ÁMAME UNA VEZ MÁS romance Capítulo 58

Nick

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—¿Cómo está mi padre?

—Su estado es estable —El doctor Martin Karev toma la Tablet donde está la historia clínica de mi padre y revisa algo en ella.

—Él es Dominic Garnett, su abuelo —mis hijos se acercan curiosos a donde mi padre está acostado y lo observan en silencio.

—Dom —Alana me mira y luego a su abuelo.

—Así es, aunque seguramente, él preferiría que le digan abuelo —le sonrío a mi hija, sus hermosos ojos me miran con gran curiosidad y después veo que ambos buscan sus juguetes en sus pequeñas mochilas.

—Aquí —dice Noah y con su manito muestra el lado vacío de la enorme cama, un poco sorprendido, hago que se sienten en ella, comienzan a jugar y hablar al lado de mi padre, la imagen me cala hondo, ahora más que nunca deseo que despierte, sé que mis hijos lo harían muy feliz. mi padre siempre fue un hombre de familia.

—El tratamiento solo ha logrado que mantengamos el estado de tu padre, sin que la enfermedad siga deteriorando su organismo, aún estamos haciendo las investigaciones genéticas para lograr regenerar los tejidos que se vieron afectados, lo que nos permitiría saber si él puede llegar a despertar, es algo positivo dentro de todo.

Confirmo con la cabeza.

—Debo informarte que el desarrollo del tratamiento de tu padre ha ayudado a descubrir la cura de un par de enfermedades que no contaban con la financiación para ser investigadas.

—Me alegro de que eso suceda.

—Recibirás un reconocimiento de nuestro centro de investigación.

—No es necesario, Martín, ¿cuánto tiempo tomará para que hagan las pruebas?

—Unas cuantas semanas —responde y me explica como funciona el equipo que están desarrollando.

Me distraigo por momentos, cuando miro a Alana y a Noah caminar alrededor de su abuelo, en algunos instantes solo puedo ver sus cabellos y escuchar sus voces detrás de un lado de la cama.

—Me alegra que ya no te veas tan perdido —Martín palmea mi hombro.

—Ya no lo estoy, he recuperado las partes de mí que ni siquiera sabía que existían y que necesitaba, aunque creo que me he quedado sin una de ellas —suspiro—, hablaremos de ello dentro de dos semanas, en mi próxima visita.

Bajamos a almorzar y mi nana sube a ver a mi padre, le hablé de lo sucedido hace tiempo y casi le da un infarto, no quiero imaginar la reacción de mi madre si llego a decírselo y aunque está en tratamiento, temo que saber lo de mi padre pueda causarle un colapso.

—Alaia me llama cada hora —Sophie se ve comprensiva ante las llamadas de la madre de mis hijos.

—Sería extraño que no lo hiciera —afirmo y decido volver a la habitación, donde encuentro a mi nana.

—Tengo fe de que tu padre despertara pronto, pienso que los niños serán una gran motivación, estoy segura de que puede escucharlos —nana Jane los mira.

—Espero que así sea —digo sacando aire de mis pulmones.

—Los dejaré solos —mi nana se va, me acerco a mis hijos y a mi padre, comienzo a hablar con él, acerca de lo que ha sucedido en estos últimos días, desde que lo visite, cuando le hablé de mis hijos, pero no imaginé que podría traerlos tan pronto.

Finalmente, llega la hora de irnos, hablo de algunos detalles con Martin y Tanya, la enfermera de mi padre; decidí traerlo a Seattle para mantenerlo lejos de las Garras de Killian, además de que la casa está cerca del Centro médico que realiza las investigaciones.

Ordeno las cosas de los niños en sus maletas.

—Gracias, Martin —digo dándole un apretón de manos.

—Siempre es un placer, adiós, pequeños —ellos se despiden con la mano y se acercan a la cama.

—Bye bye, Dom —mis hijos dicen en coro mirando a mi padre.

—Te veré pronto, papá —le hablo y llevo conmigo a los niños, para dirigirnos al aeropuerto.

—Son unos Ángeles —Sophie dice al verlos dormidos durante el vuelo, mi nana se muestra de acuerdo y acaricia el cabello de ambos.

—Gracias, Sophie —digo y ella asiente mientras sonríe.

Alaia

Termino la llamada que mantenía con Sophie, mis hijos están por abordar el avión para regresar a casa mientras que Ash, Tino, Cedric y yo, nos preparamos para salir a cenar, antes de que ellos lleguen, quiero estar en casa para recibirlos.

Llegamos al restaurante al que vinimos hace tiempo, gracias a la invitación del ministro y su esposa, aunque la compañía no fue grata, debo decir que me encantó la comida.

—Madre mía, pero como me mola este lugar —Tino camina junto a Ash—, miren a esos hombres —señala sin disimulo una mesa en la que hay varios hombres de la edad de mi padre, se ve que es una reunión de negocios.

—Podrían ser tus padres —Le recuerda Cedric.

—Pero, rubio, no habéis escuchado la canción de la Becky G, esa que dice: a mí me gustan mayores, de esos que llaman señores —canta y soltamos la carcajada llamando la atención de las mesas cercanas.

No hay vuelta atrás 1

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