―Andrés, necesito que te quedes aquí, debo ir por mis hijos. ―El hombre apenas podía hablar, ¿Cómo es que esos dos niños pudieron desaparecer así sin más y al otro le esté saliendo un cálido resplandor de las manos? ¿Qué es lo que estaba pasando? Se preguntó mirándolo todo atónito.
―Papá, necesito que te centres ahora. ―Valentina se colocó frente a su padre para que la mirara a los ojos. ―No es momento de entrar en pánico, ellos nos necesitan, ¿Lo comprendes? ―Tanok miró a su hijo y al verlo asentir endureció el gesto, pero no era momento de reprenderlo por decir su secreto, ya habría tiempo de borrarle la memoria a ambos.
―Confió en ti, amigo. ―Dijo Tanok dejándole caer su pesada mano sobre el hombro para traer de vuelta y sacarlo del trance en el que estaba.
―No te muevas. ―Huilén le advirtió a la mujer que la carga en su espalda. ―Si mueves un solo músculo te decapito con mis propias manos. ―Andrés, Tanok y Valentina miraron a los recién llegados con el alma fuera del cuerpo.
―¿Qué creen que están haciendo? ―Preguntó Tanok en total desconcierto. ―Suéltenla ahora. ―Exigió acercándose a sus hijos, pero Aluhe colocó una barrera así impidiéndole el paso.
―Debes escucharnos, padre. ―Pidió Aluhe. ―Esta es la bruja suprema, lo supimos en cuanto la vimos la primera vez, pero ella supo muy bien como mantenernos ocupados. ―Tanok miró a la mujer asustada en el piso y después a su hijo. ―Los lobos, ellos nos buscaron pelea cuando la seguíamos, después cuando fuimos al parque aparecieron otros, pero esos fueron lo suficientemente astutos como para no enfrentarnos… más tarde el interés por nosotros. ¿Aquellas preguntas que le hizo a mamá? ―Tanok pasó la mano por su cara, es imposible creer algo como eso. Él dudó de ella, pero pensó que era enviada por la bruja suprema, no que ella lo era. ―Algo quería conseguir con eso y no sé qué sea, pero espero que no lo haya hecho.
―Ok. ―Kioni se quitó a Huilén de encima y con un chasquido de dedos desvaneció la barrera. ―Debo aceptar que tienes un trío de hijos muy inteligentes y poderosos. ―Ladeó la sonrisa. ―Mientras uno me distrajo. ―Miró a Aluhe quien mantenía una pose de defensa. ―La otra entró solamente para someterme, debo confesar que en mis muchos años de vida ni un humano o criatura me había tocado desde ya hace un tiempo. ―Lo miró divertida.
―Kioni. ―Andrés no se lo podía creer. ―Tú…
―Oh, sí, cielo. ―Se encogió de hombros. ―Aunque debo decir que no había encontrado fascinación en un humano antes, fuiste el único. ―Le guiñó.
―Por favor… ayuda a mi esposa. ―Kioni miró a Tanok con las cejas alzadas.
―Debo decir que cuando me di cuenta de que lobos y brujas me estaban cazando, jamás pensé que estuvieran trabajando para el lobo legendario y la mismísima Diosa Luna. ―Miró a Enola y Tahiel quien no dejaba de temblar por el esfuerzo que estaba haciendo.
―Por favor… ayúdala. ―Volvió a pedir Tanok. ―No te estaban cazando, estaban buscando tu paradero, es lo único. ―Kioni lo miró con la cabeza ladeada.
―Milenios. ―Dijo poniéndose totalmente seria, tanto que todos se tensaron. ―Siendo cazada por humanos y cualquier criatura egoísta… todos pidiéndome favores para su propio placer y egoísmo, ¿Qué puedes darme tú a cambio?
―Mi poder. ―Dijo Tanok sin ni siquiera pensarlo. ―Llévate todo el poder del que soy dueño, no me interesa ser un simple humano. ―Aquello la sorprendió de verdad.
―¿Estás dispuesto a vivir como las criaturas a las que tanto odias y aborreces? ―La sorpresa no la ocultó.
―Nada vale la pena si ella muere. ―Se la señaló. ―Puedes incluso hacerme tu esclavo, pero por favor… vuélvela a mis hijos. ―Kioni miró a Enola y suspiró.
―Es verdad. ―Asintió un par de veces. ―Ustedes luchan por amor y no por egoísmo. ―Frunció el ceño. ―Ella estaba dispuesta a sacrificar su vida por sellar al mundo de los Dioses y lo logró, pero vivió como última voluntad de su poder antes de perderlo. ―Cerró los ojos. ―Su loba… ella usó su poder para convertirse en un lycan y eso se vio perturbado al perder su poder. ―Al abrir los ojos miró a Tanok. ―Es por eso su estado, sin poder supremo para curarse y una loba que desapareció día con día, le fue imposible recuperarse de tal caída. ―Respiró profundamente, ella desde hace mucho no ha hecho algo benevolente con alguien. ―La última vez que ayudé a alguien sin nada a cambio, se llevaron toda mi humanidad y mi fertilidad al acabar con el bebé que llevaba en mi vientre. ¿Qué me garantiza que ustedes no serán iguales?
―Solo queremos a mamá de vuelta. ―Huilén la miró con lágrimas en los ojos. ―Tienes humanidad, simplemente la reprimes porque temes que te vuelvan a dañar. ―Se acercó más a ella. ―Por favor… devuélvela y yo me iré contigo.
―¿Qué? ―Tanok miró a su hija perplejo.
―Ella dijo que deseaba tener una aprendiz y que de ser uno de nosotros sería yo porque el poder que perdió mi madre se transfirió a mí.
―¿De qué estás hablando? ―Huilén inició a llorar al ver a su padre tan alterado.
―Lo siento, no quise decir nada por qué tenía miedo. ―Sollozó. ―No quería que vinieran por mí y que ustedes debieran protegerme.
―Oh, princesa. ―Tanok se quiso volver loco. ―Tu madre preferiría morir antes de entregarte a ella.
―No importa, ella puede superarlo, papá… déjame hacer esto, te lo suplico. ―Tanok miró a su mujer, ya ni siquiera escucha su corazón.
―Tranquilo, como lo dije antes, tienes a unos hijos poderosos. ―Tanok la miró confundido. ―Tu hijo fue quien puso en ese estado pacífico a su madre. ―Tahiel la miró descolocado. ―¿Querías que dejara de sufrir?
―Sí…
―Tranquilo, me alegro de que me haya utilizado para llegar a ustedes, así fue como se dio cuenta de que lo que ustedes deseaban era meramente por amor, no por deseos egoístas. ―Tanok sonrió, sin duda es su humano favorito.
―Despertó. ―Les comunicó Kioni. ―Andrés…
―Tranquila. ―La calló con una sonrisa en sus labios. ―Los niños me borrarán la memoria y todo seguirá como siempre. ―Miró esos ojos verdes y hermosos, agradece que no haya cambiado de apariencia. ―De todos modos, quiero que sepas que realmente disfruté pasar tiempo contigo, eres una mujer excepcional. ―Tras acariciarle la mejilla, entró a la cabaña.
―Me siento como si un tren de mil vagones me hubiera pasado mil veces ida y vuelta por encima. ―Se quejó Enola con la poca voz que le salía. ―¿Por qué lloran? ―Sonrió mirando a su familia. ―Estoy aquí… estoy bien. ―Se dejó abrazar. ―Lo consiguieron… ―Miró a sus hijos.
―¿Qué cosa? ―Preguntó Aluhe.
―Se dieron cuenta de que Kioni es a quien buscábamos y la convencieron de ayudarnos. ―Miró a su esposo. ―Lo supe todo el tiempo y aunque dudé, me quedó claro cuando inició a hacerme todas esas preguntas. ―Miró a la mujer. ―Sigues teniendo humanidad, no te cierres al mundo, no todos hacen las cosas por egoísmo.
―¿Pueden dejarme a solas con ella? ―Todos se despidieron de Enola y se marcharon. ―El precio fue demasiado caro. ―Tanok miró a su mujer con culpa en sus ojos. ―Cachorrita, lo lamento… yo ofrecí mi poder, pero ella no lo quiso. ―Enola se preocupó.
―¿Amor?
―Se quedará con Huilén. ―Cerró los ojos para no ver la decepción con la que seguramente su mujer lo miraría. ―Tu poder se transfirió a nuestra hija y ahora ella quiere enseñarle todo… ocho años estará lejos de nosotros…
―Amor. ―Al sentir la caricia en su mejilla, abrió los ojos. ―Fue la mejor decisión, será duro despedirme de mi única hija, pero ¿Quién más que la bruja suprema para enseñarle a usar su poder? Ya no soy más una Diosa, yo no podría ayudar a nuestra hija. Además, así la mantendrás lejos de Nahil lo suficiente.
―¿No me odias? ―Enola sonrió por las lágrimas de su esposo.
―¿Cómo odiar al hombre que me mantuvo con vida?
―Oh, cachorrita, te amo tanto, amor… ―Besó sus labios con locura, la tiene de vuelta, ella vivirá.
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