Difíciles, así estaban las cosas con Enola enfermando cada día más, la gran caída, que sus poderes de Diosa la abandonaran y ser una loba con un cuerpo tan débil, no es tarea fácil para ella ni para los que la rodean.
Tener a Tanok encerrado en casa todo el tiempo para que los vecinos no lo vean, tampoco es tarea fácil para ninguno. La gran bestia pierde los estribos por tanto encierro y la posibilidad de que las cosas mejoren son nulas.
Ambos decidieron enfrentar la situación solos, aunque no hubiera sido lo mejor, ya estaban cansados de arrastrar a otros en sus problemas y no les parecía justo. Los niños volvieron a ser esos viejos atrapados en cuerpos jóvenes, pues ellos son los que mayormente se encargan de todo.
―Niños. ―Enola con la vida escapándose de su cuerpo debido al dolor que sufre con cada paso, llamó a sus hijos. ―Es hora del desayuno, deben marcharse al colegio. ―Se paró en la puerta de Huilén, siente que ya no puede dar un paso más, la tos amenaza con ahogarla.
{Estás empeorando} Tanok se acercó a ella al percibir el aroma a sangre. {Deberías quedarte en cama, yo puedo hacerme cargo de los niños} Enola apretó la mano con la que se había cubierto la boca al toser, verla llena de sangre, realmente la asustó.
―Tranquilo, cielo. ―Se apoyó a él para poder mantenerse en pie. ―Es mejor que haga ejercicios, quedarme en cama sería mi sentencia a muerte y no quiero eso. ―Besó el pelaje del lobo. ―Iré a recostarme, cuando ya estén listos, me avisas para entregárselos al colegial. ―Tanok la llevó a la habitación y después fue con sus hijos, son unos dormilones todos.
{Vamos, arriba, deben preparar el desayuno y alistarse para el colegio} Inició con su hijo mayor. {Tahiel, arriba, ¡Venga!} Tiró de la sabana y con ello de su hijo, Tahiel se quejó al caer en el piso, odia cuando su padre lo despierta sin tacto alguno, es todo lo contrario a su madre.
―Ya voy. ―Se puso en pie lleno de pereza. ―¿No podemos faltar hoy? Es viernes y quiero quedarme a cuidar de mi madre.
{Sabes perfectamente lo que tu madre piensa sobre faltar a clases} Tahiel frunció el ceño. {Sé lo que vas a decir, han faltado mucho a clases, pero estamos en este mundo y aquí debes asistir sin importar nada} Lo empujó con el hocico para sacarlo de la habitación. {Ayúdame con tu hermano, yo voy por tu hermana que es la más difícil}
―¿No debería ir yo con Huilén? ―Enarcó una ceja. ―Ella siempre juega contigo, padre, no puedes abstenerte a mimarla nunca. ―Tanok entrecerró los ojos. ―No me mires así, todos sabemos que esa niña mimada te tiene como quiere.
{Venga, a despertar a tu hermano} Decidió no discutir con él, es cierto todo lo que dice, su niña es la mimada y por esa cachorra él lo haría y soportaría todo. {Princesa} Inició a olfatear a su hija. {Vamos, hay que ir al colegio y ya está un poco tarde} Huilén se puso boca arriba y abrazó la cara del enorme lobo. {No, no me vas a hacer lo mismo que la semana pasada} Quiso quitarse, pero aquel abrazo tierno y cálido le ganó. {Princesa, debes ponerte en pie, ahora} Exigió tratando de parecer duro, cosa que era realmente difícil cuando su niña lo está abrazando de esa manera.
―Un poco más, papi, solo un poco más. ―Susurró acariciándole la nariz. ―¿Podría faltar al colegio hoy? Solo será hoy… ―Tanok inició a lamerla.
{No, sabes que a mamá no le gustará ni un poco que faltas} Huilén abrió los ojos y miró a su padre, le dio justo esa mirada de la que él no puede escapar.
―Por favor, papi… quiero quedarme en casa. ―El puchero aceleró el corazón de Tanok, ¿Cómo decirle que no a su hija cuando lo mira de esa manera?
―Si no te pones en pie ahora mismo, habrá castigo para cuando vuelvas del colegio. ―Huilén quedó arisca al escuchar la voz de su madre. ―Métete al baño, debes bajar a desayunar. ―La niña, tras darle un beso a su padre y desearle los buenos días a su madre, corrió al baño sin rechistar.
{¿Qué haces en pie? Quedamos en que descansarías hasta que vinieran a recogerlos} Enola rodó los ojos.
―Ambos sabemos que la dejarías aquí en casa. ―Inició a toser. ―Debes ser un poco más firme con ella, cielo. ―Tanok rápidamente se acercó para ayudarla a caminar. ―No puedes demostrarle que con solo una mirada te domina siempre.
{Es mi niña, mi princesita, ¿Cómo no voy a caer rendido ante ella?} Enola se acomodó en la cama. {Descansa por favor, y no vuelvas a ponerte en pie hasta que no sea el momento} Lamió su mejilla, el ser una bestia se lo complica todo, pero ambos se han adaptado. {Deberías transformarte, con Violette te pones un poco más fuerte} Enola obedeció, tomó su forma lycan y el dolor disminuyó en un tres por ciento.
Seis meses habían pasado desde que decidieron dejar el mundo sobrenatural para siempre, seis meses en los que Enola decidió sacrificarse para sellar el mundo de los Dioses y acabar con el tema de una vez por todas, seis meses en los que Tanok decidió ser cazado antes de tomar a otra mujer como su luna.
La llegada al mundo humano no fue fácil, tener que comprar una casa acondicionada para que Tanok pudiera andar libremente, asegurarse de que los vecinos no lo vean cuando sale en las noches a tomar aire, el saber que las esperanzas de encontrar la manera de devolverle su forma humana ya no eran más que un deseo difícil de conseguir y la enfermedad que cada día apaga más la vida de Enola, los entristece muchísimo, pero el estar juntos y en paz les da algo de felicidad.
―Mamá se ha esforzado nuevamente. ―Tahiel le hincó el diente a la tostada. ―Estoy muy preocupado, no debería estar preparando el desayuno para nosotros. ―Miró a su padre, quien estaba echado a un lado de la mesa. ―Empeora cada día, ¿No crees que deberíamos buscar a alguien que nos ayude? ―Tanok miró los ojos de sus hijos, le habían estado ocultando la verdad por miedo a que ellos escaparan en busca de ayuda, pero no decirles nada, también representaba ese temor.
―Soy dos años mayor que tú, no deberías hacer esto. ―Tahiel agrandó la sonrisa.
―Dos años no son nada, además. ―Se puso en pie y tiró de ella. ―Soy un poco más alto que tú, ¿Quién se daría cuenta? ―Valentina, quiso chillar de la emoción y vergüenza.
―Tengo apenas once años y tú nueve, ¿Cómo puedes ser tan maduro para tu edad y pensar en estas cosas? ―Tahiel mordió sus labios.
―Solo soy así, tú también eres muy madura para tu edad y es lo que me gusta. ―Al ver la luz de la casa encenderse, se apartó de ella. ―Viene tu padre, creo que es mi retirada. ―Inició a caminar al muro. ―Nos vemos, lunita. ―Valentina agrandó la sonrisa, ese niño la tiene totalmente anonadada.
―¿Estabas nuevamente con ese muchacho? ―El hombre miró las mejillas sonrosadas de su hija. ―Te he dicho mil veces que no te quiero ver con él. ―Corrió al muro.
―Pero papá. ―Intentó detenerlo, pero el hombre no cedió.
Tanok salió de la casa, es realmente tarde y su hijo mayor no había llegado, al mirar a su derecha lo vio caminando tan despistado que supo lo que pasaba en su hijo.
―¿Dónde estabas? ―Quiso escucharlo por él mismo.
―Creo que encontré a mi destinada. ―Suspiró profundamente. ―Me siento en el cielo, padre… siento que todo yo dependo de ella y tenemos una conexión que es difícil de cortar. ―Negó sin parar de reír. ―La química es inigualable. ―Tanok hubiera carcajeado de tener su forma humana.
―Vamos, adentro, casanova, digno hijo de tu padre. ―Ambos entraron a la casa sin darse cuenta de que Tanok había sido visto por el vecino.
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