Amante peligroso romance Capítulo 171

La humillación que había esperado no llegó, en cambio, la voz baja y ligeramente reprensora del hombre se escuchó en sus oídos.

-La próxima vez no quiero verte corriendo a tanta prisa.-

Joaquín soltó los pies de Denis mientras hablaba. Si esa mujer sabía preocuparse por su salud, ¿qué necesidad tenía de ponerle mala cara?

Sus ojos fríos volvieron a mirar sus pies, -¿Dónde están los zapatos?-

¿Zapatos?

¿Qué zapatos?

Denis siguió su mirada, entonces se dio cuenta de que se había levantado con demasiada prisa. En ese momento, quería encontrar a ese hombre, quería protestar con él y quería expresar el enfado que había estado guardando en su interior. De modo que se le olvidó ponerse las pantuflas para estar en casa y salió corriendo de la casa descalza.

Entonces... ¿Él estaba revisando sus pies hacía un momento?

Se sintió absurdo de nuevo... ¿Esa persona era tan amable? ¿Se preocupaba tanto por ella?

¡Repentinamente!

Cuando el colchón perdió un poco de peso, una figura oscura se puso de pie.

-Arréglala en media hora.- Joaquín levantó la muñeca y miró su reloj. Después de dar la orden en voz baja, tranquilamente se dio media vuelta y se fue.

¡La tez de Denis cambió!

-¡Espera!- Ella apenas lo pensó para extender la mano y agarrar su manga.

Joaquín bajó la mirada hacia la manga, luego pasando por la mano que estaba en la manga, sus ojos negros se movieron hacia arriba para posarse en su rostro.

Esa mirada fue profunda.

Denis estaba nerviosa por un momento.

-¿Quieres decir algo más?- Con voz profunda y con elegancia natural.

-¡Yo... no iré! ¡No quiero ir!- Ella seguía muy decidida.

Una mano apretó desesperadamente su manga, parecía que quería usar la fuerza que empleaba tirando su manga para demostrar su determinación, -No quiero ir.-

-Dame una razón.- Si ella no iba, debía haber una razón.

-Simplemente no quiero ir.-

-Esta no es una razón.-

-Yo... le tengo miedo al frío.- Ella bajó los ojos, sus pestañas cubriendo la luz en sus ojos.

Hubo una leve risa desde la parte superior de la cabeza, luego una mano frotó su cabello, y una voz baja dijo gentilmente, -Quiero escuchar la verdadera razón.-

La verdadera razón... -Tengo miedo al frío.-

Denis bajó la cabeza. Entonces la risa del hombre volvió a sonar, le dio unas palmaditas en la cabeza, luego apartó su mano que agarraba su manga, levantó el pie y se alejó.

Al escuchar los pasos para alejarse, Patricio dijo respetuosamente, -Señor, que se vaya bien.-

Obviamente, el hombre estaba casi fuera de la puerta del dormitorio.

¡Denis entró en pánico!

De repente, levantó la cabeza y murmuró con voz ronca, -¡solo no quiero ir! ¿No es una razón?- ¡Estaba enojada!

¿Por qué esa persona nunca escuchaba a los demás?

El hombre no se dio la vuelta, solo se oyó una voz baja débilmente a través del tímpano de Denis.

-Denis, no huyas, intenta abrirte al mundo y tratar con la gente. En el pasado lo hacía muy bien eso.-

No vio que la mujer detrás de él se quedó completamente pálida, ¡sus ojos estaban llenos de miedo!

¡La mentalidad se leyó por los demás no era una coas interesante!

Especialmente personas como ella que habían sufrido tanto hacía mucho tiempo. Pensaba que lo estaba escondiendo muy bien, pero de un vistazo fue descubierta por la gente.

Ese tipo de vergüenza.

Denis sentía amargura en su boca mirando la espalda del hombre que salía por la puerta.

Patricio miró profundamente a Denis en la habitación, luego se volvió hacia la estilista y dijo, -Al señor siempre le gusta que las mujeres se vistan de vestidos blancos.-

Denis de repente levantó la cabeza y miró a Patricio... ¡Lo hizo a propósito!

¡A la que le gustaba llevar vestidos blancos era Jimena!

-¡No me gustan los vestidos blancos!-

En el viejo rostro de Patricio, había un rastro de risa que parecía estar grabado en sus carnes y huesos. Miró a Denis con una sonrisa, pero Denis sintió su malicia en esa sonrisa aparentemente respetuosa.

-Entonces la señorita Denis cuenta con todos ustedes- dijo con cuidado Patricio, dándose la vuelta caminando.

Denis se había mantenido en silencio mientras le maquillaban y le arreglaban el cabello.

-Señorita Denis, por favor póngase este vestido.- Hasta que la estilista le entregó un vestido blanco.

Casi gritó para negarse, -¡No lo quiero! ¡No me gusta el blanco!-

-Señorita Denis, no se ponga tan alterada. De hecho, se ve muy bien de blanco. No ha probado un vestido blanco, ¿verdad?

En realidad, todas las chicas deberían tener un vestido blanco. Pruébese, le prometo que le gustará.-

-¡No me gusta! ¡No quiero! ¡¿No me escuchas?! ¡No me gustan los vestidos blancos!-

¡Estaba furiosa!

Si no hubiera sido por las palabras maliciosas de Patricio, tampoco rechazaría tanto el vestido blanco.

Sin embargo, después de comprender claramente las intenciones maliciosas de Patricio, ¡ese vestido blanco se volvió repugnante a sus ojos!

¿Por qué tenía que usar el estilo de ropa que le gustaba a Jimena?

-¡Señorita Denis!- La estilista no tenía buena paciencia, y tampoco conocía el pasado de Denis ni lo que había vivido. En ese momento, solo pensaba que la mujer que tenía enfrente no era muy guapa ni tenía una buena figura. En conclusión, no tenía nada especial.

Y ahora mismo estaba siendo una irrazonable que no quería cooperar con ella. A los ojos de esa estilista, Denis simplemente era una mujer que se creía que teniendo el apoyo del señor Joaquín podía abusar de los demás sin razón.

Además, la actitud del señor Joaquín hacia esa mujer tampoco fue tierna o considerada.

-¡Señorita Denis!- La estilista extendió la mano y quiso ponerle la ropa en las manos de Denis a fuerzas, ¡pero un segundo después!

¡Algo inesperado sucedió!

Denis solo sintió que la ropa le estaba dando asco y le ponía incómoda, así que extendió la mano y la agitó locamente... ¡Paf!

¡Clac!

¡Se escuchó dos sonidos uno tras otro!

¡La atmósfera se quedó en silencio repentinamente!

Era un silencio sepulcral.

-Yo...- Denis abrió la boca. No lo había hecho a propósito, simplemente no quería ese vestido, -¿Estás bien...?- Dio un paso adelante, extendió la mano y quiso ayudar a levantarse a la estilista que había empujado al suelo sin querer.

En realidad, no fue una caída fuerte. Pero la postura de caída de la estilista no se consideraba muy… bonita.

Se le cayeron dos botones del pecho, revelando la mitad de su pecho blanco...

La estilista bajó la mirada a su escote, ¡y su rostro se puso pálido y enojado!

¡Repentinamente!

-¡Señorita Denis! ¡Eres demasiado!-

Se puso de pie gritando, pero como se puso de pie con demasiada prisa... ¡Ras!

¡Sonó una tela rompiéndose!

Todos estaban atónitos, incluida Denis. La estilista estuvo aturdida durante tres segundos antes volver a su consciencia repentinamente. Estiró la mano y rápidamente se abrochó bien el abrigo, mirando con muy mala cara a Denis.

-Lo siento.-

-Si las disculpas sirven para algo, ¿para qué está la policía?- Le gritó la estilista a Denis con enfado.

-¿Quién te crees que eres? ¡Solo eres una de las mujeres que el señor Joaquín tiene para divertirse!

En los últimos tres años, ¡el señor Joaquín me ha traído a mínimo 10 mujeres para que le hiciera estilismo! ¿Blanco? ¿Qué pasa con el blanco?

Déjame decirte la verdad, ¡de las diez mujeres que trajo el señor Joaquín, todas llevaban vestidos blancos!

¿Quién te crees que eres? ¿Te crees que puedes ser una excepción?

El señor Joaquín solo tiene a señorita Jimena en su corazón, y el resto de las mujeres son sólo sustitutas de la señorita Jimena.-

¡Fue un golpe fuerte para Denis!

¡Parecía que sus palabras le habían herido mucho!

¡Escuchaba zumbidos en los oídos!

La mano que había estirado para ayudar a la estilista temblaba en el aire, y lentamente, su mano se dirigió hacia el vestido blanco que estaba al costado.

Alguna especie de dolor se estaba extendiendo en su interior. Aunque sabía que no estaba bien llorar ahora, sentía ganas de llorar; aunque tenía muchas ganas de llorar, no conseguía que se le cayeran las lágrimas. Solo sentía una angustia enorme.

Había un tipo de dolor que creías que se había curado. Incluso si no se había curado, la inmunidad se había desarrollado bajo el tratamiento de “antibióticos” una y otra vez, pero lo que se demostró finalmente era que solo eras inmune a los “antibióticos”, ¡y no al dolor inolvidable!

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