Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró romance Capítulo 45

Las conquistan no se detienen, la alfa despiadada volvió y ahora no hay quien pueda enfrentarse a ella.

Enola ha estado en busca de aliados y aunque no ha sido fácil, pues ha tenido que derrotar a la mayoría para que accedieran, ha logrado reunir casi a todo el mundo sobrenatural; brujas, dragones, algunos clanes de vampiros, demonios y otras tantas, su ejército es realmente poderoso, pero el saber que se enfrentará a uno de los Dioses de la guerra la tiene bastante nerviosa.

La partida de Tanok por supuesto ha sido un golpe duro, no importa el motivo, ella se siente herida y desea al amor de su vida a su lado, pero ha de aceptar las cosas, es por el bien de él.

Había evitado por todos los medios visitar el Oeste, pero la situación la obligó a hacerlo, es lo que se dice para convencerse, la realidad es que lo extraña y desea verlo y asegurarse de que estuviera bien.

La llegada no fue tan amigable para ella, pero la compañía de Nahil lo cambió todo, las personas se sintieron aliviadas y bajaron un poco la guardia al saber que él venía con la alfa de la que tanto se habla.

―El alfa no ha venido aquí en mucho tiempo. ―Dijo uno de los ancianos, mintiendo por supuesto. ―¿Por qué nos tomaría en consideración sin que tengamos a un líder? ―Enola sonrió.

―Sé que hay uno. ―Miró a Ikal. ―Y también sé que él no me negará la ayuda, me lo debe. ―Ikal pasó saliva. ―Se viene una guerra y todos somos su objetivo…

―Pero si los rumores dicen que esto se podría evitar. ―Dijo otra de las ancianas del consejo. ―Si usted se entrega, la guerra no se dará. ―Enola amó los ilusos que eran.

―¿Realmente creen que el Dios de la guerra, dejará de pelear solo por una mujer que lo dejó en el altar y lo traicionó por una raza inferior? ―Ikal la miró atónito.

―¿Qué? ―Preguntó poniéndose al frente. ―¿De qué hablas, Enola? ―El gran suspiro lo tensó un poco más.

―Había olvidado por completo eso, de alguna manera me aseguré de no recordarlo más, pero hace dos meses en la batalla, todo vino a mí, yo no lo quería creer, pero la confesión de los prisioneros me sacó de dudas. ―Lo miró a los ojos. ―Por eso buscaba a tu padre y por la misma razón lo dejé ir. ―Sonrió. ―Él me abandonó por amor y yo lo dejé ir por la misma razón. ―Dijo en voz alta lo mismo que se repite cuando siente que no puede más.

―¿Es por eso la guerra? ―A unos de los guerreros no le gustó. ―No me parece justo que una rivalidad entre Dioses nos perjudique a nosotros y…

―No seas imbécil. ―Nahil le gruñó. ―Somos seres de la oscuridad, nos debemos a la Diosa Luna, ¿Por qué ese estúpid0 cerebro tuyo no puede comprenderlo? Si ella muere, nosotros perderemos nuestros poderes…

―No del todo. ―Enola lo cortó. ―Cuando un Dios muere, reencarna, ustedes lo vieron cuando morí. ―Todos la miraron confundidos. ―Cierto, a ustedes no les devolví la memoria. ―Cerró los ojos. ―Bien, lo único que deseo es tener al Oeste de mi lado. ―Los miró a cada uno. ―Lo que haré quizás los lleve a no ayudarme, pero también sé que puede ser lo contrario. ―En un chasquido de dedos les devolvió la memoria a todos y les dio la información que necesitaban. ―Asesiné a mi hermana y estoy dispuesta a demostrarle a los demás que no podrán dañarme ni a ustedes. ―Todos la miraron confundidos, los recuerdos fueron tanto que muchos quedaron en shock.

―Creo que la decisión es más que clara. ―Ikal miró a su gente. ―Mi padre jamás dejaría sola a su luna, no en condiciones como esta. ―Todos lo miraron con atención. ―El alfa está indispuesto por ahora, protejamos a lo que más ama…

―Pero ella también fue tu pareja. ―Se indignó uno al fondo.

―Ya supéralo hombre. ―Ikal gruñó con fastidio. ―El Oeste se unirá a la batalla. ―Enola se puso en pie.

―Se los agradezco. ―Haciendo una reverencia, se despidió y con el corazón apretado en su pecho, se marchó. No vio a su alfa, él no apareció y eso la destruyó como no se lo imaginó, las esperanzas eran enormes en ella y la decepción ha sido mucho peor.

Tanok miró desde la cima de una montaña, su destinada se ve tan hermosa como siempre y sentir su olor simplemente lo enloqueció y que ella no pudiera sentirlo o percibirlo a él, lo mató. Decidió desaparecer incluso para ella y ahora no sabe si hizo lo correcto, se siente morir sin su familia estando a su lado.

―Alfa. ―Nahil se colocó a su lado. ―No lo sintió, ¿Cierto? ―Enola negó un par de veces. ―Lo siento, sé que deseaba verlo.

―No te preocupes, ahora hay cosas que son mucho más importante que la separación de mi destinado. ―Dejó salir el aire por la boca. ―Han pasado dos meses, Nahil, tiempo suficiente para que Ares haya planificado un ataque. ―Lo miró a los ojos. ―La batalla pasada fue con un único objetivo, conocer al enemigo y lamentablemente su información fue buena.

―Pero ahora tenemos una gran tropa, ¡Incluso los dragones están de nuestro lado! ―Enola asintió con seriedad.

―Eso es verdad, pero no hemos tenido el tiempo suficiente para sincronizarnos, básicamente estamos dejando todo a la suerte. Es como si tuvieras tres oportunidades de dar al blanco y solo disparas con la esperanza de acertar. ―Nahil la comprendió, pueden tener un ejército grande, pero no saben exactamente como luchar juntos.

―Sé que saldremos victoriosos. ―Enola detuvo sus pasos y retuvo a su beta, al ver que todos se alejaron de ellos, lo miró a los ojos.

―Nosotros nos quedaremos. ―Enola giró. ―No pienso dejarte sola, queremos pelear contigo.

―Es muy peligroso, niños, no pueden quedarse. ―Se negó. ―Vayan con sus cuidadoras, vamos. ―Les dio la espalda, debe movilizar a las tropas y llamar a los aliados que aún no habían llegado.

―¿Esto te parece lo suficientemente maduro? ―Enola miró a sus hijos con asombro. ―Podemos cambiar nuestra forma, madre, hemos madurado. ―Enola había olvidado por completo que ellos son semidioses.

―Niño…

―Tenemos la forma de un joven de veinte años. ―Contestó Aluhe esta vez. ―Nos enseñaste a pelear y lo haremos.

―No, yo les enseñé a proteger a los demás y es lo que harán, ¡Ahora! ―les habló como nunca a sus bebés, pero no podía permitir que se enfrentaran, si Ares les pone la mano encima, ella enloquecerá. ―Largo. ―Los niños volvieron a su edad normal y la miraron confundidos por como les habló.

―Madre…

―Les di una orden, ¡Obedezcan y no se separen más de su hermana! ―Cortó a su hijo mayor aun con el corazón estrujado.

―¡Selene! ―El grito fue acompañado de un ataque que destruyó la mitad de la aldea, afortunadamente nadie estaba cerca.

―Huyan. ―Enola corrió para apoyar a sus guerreros. ―No quiero hacer esto, Ares, estas personas no tienen la culpa de lo que te hice. ―Se puso al frente.

―Eso no me interesa. ―Antes de poder crear una barrera, el ataque los alcanzó, así siendo Enola quien se llevó la peor parte por protegerlos.

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