Patrullaje, junta con el consejo, ayudar a su gente en las tareas generales, ayudar a sus aliados y dedicarles tiempo a sus hijos. Ser madre, Diosa y alfa no es fácil, pero Enola lo lleva lo mejor posible y jamás se queja.
―Mamá. ―Huilén se acercó a su madre. ―¿Podemos ir contigo a la manada vecina? Nunca permites que te acompañemos. ―Enola sonrió por la dulce mirada de su hija.
―Es muy peligroso, no sabemos lo que pueda pasar en el camino. ―Acarició sus mejillas con amor. ―No quiero exponerlos. ―Le aterraba que sus hermanos la encontraran de nuevo y lastimaran a sus hijos, ya había perdido todo, no estaba dispuesta a pasar por algo tan doloroso nuevamente. Perdió al bebé que estaba esperando, en la batalla de hace cinco años, el último recuerdo que tendría de su alfa lo perdió sin posibilidad de protegerlo.
―¿Por qué nos cuidas tanto? ―Tahiel, el más grande de los mellizos y quien tiene totalmente parecido al carácter de su padre, la miró con seriedad. ―Nosotros debemos cuidar de ti y de Huilén, ¿Cuándo lo comprenderás, madre? ―Enola suspiró profundamente.
―Son ustedes los que deben comprender el riesgo que significa ser mis hijos. ―Relajó el gesto. ―Amores, aquí en la manada están bien, a salvo, ¿De acuerdo? Prometo llevarlos después al lago a las afueras de la aldea.
―Alfa. ―Naran se acercó a ella. ―El consejo pide verla. ―Enola besó las cabezas de sus bebés y se enderezó.
―Vayan con las cuidadoras, obedezcan. ―Los niños, sin muchos ánimos, se marcharon obedeciendo la orden de su madre. Es realmente dura con ellos y no entienden el motivo.
―¿Crees que mamá algún día nos hable de nuestro padre? ―Aluhe retiró el pelo de su cara. ―Nunca nos habla de él, ¿Acaso no tenemos padre?
―Eso no debería de importarnos. ―Tahiel miró a sus hermanos. ―Madre cuida de nosotros, es lo único que importa. ―Tomándolos a ambos de la mano, se marcharon con su cuidadora.
―¿Por qué parece ser que odias a papá sin siquiera conocerlo? ―Huilén sonrió con esa inocencia que la caracteriza. ―¿No te pones a pensar que mamá sufre y por eso no nos cuenta nada?
―Entonces con más razón, Huilén, si mamá sufre por recordarlo, no debería importarnos saber de él. ―Cortando la conversación, aceleró el paso.
―Esos niños me dan escalofríos. ―Uno de los guerreros se estremeció. ―Un mes para que cumplan seis años, ¿Cómo pueden actuar de esa manera tan espeluznante? ―Negó afligido por el escalofrío. ―Y Tahiel es el que más miedo da, que niño para intimidante.
―He escuchado que se parece mucho a su padre. ―Se encogió de hombros. ―No deberías asombrarte, son hijos de una Diosa y ella se ha encargado de criarlos los más maduros posible, eso es de admirar. ―Ambos siguieron su guardia.
Enola analizó la situación, no es primera vez que los rumores de un posible ataque al sur llegan a sus oídos y la mayoría de las veces son solo eso, rumores que la gente inventa. La mala fama nadie se las quita, todos consideran que la crueldad de Enola es lo único que rescató el sur de ser objetos de ataques.
―Los del oeste, ¿Cierto? ―La anciana, líder del consejo, asintió. ―En nuestra última expedición, nos llegaron muchos rumores. ―Frunció el ceño. ―Se dice que el alfa de la manada Eclipse de Sangre es realmente oscuro, no se detiene sin importar cuantos obstáculos se encuentre, él avanza sin miramientos.
―No estaría tan loco como para atacarnos. ―Naran miró a los del consejo y después a su alfa. ―Usted es la más fuerte de todos, nadie en su sano juicio planearía un ataque y de hacerlo debe saber que perderá. ―Endureció el gesto. ―¿Por qué si les está yendo bien lo estropearían enfrentando a alguien más poderosos que ellos?
―Me parece absurdo. ―Enola no creyó en ese rumor. ―Somos una de las manadas que más alianza tiene. ―Ladeó la sonrisa, es algo imposible. ―Ellos vienen desde el oeste, tendrían que pasar por más de tres líneas de defensa. Esto no es más que una farsa para molestarnos como siempre.
―Aun así, alfa. ―Otro de los ancianos la miró con rigor, es demasiado necia muchas veces. ―Debería estar lista para cualquier cosa.
―Yo siempre estoy lista. ―Tras un asentimiento de cabeza, se marchó, ella no puede estar gastando su energía en rumores, ya le ha pasado antes y moviliza sus tropas y las de sus aliados para nada, solo para que los salvajes puedan entrar más fácilmente a las aldeas y hacer de las suyas. ―Naran, envía a un mensajero, quiero que les lleven un recado a la manada vecina.
―Sí, alfa. ―La chica corrió, pero verse interrumpida por Kato la paralizó. ―¿Podrías quitarte de mi camino? ―La furia en esa mirada le dolió.
―Naran…
―No. ―Se negó a hablar con él y rodeándolo, siguió su camino.
―Dale tiempo. ―Enola lo consoló. ―Fueron tres años los que estuviste lejos de ella, está un poco dolida. ―Invitándolo a caminar, paseó la mirada por el lugar que ha sido su hogar por años. ―Tengo algo que contarte sobre unos rumores. ―Kato le prestó su total atención, siempre que ella necesita de él, no duda en ayudarla con lo que sea a pesar de la distancia.
―Hay que iniciar la evacuación. ―Enola se puso en pie. ―Ve con tus hermanos y protéjanse uno al otro. ―Lo miró a los ojos sin sonreír o mirarlo mimosa. ―Quiero que cuiden de las personas, ¿Entendido? No usen su poder si no es necesario. ―Tahiel no cuestionó, se movilizó de inmediato, su madre siempre hace simulacros y ellos saben exactamente qué hacer. ―¿La manada del oeste?
―Sí, han arrasado con todas nuestras filas. ―Le informó. ―Realmente parecen imparables, la última barrera decidió no enfrentarlos y unirse a nosotros para unir fuerza. ―Enola se colocó su armadura.
―Bien, hay que esperarlos afuera, no podemos permitir que invadan la aldea, eso sería muy peligros. ―Miró a su alrededor y ya sus guerreros estaban evacuando a la gente para llevarlos al bunker que Enola había construido para protegerlos.
Tanok sintió una emoción única al ver la aldea a lo lejos, era algo que no podía explicar y lo único que cruzaba su cabeza era “Tengo que llegar” Aquello se le repetía incontables veces y es en lo único que podía pensar, pero Ikal lo detuvo.
{No podemos arriesgarte} Lo miró a los ojos. {Hay que atacar como siempre, nosotros vamos al frente y tú entrarás después} Tanok paró la marcha y dejó que sus guerreros se adelantaran, él solamente interviene cuando alguien fuerte y peligroso aparece en escena o ya al final para ponerle fin a todo.
Enola permaneció como siempre, atrás de sus guerreros, ella jamás ataca de primera, aprendió esa táctica de su alfa, de esa manera puede ver la batalla y saber como proceder. Si se adelanta lo único que hará es darle el privilegio a los demás, siempre se ataca al alfa de primero y con todo.
La batalla estaba siendo una guerra misma, lobos peleando por donde se mirara, brujas defendiendo el frente y al parecer ambas manadas tenían ese as bajo la manga. Enola se sentía inquieta, ella quería cruzar el campo de batalla, algo más allá la llamaba y no sabía qué, Tanok no estaba mejor, su lobo cada vez se salía más de su control y le estaba haciendo imposible mantenerse quieto.
{¡Alfa!} Nahil y Naran gritaron al mismo tiempo, cada uno llamando a sus respectivos alfas.
Enola se convirtió en una loba blanca, tan blanca como la nieve, no es muy grande, ella no parece una bestia, pero su poder y agilidad la compensan. El lobo de Tanok por supuesto, es tan negro como la noche y su tamaño abismal, fuerza y destreza lo hacían invencible, pero Enola no se intimidó. Ambos saltaron por encima de sus guerreros listos para enfrentarse.
{¡Mía!} El lobo de Tanok se sintió suspendido en el aire.
{¡Mío!} La loba de Enola se sintió exactamente igual, ambos reaccionaron al estar uno frente al otro.
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