Tanok saltó para evitar que se llevaran a su mujer, pero la criatura fue más rápida que él y logró salir de su rango de alcance, enfurecido porque siempre desean lastimar a su luna, tomó impulso y de un salto logró morder el ala de la criatura así logrando que Enola pudiera liberarse.
―Gracias, amor. ―Enola volvió a montar el lobo de su alfa y se unió a la batalla. ―¿Qué tenemos? ―Preguntó a su Beta.
{Como lo supuso, alfa} Nahil escupió la pata de la Erinia. ―Los del Este han venido acompañados por esas criaturas infernales, los niños son sus objetivos, pero pudimos ponerlos a salvo a tiempo. ―Enola asintió, no todas las personas estaban a salvo.
―Naran, protege a los no convertibles hasta ponerlos a salvo, Ikal, ve con ella. ―Ordenó. —Kato, Nahil ustedes vienen con Tanok y conmigo, debemos estar al frente y evitar que las perdidas incrementen. ―Sin esperar un segundo más, iniciaron el contraataque.
Las cosas se emparejaron en menos de nada, tener a Tanok y Enola los llevó a tener la mayor ventaja que cualquiera pueda tener en una batalla. Todos estaban dando lo mejor, pero algo inquietaba a Tanok.
A pesar de que todos estaban en peligro, sin importar que él los proteja, aun con su esfuerzo todos parecen temerle y prefieren acercarse más al enemigo que estar cerca de él. Esa actitud lo hizo sentir incómodo, ¿Cómo pueden ellos temerle a él cuando literalmente lobos, brujas y erinias están dispuestos a matarlos? ¿Cómo pueden mirarlo con tal terror si es él quien les ha salvado la vida? En ese momento lo comprendió todo, él siempre será una bestia y deberá vivir con las consecuencias de sus actos y el pánico de las personas por estar cerca de él.
{¡Enola!} Tanok la puso sobre aviso de lo que se venía, Enola inmediatamente colocó una barrera, la gran ola de poder era aplastante aun estando un poco lejos, ¿Quién coñ0 era dueño de un poder tan abismal?
―No se alejen de mí. ―Ordenó al verlos aterrorizados por la gran luz que se expande y va contra ellos a una velocidad ridícula. ―¡Deben acercarse! ―Gritó al verlos dudando de su orden, Tanok sabía el motivo por el cual no se acercaban y odió eso, ellos están desobedeciendo a su alfa por miedo. ―¡Caraj0s! ―Enola no tuvo más remedio que exponerse para hacer una barrera mucho más grande y proteger también la aldea.
{Yo te sostengo} Tanok se colocó tras su luna y en cuanto el poder chocó contra la barrera de Enola, la hizo retroceder un paso, pero Tanok la detuvo así dándole el apoyo que ella necesitaba para contraatacar con la misma ola de poder que amenazó con acabarlos a todos.
―Veamos si te gusta esto. ―Impulsando la barrera, revirtió el ataque con el triple de potencia respaldado por la barrera, así evitando que pudieran regresarlo nuevamente o evitarlo.
―Mierd4. ―El responsable saltó justo en el momento preciso para no ser arrastrado y solamente miró como lobos, erinias y brujas corrían despavoridos, eso le causó mucha gracia. ―Con que has mejorado, lucecita. ―Ladeó la sonrisa. ―Tal y como lo supuse, mi Diosa. ―Decidió retirarse por el momento, esa batalla le dio más información de la que esperaba. Son fuertes, tienen aliados a su nivel y la táctica que usan en las batallas es de las mejores que había visto, sin duda son más difíciles de lo que aparentan.
Enola inmediatamente atendió a los heridos, la aldea sufrió el daño suficiente como para mantenerlos ocupados unos días, las bajas fueron mínimas por el repentino ataque, pero aun así salió mejor de lo que pensaban.
―Bien, a los que no están demasiado graves, se los pueden llevar a las sanadoras. ―Ordenó señalando la aldea donde los estaban atendiendo. ―Los heridos de gravedad serán traídos aquí para que yo pueda curarlos. ―Miró a su alrededor. ―Quiero una tropa para que restauren el muro principal, otra para que adelanten las cabañas que fueron afectadas. ―Respiró hondo, está agotada, pero no puede dejarse vencer, todos la siguen a ella y debe mantenerse fuerte para que los demás no pierdan las ganas. ―Los prisioneros deben estar protegidos a todas horas, ¡Ánimo, hay mucho que hacer! ―Tanok miró a su luna orgulloso, ella es toda una líder, la manera en la que controla la situación lo hizo temblar, ella cambió tanto que ahora parece una mujer distinta.
{Deberías respirar} Tanok se acercó a ella sin importarle el pánico que los heridos demuestran por su presencia. {Vamos, ve a descansar un poco, si sigues así no harás bien las cosas} Enola se negó, no puede hacer tal cosa.
―Hay personas al borde de la muerte, no puedo dejar de sanarlos. ―Lo miró. ―Soy la voluntad de este lugar, si yo desisto todos lo harán. ―Le sonrió con amor. ―Estuviste impresionante, protegiste a muchos esta noche, cielo. ―Tanok olfateó su mejilla en una caricia.
{Me encargaré de patrullar para asegurarme de que no hayan quedado infiltrados}
―Bien, te asignaré un grupo para que te acompañe. ―Enola miró a su alrededor y las miradas que encontró no le gustó, todos están dejando en claro que no quieren estar cerca de su alfa, aun sin decir ni una sola palabra.
{Soy el alfa más poderoso, no necesito a lobos de bajo rango para hacer una tarea tan simple} Los miró con desprecio. {Nos vemos más tarde} Se retiró sin mirar atrás.
Enola miró a su alrededor, estaba tan ocupada que no se dio cuenta de cómo estaba la tensión mientras su alfa estaba cerca. Ahora parece ser que todos recordaron como respirar y relajarse.
―Alfa. ―Naran llegó junto a uno de los ancianos. ―Creo que debería venir con nosotros. ―Enola frunció el ceño confundida, pero aceptó ir con ellos, después de todo que uno de los ancianos fuera personalmente, deja en claro la importancia del asunto.
―¿Qué hacen estos prisioneros aquí? ―Enola miró al consejo. ―Se supone que debían estar metidos en el calabozo para que no conociesen nada de la aldea. ―Los ancianos se acomodaron cada uno en sus sillas.
―Hay algo que deben confesar, pero deseaban tenerla aquí. ―Enola miró a los cinco prisioneros con frialdad, aquella mirada los tensó, pero aun así decidieron seguir.
―Pero yo no quiero irme. ―Kunak se negó. ―No puedes obligarme a ir, aquí está mi familia… ―Se aferró a Aluhe.
―Hijo, esto no está en discusión, por favor… debemos partir ya, tu familia está en el Oeste, lo sabes. ―La barbilla de Kunak inició a temblar.
―¿No podrías dejarlo? ―Huilén lo miró con lágrimas en los ojos. ―Lo extrañaría mucho, por favor… papá y mamá pueden cuidar de él. ―Enola cerró los ojos con fuerza.
―Por favor. ―Enola miró a Ikal. ―Dile que se cuide mucho. ―Aceptó su partida, aunque eso le rompiera el corazón, pero era mejor, si está a su lado es él quien correrá peligro. Ares no soportaría verlo a su lado. ―Pero también dile que en cuanto libre esta lucha, estoy dispuesta a librar una contra él para recuperarlo sin importar su abandono.
―¿De qué hablas? ―Tahiel frunció el ceño. ―¿Dónde está papá? ―Preguntó alterándose.
―Vamos. ―Ikal tomó a su hijo en brazos. ―Kunak, basta. ―Enola y Nahil se vieron en la obligación de retener a los trillizos para que no evitaran la partida de Ikal y Kunak.
―¡¿Por qué lo dejaste ir nuevamente?! ―Gritó Tahiel. ―¡Siempre lo arruinas todo! ―La culpó. ―¡Papá y tú jamás debieron estar juntos, ustedes no están hechos para ser destinados! ¡Los odio por siempre lastimarse de esa manera! ¡Cobardes! ¡Ojalá nunca más se reencuentren! ―Enola aguantó el llanto, pero ver que Aluhe y Huilén la miran con decepción la rompió.
¿Acaso no estaba todo bien entre ella y su alfa? ¿Por qué decidió dejarla sin más? ¿Por qué siempre las cosas se prestan para que se alejen uno del otro? ¿Por qué Ares se presenta justo en ese momento? Las preguntas la marearon al punto de tener que sentarse en el piso, debatida y demostrando por vez primera su debilidad ante todos los demás.
―Hay que seguir. ―Kato la ayudó a ponerse en pie. ―Lo has dejado ir, así que supondré que hay un motivo y debemos prepararnos para eso. ―Enola respiró hondo y asintió, no puede detenerse y derrumbarse, no en ese momento. Por lo menos él no la rechazó y eso es una ventaja. Él la abandonó por amor y ella lo dejó ir por lo mismo.
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