Amante peligroso romance Capítulo 186

Lo que Ivana podía darse cuenta, ¿cómo era que Joaquín no lo notó en absoluto?

Por lo que no era más que un autoengaño. Ahora ese autoengaño se había echado a perder y era hora de despertarse del sueño bonito.

-Si no os amáis mutuamente en el momento adecuado, demuestra que el destino no los apoya juntos, Joaquín.- Lázaro rara vez charlaba con Joaquín sobre Denis con tanta seriedad, -Es hora de dejarla ir.-

La respiración de este último se volvió pesada y se podía ver que él estaba triste y luchando.

-Lázaro, ¿sabes?- Lázaro vio que el hombre de enfrente levantó la taza de café con brazos temblorosos y tomó un sorbo, no sabía si era la amargura del café o la amargura de su corazón, su pinta se veía tan mal, por eso Lázaro estaba a punto de decir algo para consolarlo, pero en ese momento, el hombre de enfrente dejó su taza de café.

-Después de cada vez que teníamos relaciones sexuales, ella tomaba pastillas anticonceptivas. Me dijo que eran pastillas de vitamina.- Se rio tristemente Joaquín, -Pero que ella no sabía era que, en realidad, lo que había en el frasco eran pastillas de vitamina de verdad.

Reemplacé la píldora que había en el frasco original. Mandé que la reemplazara con un frasco de “pastillas de vitaminas” con casi la misma forma y sabor lo más rápido posible.

Sabía que el frasco de anticonceptivos ya no era el anticonceptivo en el que ella estaba pensando, pero después de cada vez que teníamos relación sexual, cuando la veía sacar pastillas del frasco para tomárselas, sentía una angustia indescriptible en mi corazón.

Siento una angustia aquí.-

Joaquín levantó el puño y se golpeó el pecho izquierdo. Los hombres no dejaban caer sus lágrimas fácilmente, pero Lázaro se quedó atónito en el momento en que Joaquín levantó la cabeza, -Tú...- Tal Joaquín estaba profundamente enamorado, ¡¿realmente era capaz de dejarla ir?! Sin que otros dijeran nada, Lázaro sería el primero en desconfiar de esa posibilidad.

-Si ahora me dices que la deje ir... Aquí.- Joaquín volvió a golpearse el pecho, -Sigue sintiendo una gran angustia.-

Los delgados labios de Lázaro se crisparon, y de pronto sintió que esas teorías que iluminaban la vida, esas palabras, eran muy superficiales.

Lo que podía hacer que un hombre como Joaquín se quedara tan frustrado y enojado con los ojos enrojecidos y una pinta tan lúgubre... Lázaro extendió la mano y le dio una palmada en el hombro de enfrente, -Te has equivocado al principio y ya metiste la pata hasta el final. Cuando entonces la enviaste a la cárcel, ¿alguna vez pensaste que sentirías lo que ahora sientes?- Aunque él no debería decir eso en este momento, no pudo evitar de contenerse, -Joaquín, ella te amó primero, y tú te equivocaste primero. Ella te odió primero, pero ahora que se ha retirado de vuestro amor y odio, debes dejarla ir. Esto es lo que le debes.-

Joaquín extendió la mano para apartar la mano que Lázaro le había puesto en el hombro, -Sal primero, quiero estar solo.-

Lázaro abrió levemente los labios, pero finalmente solo suspiró en silencio. Luego se levantó y buscó al dependiente para que llamara a su gerente. Entonces sacó la billetera, y sin contar los billetes, puso todo el dinero de la billetera sobre el mostrador, -¿Es esto suficiente para despejar el lugar?-

El dinero era la moneda extranjera ya cambiada de antes. Había mucho dinero. Bastaba para cubrir las ganancias del día. El gerente recibió el dinero con una sonrisa y despejó el lugar. No había muchos clientes en la tienda, así que no hubo muchas pérdidas ni hubo que ser grosero.

-Despeja el lugar, incluidos los empleados.-

Después de hacer eso, todos se fueron del lugar, y solo quedaba un hombre en la mesa en la enorme tienda.

Había una música relajante en un ambiente casual. En la tienda vacía estaba un hombre que luchaba y se arrepentía.

Nadie sabía en qué estaba pensando el hombre en ese momento, lo único que veía Lázaro era que Joaquín, detrás de la mesa, se apoyaba la frente con las manos y se quedó quieto por un buen rato.

De pie fuera de la tienda, Lázaro estaba fumando un cigarrillo contra la ventana de vidrio, y levantó el brazo por quinta vez para ver la hora.

-Dos horas.- Joaquín se encerró en una tienda desconocida durante dos horas sin moverse.

Lázaro miró hacia atrás para ver el único vivo de la tienda que aún mantenía la postura de antes, -Joaquín, Joaquín, si sigues sin mover ni un dedo, pensaré que estás dormido.-

Cuando murmuraba para sí mismo en voz baja a la ventana de vidrio, de repente, los ojos de Lázaro se iluminaron, se volvió y se dirigió hacia la puerta de la tienda que resultó ser empujada desde adentro.

-Joaquín, por fin sales.-

Lázaro puso la mano sobre el hombro de Joaquín para relajar la tensión y dijo, -Oye, ¿a dónde vamos ahora?- Quería aliviar el ambiente.

-A la empresa filial.-

-.¿…Qué?-

Joaquín estaba como si se hubiera tomado diez tazas de café, con mucha energía, y mirando hacia adelante con frialdad, -Acabando con esos asquerosos podré irme a casa lo antes posible.-

-…Entonces.- Lázaro conocía muy bien a Joaquín, y viendo a Joaquín con esa pinta, sintió un poco de miedo, -Entonces, ¿qué pasa con ella?-

“¿Qué pasa con ella?”.

No había necesidad de recordarle a quién se refería con “ella”, ambos entendían.

En cuanto a esos asquerosos, tenía que deshacerse de ellos lo antes posible.

¿Pero qué era de ella?

¿Qué debía hacer respecto a ella?

Lázaro tenía mucho miedo de que Joaquín tuviera profundas obsesiones, porque eso solo hará que los dos cayeran en un bucle interminable de dolor, sin fin.

Al mencionar a “ella”, los ojos fríos del hombre dudaron, pero solo por un momento... Hasta que se deshicieron de todos los problemas allí, acabando con todas las espías de la empresa y consiguiendo el contrato, hasta que subieron al avión y regresaron a la Ciudad S, Joaquín no le dio a Lázaro la respuesta a esa pregunta.

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