La noche era profunda y el silencio reinaba en todas partes, la Casa de Memoria también apagó sus luces.
La noche del Mar Fresco era muy tranquila.
De día hacía calor, sin embargo, el viento soplaba por las noches.
Una sombra negra, que se desvanecía a ratos, se dirigió hacia una puerta de la esquina de la Casa de Memoria, ahí se encontraba una puerta de madera de muy poco uso, ni siquiera el viejo trabajador de la Casa de Memoria había visto esta puerta abrirse.
Sonaba unos ruidillos, se introdujo la llave en la cerradura y se oyó un clac, la puerta se abrió, aquella persona se detuvo en la puerta por un largo rato y después dio pasos hacia delante.
Ella, era la posadera de la Casa de Memoria.
Una posadera de un hotel que para la gente de su alrededor era tranquila y de muy buen carácter.
Pero en aquel momento, si le viera la gente que le conocía seguramente se impresionaría. Ahora mismo, la posadera simpática que veían los demás, mostraba un rostro apático, en su mirada se destapaba una angustia inevitable.
El rostro frío, la mirada triste y los pies pesados… -He venido a verte.- se alzó una voz ronca.
Pero a parte de ella, en la habitación no había nadie más.
Levantó el pie y dio pasos hacia delante. Dentro de la Casa de Memoria, el lugar más conocido no era su dormitorio, sino aquí.
Las luces estaban apagadas, vagaba y avanzaba entre la oscuridad. Ella estaba muy segura, cada objeto de aquí lo tenía más conocido que nadie.
Seguía hacia delante, y de esperar, tocó el borde de una mesa, su mano siguió toqueteando sobre la mesa hasta que tocó un objeto. Ras, de un instante, la llama se iluminó, su mano levantó la cerilla encendida. Casi imperceptible, le tembló un poco la mano, pero aun así se acercó a los dos inciensos que había sobre la mesa y las encendió.
-¿Recuerdas? Aquel día, las llamas ardían en lo alto del todo y había tanta gente fuera mirando. Puede que el fuego fuera demasiado grande, o puede que yo no gustara a la gente, pero había tanta gente, y tú fuiste la única que entró… Tonta…-
Las velas se encendieron, la cerilla se apagó, cogió inciensos de la mesa, se acercó a la vela para encenderlos y la clavó poco a poco en el incensario. Todo pasaba lento, levantó la cabeza y miró la imagen que había ante ella.
-Llega otra vez el Día de los Santos de cada año, cuando abra la puerta del río de Hades (la puerta del infierno, según el mito cuenta, es la única puerta que contacta el mundo mortal con el más allá), ven a verme Karin, ¿vale?-
En la imagen, Karin sonreía muy feliz. La mujer ante la mesa, solo pronunciaba silencio y miraba la imagen que tenía delante. Ella no tenía ninguna foto de Karin, tampoco sus cenizas, pidió que pintara la imagen a base de su memoria a un pintor callejero viajero que pasaba por el Mar Fresco.
Si era que… tenía una sonrisa tan feliz.
La mujer apretó sus puños con fuerza… “No lo voy a dejar así.” pensó la mujer.
-Separadas por dos mundos… Karin, ven a verme, ¿vale?- ella sintió un nudo en la garganta, -Antes de venir al Mar Fresco, soñaba contigo de vez en cuando. Pero ahora que ya he cumplido con tu deseo de venir al Mar Fresco, ¿por qué ya no apareces en mis sueños?-
Cuando hablaba, se le empaparon los ojos, -Karin, si no vuelves a aparecer en mis sueños, se me olvidará hasta de tu cara.-
La mujer no habló de soledad, pero en el fondo se sentía sola.
Ella echaba de menos a Karin, pero Karin ya no aparecía en sus sueños.
Regina era buena chica, pero no le entraba en su corazón.
Dijo que viviría todos los días con fuerzas, como decía Karin cuando estaba con ella en aquella jaula de hierro, contemplar el cielo, el mar y las nubes, vivir los días tranquilamente.
Ella estaba viviendo en la forma que soñaban Karin, vivía cada día… tumbada en la hamaca, bebiendo té y contemplando los paisajes… Pero era todo tan pesado que no le dejó respirar.
Se agachó, sacó los billetes funerarios que había preparado, y de una en una, las tiró en el brasero mientras ella seguía hablando con Karin, como si no hubiera muerto, como si estuviese a su lado.
-No tienes ningún pariente, yo soy tu familiar. En el más allá donde estés… no vuelvas a tener la mala suerte de conocer a alguien como yo que te metí en problemas.-
Estuvo hablando de cosas diarias hasta que se acabaron los billetes funerarios. Se levantó poco a poco, después de haber estado tanto tiempo agachada, al levantarse no sintió las piernas y estaba por caerse de espaldas.
No le dio tiempo a gritar, ella sabía que, si caía, iba a ser más que un golpecillo.
Cuando el cuerpo estaba a punto de caerse al suelo, una fuerza en la cadera la sostuvo.
-Ten cuidado.-
De repente se levantó, y a pasos grandes corrió apresuradamente hacia el dormitorio de Samuel y la Señora Yanet, en los pasillos solo quedaron el sonido de los precipitados pasos de Valentín.
¡Toc, toc, toc!
Los golpes inquietantes molestaron a Samuel que estaba a punto de acostarse, y con cara de impaciente preguntó, -¿Quién es?-
-Padre, abre, soy yo.-
Al escuchar que era Valentín se le relajó un poco el rostro. La Señora Yanet que ya estaba dormida, también se despertó, -Valentín, tu padre ya se ha acostado. Si tienes algo déjalo para mañana.-
En la puerta, Valentín no se iba.
-Padre, ábreme primero, es una cosa muy importante.-
Samuel empujó un poco a la Señora Yanet y dijo, -Ábrele.-
La Señora Yanet no quedó más remedio, así que se levantó y se puso un batín sobre los hombros. De pie en la puerta, aún se mostraba un poco descontenta, -Valentín, si ya es muy tarde…- decía mientras abría.
Nada más abrir, su hijo que estaba en la puerta entró como un remolino, incluso tiró el batín de la Señora Yanet al suelo.
-Ay, mira qué niño…-
-Padre, ¡vosotros sabéis dónde está mi hermana! ¿Verdad?- Valentín nada más entrar no pudo resistir de preguntar a Samuel. De repente, se enfrió el aire.
Samuel puso mala cara, -Tú no tienes ninguna hermana.-
-¡Denis! ¡Denis Alonso!
-En nuestra familia no hay ninguna Denis ni Denis Alonso. No vuelvas a mencionar a esa desobediente. Bueno, ya es tarde, vete a dormir.-
-¡Padre! ¡Me han diagnosticado de leucemia! ¡Tu médula y la de mi madre no encajan!- Tres informes, uno era su resultado del diagnóstico de leucemia, y los otros dos eran los resultados de diagnósticos de sangre de sus padres que un médico conocido hizo, después de saber que estaba enfermo, después de los dos tuvieron la revisión médica anual la semana pasada.
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