―Cielo, no seas tan grosero. ―Enola le sonrió al hombre que fue capaz de echar a su alfa de su propio reino. ―Venimos en son de paz, a dialogar y de no llegar a un acuerdo, entonces haremos las cosas como a mi esposo le gusta. ―Su dulce voz no denotaba más que amenazas y el hombre las percibió sin problema alguno. ―Creo muy innecesario que se enfrenten a una pelea a muerte, ¿Cierto? Alfa Skoll. ―El hombre no quiso intimidarse, pero no se puede confiar, una guerra no estaba en sus planes.
―Es usted una persona muy sabia, mi Diosa. ―Se acercó un poco más. ―Considero que me dejé llevar un poco, ver a mi hija llorar fue duro para mí, tú sabes de lo que hablo. ―Tanok lo miró con ganas de arrancarle la cabeza, ¿Cómo se atreve a jugar una carta como esa? Por supuesto que él mataría sin escuchar a quien haga llorar a su hija. ―Tu destinada estaba viva, no puedo culparte por huir. ―Le tendió la mano. ―Pido unas sinceras disculpas y para cerrar la alianza, los invito al banquete que están preparando para una bienvenida. ―Enola le dio un pellizco a su alfa para que no le dejara la mano tendida al hombre.
―Es mejor que no intentes una estupidez, ¿Lo entiendes? Si esto es una trampa te mataré al final para que los veas morir a todos. ―Skoll le sostuvo la mirada, no le ha gustado para nada esa amenaza.
―No soy un suicida y la alianza es una de las más fuertes, ¿Por qué estropearía algo como esto?
―Bien, ahora que hemos quedado en un acuerdo. ―Enola los cortó. ―Me gustaría conocer a su familia, alfa Skoll, espero que todos estén aquí listos para recibirnos. ―El hombre se tensó por completo y tras mirar a su beta, este corrió para detener la marcha de la futura alfa, sería una ofensa que solo ella faltara.
―Por supuesto. ―Le sonrió. ―Por favor, hay que entrar, han de estar cansados por el viaje.
―De hecho, viajamos como humanos y después nos fuimos a un cómodo hotel. ―La hostilidad de Tanok no bajaba. ―Así que estamos muy descansados. ―La tos de Enola llamó la atención del hombre.
―Lo siento, el perfume de los humanos me sienta mal, son demasiados escandalosos para mi sensible nariz. ―Bromeó al respeto y se sintió aliviada cuando el hombre río, ya ni siquiera tiene un buen olfato.
―Cuando yo voy al mundo humano, me siento volver loco, nunca conocí a unas criaturas tan ruidosas como esas. ―Enola rio, ella vivió mucho tiempo entre ellos, pero es cierto que ahora siendo una loba es muy complicado.
La cena inició una vez el banquete estuvo preparado, pronto todo se convirtió en una fiesta con demasiado alcohol, pero Enola ni Tanok bebían demasiado, todavía no se confiaban aun cuando el acuerdo de alianza se había firmado.
La hija mayor de Skoll se mantuvo distante, no soportaba ver a esa mujer junto a Tanok, toda su vida estuvo enamorada del alfa oscuro y cuando estuvo a punto de pertenecerle él no fue capaz de traicionar a quien no estaba a su lado.
―No te culpo ni te guardo rencor. ―Enola le tendió una copa a la joven. ―Vamos, no tiene nada. ―La chica, no muy convencida y con mucha desconfianza, aceptó la copa de vino. ―La mujer que tenga a Tanok lo tiene todo en la vida. ―Sonrió. ―Incluyendo dolor, sangre y lágrimas, no todo es color de rosa con él. ―Le mostró la cicatriz en forma de garra en su brazo, pero a la chica no le estaba agradando nada la compañía de Enola, se le hacía demasiado incómodo.
―Yo acepté la unión porque no sabía que usted estaba viva. ―Enola alzó las cejas. ―Créame, de saber que aún estaba por ahí, yo no hubiera aceptado nada.
―Calma, muchacha. ―Le sonrió. ―No he venido aquí para castigarte, de hecho, realmente deseaba conocer a la mujer que estuvo a punto de tener a mi bestia. ―La miró de frente y justo a los ojos. ―Eres hermosa, tienes carácter y por lo que mi hija me contó, un enorme corazón. ―No le sonrió. ―De hecho, de yo faltar, me gustaría que una mujer como tú se hiciera cargo de mi animal y mis cachorros. ―La chica la miró atónita. ―Sin embargo, debo confesar que los celos resurgen en mi interior, pero sería una hipócrita si los expresara.
―¿Por qué? Él es su esposo, yo me hubiera vuelto loca y asesinado a quien intentara algo con él. ―Enola sonrió.
―Yo le falté, mientras él se negaba a estar con alguien, yo le falté todo ese tiempo y eso me mata. ―Dejó salir el aire por la boca. ―Pero, en fin, solo deseaba charlar un poco contigo. ―Tras mostrarle la copa, se despidió y acercó a su marido, ahora deben hablar de cosas serias.
Tanok abrazó a su mujer en cuanto se acercó a él, pudo darse cuenta de que estaba conversando con la que sería su esposa y ver a la chica ahora más participativa y sonriente lo hizo reír a él, su esposa tiene un don para tranquilizar a los demás.
―Sin duda sigues siendo una Diosa. ―Le susurró al oído. ―Fuiste capaz de que la persona más incómoda de toda la fiesta se uniera y disfrutara. ―Enola miró esos hermosos ojos y sin poder evitarlo, tiró de él y lo besó con deseos.
―Deberías dejarla aquí. ―Señaló a Enola quien se sujeta a la puerta. ―Se ve muy débil, no sé como no lo noté antes, pero ahora es más que evidente. ―Tanok corrió a su mujer, el brebaje ya estaba dejando de funcionar.
―Amor. ―Tanok la tomó en brazos. ―Necesito una habitación, ella debe descansar. ―Skoll los guio personalmente a una de sus mejores habitaciones y puso a disposición a sus hechiceras y sanadoras.
Enola fue tratada de todas las maneras, Tanok no se explicaba el motivo por el cual la tos con sangre había empeorado de tal manera, él pensó que lo que sus hijos hicieron era suficiente para que ella dejara de empeorar, pero no fue así.
―Tranquilo. ―Enola le sonrió. ―Deberíamos volver con nuestros hijos. ―Acarició su mejilla. ―Quiero pasar mis últimos días junto a ellos. ―Tanok intentó contener las lágrimas, pero ver al amor de su vida sufriendo de esa manera simplemente lo destrozó. ―Sufres, Tanok… viniste aquí dispuesto a matar a un hombre para ayudarme…
―Tú sufres más. ―Gruñó furioso por no ser él quien está postrado en esa cama. ―No puedes pedirme que me rinda, debo ayudarte, no puedo perderte. ―Besó su frente. ―Ambos saldremos de esto, ¿De acuerdo? Siempre lo solucionamos, juntos, no lo olvides. ―Enola sonrió con barbilla temblorosa.
―No deberías amarme de esta manera. ―Tanok frunció el ceño, deseó enfurecerse, pero el llanto le ganó.
―No vuelvas a decir algo así. ―Pegó su frente en el pecho de su mujer. ―Te amaré tan intensamente, incluso después de mi muerte, ¿Lo entiendes? No me voy a rendir y tú tampoco lo harás. ―Alzó la mirada y para Enola verlo llorar como un niño le pudo, su hombre, esa bestia ruda y gruñona, estaba llorando con desconsuelo. ―Te voy a salvar, ¡Lo juro! ―Acarició el pelo de su mujer. ―Y mientras eso pase, disfrutaré cada segundo que pase a tu lado. ―Enola realmente emocionada por todo el apoyo que su esposo le está dando, tiró de él y lo besó tanto como la tos se lo permitió.
―Te amo demasiado. ―Lo miró a los ojos. ―Y agradezco que seas tú mi pareja, de no ser por ti yo me hubiera rendido incluso antes de iniciar y les hubiera fallado a mis bebés. ―Sonrió con amor. ―Gracias por ser mi soporte, Tanok Nukak. ―Tanok se acostó al lado de su mujer y la abrazó con fuerza, son pocas veces las que ha llorado en su vida, pero ninguna como lo estaba haciendo ahora, sentir que pierde a su mujer nuevamente simplemente lo desestabiliza y lo hace el ser más vulnerable del planeta.
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