso Tanok no había roto sus lazos? ¿Por qué ella también se siente bien al estar cerca de él? Se suponía que solamente los bebés demostrarían una mejora.
―Es por eso que no me importó nada. ―Le guiñó. ―Debía aprovechar la oportunidad para ayudarte por lo menos un poco. ―Enola agrandó la sonrisa, pero el olor a comida la hizo correr, el vómito se le ha subido a la garganta.
―Enola. ―Intentó ir con ella, pero otro de los invitados y el mismo con el que estaba discutiendo una posible alianza lo detuvo. Kato miró en la dirección que había corrido Enola y tras encontrar a Katriona, se relajó.
Tanok quien estaba esperando la oportunidad, se deshizo de los hombres con los que estaba hablando y fue tras Enola, es justo lo que deseaba, un lugar oscuro y retirado de los demás. Enola jadeó por el esfuerzo que hizo al vomitar, todo lo que había comido en las últimas horas salió con facilidad de su cuerpo.
―No puedo creer que me pongan en esta posición. ―Cerró los ojos, pero sentir aquel olor y esa presencia tan imponente tras de ella, la tensó tanto que pareció la había petrificado con la mirada. ¿Qué estaba haciendo él ahí? ¿Acaso la matará?
—¡¿Como te atreves?! —Gritó Katriona al ver su vestido totalmente arruinado por la enorme mancha roja. —¡Guardias, quiero que saquen a esta mujer de aquí! —Inició a gritar furiosa. —¡Es una traidora y tiene una condena pendiente! —Los guerreros rápidamente llegaron al lugar, pero Tanok se interpuso para que ni se les ocurriera tocar a su luna.
—¡Le tocan un solo cabello y mueren! —Los miró amenazantes, provocando que todos pararan en seco. Katriona lo miró perpleja, ¿Por que la defiende?
—Si vine aquí. —Enola lo cortó para evitarle la pena y no permitir que hipócritamente la defendiera. —Fue para apreciar con mis propios ojos el castigo que Tanok está a nada de recibir al casarse contigo. ―La mirada fría congeló a Katriona. ―Ahora te he aguantado una vez más porque estás embarazada, pero de no ser así la próxima envenenada serias tú. ―Tanok miró a Katriona en el acto, ¿Acaso ella fue la culpable? ―Se merecen uno para el otro. ―Miró a Tanok. ―Lamento no quedarme para la ceremonia. ―Sonrió ampliamente después de entregarle la copa a Katriona. ―Pero me voy con la certeza de que ambos tienen lo que se merecen. ―Kato ayudó a Enola a caminar, todos los presentes se quedaron de boca abierta, pero nadie como Katriona. ¿Acaso esa mujer la humilló frente a sus invitados?
Tanok por su lado, se sintió más destrozado, ¿Por qué no lo dejó explicarle? ¿Por qué no la forzó a escucharlo? Si Ikal no se la hubiera llevado, ella se hubiera dado cuenta de que él había llegado a un acuerdo con el consejo; perdonarle la vida y quedarse con ella como su destinada, mientras que Katriona solo daría a luz a su hijo y después sería expulsada de la manera, pero ya es tarde, ¿No? Se preguntó abriéndose paso entre las personas, su lobo quiere salir y su corazón quiere detenerse por la debilidad. Nuevamente, se negó a romper lazos con su luna, nuevamente decidió sufrir y soportar el dolor como castigo.
Enola cayó de rodillas mientras fuertes y desgarradores gritos salen por su boca, la asfixia que la invade la ahogó más que el agua lluvia cayendo sobre su cara. El dolor que está experimentando no se compara con nada, ella sufre más de lo que debería, ella lo odia, eso lo sabe bien, pero también le duele perder al hombre que decidió amar a último minuto.
Kato intentó tomarla en brazos, pero ella se negó, permaneció en el piso mientras las lágrimas se mezclan con el agua lluvia, ella gritó, tiró de su pelo, pataleó e intentó arrancarse ese dolor de su pecho tirando de su ropa, pero absolutamente nada funciono, esos ojos celestes ahora sin ese brillo que le encantaba no salen de su cabeza. ¿Por qué es tan cínico de fingir arrepentimiento? ¿Cómo le pidió que se quedara con él después de que no la defendió cuando le quitarían la vida? ¿Cómo puede él seguir dudando de su paternidad?
―No podemos quedarnos aquí. ―Kato la tomó en brazos al verla casi desmayada. ―Algo puede salir mal y no quiero que estés en peligro. ―Tomando su camino, se alejó sin ser consciente de que Tanok iba tras de ellos, pero el agarre firme de Shasta lo detuvo.
―Déjala ir. ―Miró a su hijo con dolor por aquel sufrimiento por el que está pasando. ―Es mejor así. ―Tanok dejó que la lluvia lo empapara y solo miró como su destinada, esa que esperó por siglos se marchaba una vez más de su lado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró