El día de emprender el vuelo había llegado, Tanok se resistió a llevarse a su mujer, pero ella no se dejó convencer, ella debe estar a su lado y enfrentar todo lo que hay juntos.
Los niños por su lado no pudieron convencer a sus padres de dejarlos a cargo de su hermano mayor en el mundo sobrenatural, Andrés demostró ser un buen hombre y se ofreció a cuidar a los tres niños.
―¿Estás seguro de que podrás cuidar a cuatro preadolescentes? ―Tanok miró al hombre a los ojos.
―¿Por qué no? Me has dicho que los tres se comportan, además mi hija no es una mala niña. ―Entrecerró los ojos. ―Pero no puedo ignorar que tu hijo mayor no deja de mirar a mi hija como si fuera comida. ―Tanok ladeó la sonrisa.
―Son niños. ―Le quitó importancia. ―Bien, Huilén… mi hija es un imán para que todos se acerquen a ella, Aluhe es de pocas palabras, es el radar de peligro de mi hija y todo lo que tenga dos pelotas y se acerque a su hermana, es peligroso según él, después está Tahiel, el más centrado, pero eso no quiere decir que el menos problemático. ―Andrés lo pensó, pero no se dejó intimidar.
―Vayan tranquilos, yo podré encargarme de todos ellos. ―Le sonrió. ―Para cuando vuelvan encontrarán lo que dejaron. ―Tanok confió en el hombre, él no dudó en llamar a la policía al creer que estaban en peligro.
―Bien, los iré a dejar en un rato. ―El hombre se marchó a su casa y Tanok fue con su familia. ―¿Están listos? ―Subió a la segunda planta. ―Tahiel, te dejo a cargo a tus hermanos. ―El niño miró los ojos de su padre. ―Debes mantener a raya a Aluhe y que tu hermana no se acerque a tantas personas, ¿De acuerdo?
―Así será, padre. ―Le aseguró. ―¿De verdad mamá tiene que ir contigo?
―Por supuesto que sí. ―Enola entró a la habitación con una sonrisa en sus labios. ―Ustedes me devolvieron un poco la fuerza. ―Acarició el pelo de su hijo. ―Ya toso menos y con poca sangre, ¿No crees que me he ganado una excursión? ―Tahiel sonrió.
―Te lo mereces madre. ―Asintió.
―¡Papi! ―Huilén saltó y Tanok apañó a su hija en el aire. ―Por favor, no tarden mucho, los voy a extrañar muchísimo. ―Hizo un puchero que como siempre alteró todo en Tanok.
―Prometo hacer todo lo posible para volver antes de que nos extrañen. ―Besó su cabeza. ―Hijo. ―Miró a Aluhe. ―Por favor, nada de peleas, ¿De acuerdo? Si algo te enoja comunicalo, no respondas con un puñetazo, ¿Puedes hacer eso? ―Aluhe se mantuvo serio como siempre.
―No puedo prometer eso. ―Se encogió de hombres. ―Hay personas que no merecen mis palabras. ―Tanok rodó los ojos, es quien más tiene su carácter, por mucho que digan que Tahiel lo tiene todo de él.
―Solo intenta responder con palabras y no con golpes. ―Resopló. ―Ya lo saben, si están en un peligro real pueden usar sus poderes, solo cuando estén al borde de la muerte, ¿Comprenden? Con un llamado pueden convocar a Ikal y Nahil, pero solo cuando sea muy necesario.
―¿Por qué Nahil no viene a cuidarnos? ―La pregunta de Huilén tensó a su padre.
―Porque él, al igual que tu hermano están muy ocupados, y sí, Kunak también lo está, debe aprender mucho. ―Besó su mejilla y la bajó.
―Es hora de irnos. ―Enola besó a sus hijos hasta que los estresó a los tres. ―Pórtense bien y Tahiel. ―Miró a su hijo implorante. ―No estás en edad de marcar o reclamar a tu luna, ¿De acuerdo? Debes controlarte, sé que la necesidad de protegerla es incluso más grande que cualquier voluntad, pero las cosas deben llevar su tiempo y todavía no es el momento. Valentina podría morir si la marcas siendo tan joven, ¿Lo comprendes?
―Entendido, madre. ―Enola estaba muy preocupada por dejar a sus bebés, pero sabía que, para garantizar un futuro libre de peligro a sus hijos, debía encargarse con su esposo.
―Cuídense mucho. ―Los niños los despidieron. ―No tarden mucho. ―Les pidieron preocupados.
Enola y Tanok emprendieron su vuelo, primero tenían que atar algunos cabos y eso lo harían de la manera más sencilla, un enfrentamiento uno a uno con quien pide su cabeza a toda costa.
―¿Seguro que debemos hacer esto? ―Enola miró a su marido. ―¿Qué sucede si no lo acepta y te ataca con todas sus tropas? ―Tanok suspiró, esa es una posibilidad, pero si algo tiene ese hombre es orgullo.
―Tranquila, no sería capaz de atacar con todo a un hombre que está solo. ―Besó su frente. ―Lo desafiaré a un combate uno a uno, si él gana mi cabeza será suya, pero si yo gano todo su reino me pertenecerá a mí. ―Enola agrandó la sonrisa.
―Estaría loco si lo acepta, un suicida, no menos. ―Tanok rio profundo al oído de su mujer.
―Bueno, no soy el único que quiere ir a buscar algo. ―Enola se puso seria en el acto.
―Tengo que conocer a la resbalosa que quiso atar a mi hombre, ¿Me vas a culpar por eso?
―Jamás. ―Respondió tan rápido como pudo. ―Pero estás débil, cachorrita, no quiero arriesgarte. ―Enola soltó el aire por la boca.
―Lo sé, pero ellos no lo saben. ―Lo miró a los ojos. ―Solo quiero conocerla y ya está.
―Y podrás hacerlo, cachorrita. ―Le aseguró. ―Venceré al rey alfa de Europa y tendremos total libertad para buscar a esa hechicera, prometo que la encontraremos y tu buena salud volverá a ti. ―Enola confió en su esposo, si hay alguien que puede ayudarla es él.
La noticia de que el alfa oscuro estaba en el territorio se extendió como pólvora y que la Diosa Luna lo estuviera acompañando puso a todos nerviosos. Los rumores de un posible ataque tomaron tanta fuerza que el rey alfa se preocupó.
―Quiero que tengan a todas las tropas listas, debemos esperar cualquier sorpresa. ―El beta miró a su alfa un el ceño fruncido.
―Pero no hay noticias de las fronteras, ellos no han venido con tropas y…
―¿Crees que se dejarían ver tan fácilmente? No seas tonto, ellos ya se han enfrentado a los mismos Dioses, están a otro nivel. ―Gruñó furioso. ―Haz lo que te ordeno, no tenemos tiempo.
―Alfa. ―Uno de los guerreros entró a la sala de junta. ―El alfa oscuro y su luna están aquí. ―El alfa lo miró confundido.
―¿Están solos? ―No pudo evitar la sorpresa.
―Así es, han venido solos y piden hablar con usted. ―El hombre pasó saliva, ¿Por qué se arriesgarían a visitarlo solos?
―Oh, mierd4. ―Cayó en cuenta, por supuesto esa bestia le pediría un enfrentamiento uno a uno. ―Ve a la cocina y pide que hagan un festín, desaparece a mi hija del lugar, llévatela a otro reino, no puedo arriesgarla a que la Diosa Luna conozca a quien se convertiría en esposa de su alfa.
―Sí, señor. ―El hombre miró a su beta.
―Vamos, hay que recibirlos. ―El beta asintió, su alfa no es ni un tonto.
Tanok y Enola se encontraban en la puerta, ambos en su forma humana y sin intenciones a atacar, ambos estaban relajados y se mostraban amables. Al llegar, el rey alfa de Europa los miró desde una distancia prudente.
―Skoll. ―Tanok saludó a quien se convertiría en su suegro y el mismo que lo forzó a huir de su hogar. ―Por tu mirada llena de pánico, deduzco que sabes el motivo de mi presencia frente a tu castillo. ―El hombre pasó saliva con dificultad.
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